Creo junto con Groucho Marx que “La edad no es un tema particularmente interesante. Cualquiera puede envejecer. Todo lo que tienes que hacer es vivir lo suficiente”, con esta cita había decidido comenzar el texto que se publica el día en que cumplo 50 años. Seguiría con un breve desdeño hacia los números redondos para restarle importancia a los números y concentrarme en lo que me importa: el otro.
En algún momento estuve tentado a darle sentido a este medio siglo, presentándome como testigo, aprendiz de historia en los libros y extra en el continuo histórico, enumerar, en una sola línea hasta completar 50, los hechos que me marcaron, el terremoto de 1985 en la Ciudad de México; la Perestroika de Mijail Gorbachov; la caída del sistema en 1988; Rostropóvich tocando durante la caída del Muro de Berlín; el surgimiento del EZLN; los asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu; el suicidio de Kurt Cobain; el fantasma de Fidel Velázquez; Cuauhtémoc Cárdenas, jefe de gobierno; el premio Nobel a Octavio Paz, su fallecimiento; Vicente Fox y el PRI fuera de Los Pinos; el Error del Milenio… la promesa incumplida de tener 30 años y que los autos ya volaran; un nuevo siglo y las muertes que uno hace propias aunque sean de ajenos. Eludí el recuento, por las razones que señala T.S. Eliot en los Cuatro Cuartetos:
Tratando de aprender a usar las palabras.
Y cada intento es un nuevo principio
Y un tipo diferente de fracaso,
Porque uno sólo aprende a dominar las palabras
Para decir lo que ya no tiene que decir
O en una forma en que no quiere ya decirlo
Además, cada hecho acumulado en la memoria no es un suceso privado, invariablemente es un recuerdo que se pule en la compañía de alguien, el corazón leal se amerita en la sombra y se lanza a la hoguera solar con la conciencia de que el amor es una blanda furia no expresable en palabras. Eso, palabras, quería, con ellas, hacerle un homenaje a las voces de quienes hacen que el tiempo se vuelva experiencia y dan sentido a vivir.
Cualquiera cumple años, potencialmente quien sea puede acumular medio siglo, jamás solo, únicamente con los otros, a quienes entregamos la intimidad al reunirlos en una mesa familiar, a quienes llamamos padres, a los que se entrega la confianza y la complicidad de la amistad, quien te ofrece su corazón a cambio de una caricia, los amores, los amigos, los happy few y los para siempre contigo.
He vivido lo suficiente, sólo tengo agradecimiento, sólo tengo palabras para quienes estuvieron y están; mi reconocimiento, porque permiten verme en sus ojos, gracias.
Coda. “Comienzo con una palabra que todos los hombres, desde que el hombre es hombre, han proferido: gracias. Es una palabra que tiene equivalentes en todas las lenguas. Y en todas es rica la gama de significados. En las lenguas romances va de lo espiritual a lo físico, de la gracia que concede Dios a los hombres para salvarlos del error y la muerte a la gracia corporal de la muchacha que baila o a la del felino que salta en la maleza. Gracia es perdón, indulto, favor, beneficio, nombre, inspiración, felicidad en el estilo de hablar o de pintar, ademán que revela las buenas maneras y, en fin, acto que expresa bondad de alma. La gracia es gratuita, es un don; aquel que lo recibe, el agraciado, si no es un mal nacido, lo agradece: da las gracias. Es lo que yo hago ahora con estas palabras de poco peso. Espero que mi emoción compense su levedad. Si cada una fuese una gota de agua, ustedes podrían ver, a través de ellas, lo que siento: gratitud, reconocimiento”, discurso de Octavio Paz al recibir el Premio Nobel.
@aldan