El pasado 10 de octubre recordamos los cincuenta y un años del lanzamiento del disco In the court of the Crimson King del grupo de rock inglés King Crimson, la fecha es muy importante, no solo por la importancia y trascendencia del disco en sí mismo, por su incuestionable valor musical, sino por todo lo que este disco representa. Para muchos conocedores y especialistas de la música este disco es la piedra angular sobre la cual se ha construido un gran imperio llamado rock progresivo. Entiendo que las opiniones son muchas y muy variadas respecto al origen de este lenguaje musical, hace unos días me entretuve viendo un intercambio de opiniones en las redes sociales en donde algunos aficionados al progresivo proponían el disco de Days of future passed del grupo británico Moody Blues, un discazo, la verdad, no hay duda, y por supuesto que tiene elementos que bien podemos considerar como insinuaciones, tal vez un poco tímidas al rock progresivo, sin embargo, no me atrevería a calificar este disco como un álbum estrictamente de rock progresivo, sus planteamientos sinfónicos y su discurso musical elaborado y bien trabajado podrían, quizás confundirnos un poco. Hay que considerar la época en que este disco de Moody Blues fue realizado, noviembre de 1967, la época de la sicodelia, de la intensa experimentación musical, Pink Floyd acababa de lazar su primera producción The piper at the gates of down, ubicándose como una de las más vigorosas expresiones del rock sicodélico, The Beatles había editado en junio de ese mismo 1967 su legendario Srgt. Peppers lonely hearts club band y poco antes los Beach Boys ofrecían Pet Sounds a la opinión pública, todos estos discos con argumentos musicales muy sólidos y todos son piezas de finos acabados y consideradas como imprescindibles joyitas del rock, pero difícilmente podrías definir alguno de estos inmaculados trabajos como un inicio formal de rock progresivo.
Es en 1969 cuando las huestes de Robert Fripp se reúnen para dar vida a un disco que revolucionaría la música desde las mismas entrañas del rock, solo habían pasado dos años después de la publicación de todos esos discos de los que he hecho mención líneas arriba, pero el discurso musical había cambiado drásticamente, Robert Fripp pretendía otras cosas, buscaba una nueva forma de expresión musical pero cobijada por el manto protector de la palabra rock, pero deseaba salirse abiertamente de lo que quizás pudiéramos llamar convencional.
En aquel primer disco llamado In the court of the Crimson King (En la corte del rey Carmesí), encontramos músicos de primer nivel como es el caso de Greg Lake en el bajo y la voz, Ian McDonald en los instrumentos de viento: flauta, clarinete, saxofón, y también instrumentos de teclado y el melotrón, instrumento en el que reside definitivamente parte del sonido distintivo de King Crimson. En la batería está Michael Giles, las letras de Peter Sinfield y, por supuesto, Robert Fripp en la guitarra principal.
Mucho se ha discutido acerca de cuál es la mejor versión de King Crimson, ya sabemos que es una agrupación que prácticamente cambiaba de alineación en cada nuevo disco, y definir una resulta un trabajo complicado y muy atrevido pero en lo que a mí respecta, creo que esta primera alineación de la corte del rey carmesí es la mejor, el trabajo del bajista y cantante Greg Lake que terminaría en la segunda producción In the wake of Poseidon le da al perfil de King Crimson una personalidad inigualable. Como sabemos Greg Lake abandona King Crimson para unirse al trío de rock progresivo británico Emerson, Lake & Palmer de muy feliz trascendencia.
La actual formación de la corte de Robert Fripp es impresionante, tuve la oportunidad de verlos tocar en el Teatro Diana de Guadalajara y son sorprendentes, son tres bateristas, Pat Mastelotto, Gavin Harrison y Jeremy Stacy, que lejos de parecer un exceso son una verdadera necesidad para lograr los objetivos y exigencias de la nueva versión de King Crimson, además de estos tres inmensos percusionistas tenemos a Mel Collins en el sax, viejo lobo de mar en la escena del rock progresivo británico, por supuesto el bajista Tony Levin, parte fundamental del sonido del grupo, y el guitarrista Jakko Jakzyk que además canta y mantiene viva la tradición de grandes voces en la huestes de Robert Fripp desde Greg Lake, pasando por John Wetton, Adrian Belew y ahora el actual, Robert Fripp tiene ideas claras en lo que busca en un cantante.
Pues bien, es así como yo pienso que el disco que debemos oficialmente reconocer como el primero de rock progresivo es el de la Corte del rey Carmesí publicado el 10 de octubre de 1969 en Inglaterra. Evidentemente no surgió de manera espontánea, como ya lo hemos apuntado anteriormente, hay antecedentes muy claros y puntuales pero la definición del género la encontramos en el álbum debut de King Crimson, después de esta grabación aparecieron algunas de las grandes obras maestras del rock progresivo, siendo este disco, por supuesto, una de ellas, vio Genesis, Camel, Emerson, Lake & Palmer, Yes, Van der Graaf generator, Soft Machine, Caravan y muchos más y la respuesta italiana con agrupaciones como Il balletto di bronzo, Le Orme, la Premiata Forneria Marconi, New Trolls, Aqua Fragile, Museo Rosenbach, Il Roveschio de la medaglia, Quella vechia loncada y algunos más y de permear a toda Europa con grupos como Focus en Holanda o Ange en Francia.
En efecto, había nacido el rock progresivo y el eje central de este ambicioso y elaborado lenguaje era la Corte del rey Carmesí, se hace necesario pagarle tributo.