México es un país que ha adquirido una gran riqueza en muchos ámbitos gracias a la constante migración y mezcla de culturas que realizan una gran cantidad de sus habitantes. En el peculiar caso de Aguascalientes, al ser un estado céntrico y con áreas de oportunidad, es común encontrar a personas que vienen de otras entidades (o países incluso) por múltiples razones. Esta clase de movimientos sociales traen múltiples asuntos a la mesa y, afortunadamente para todos, uno de estos es el sazón y los platos que esas personas traen consigo.
Paseando con mi familia en auto por una zona en específico por la que nunca habíamos pasado, descubrimos la cenaduría “la quebrada”, justo en una de las esquinas que forman las calles De La Cruz y Francisco Primo de Verdad en el Barrio de la Purísima. Fuera del lugar hay una lona que presume que se sirve el pozole con el auténtico estilo y sazón guerrerense y, al ser alguien que nunca ha ido por esos lares, no podría confirmar esto, pero lo que si puedo decirles es que es una gran lugar para saciar el antojo de los clásicos antojitos. Los dueños del lugar tienen viviendo alrededor de 10 años en el estado y es probable que tengan su lugar de cena desde entonces, pues es obvio que tienen completamente entendido su negocio.
Para comenzar, es de los pocos lugares que conozco que se da el lujo de contar con el pozole (que podría considerase el plato fuerte de la casa) en sus tres principales variedades: verde, blanco y rojo, acompañado de carne de pollo o cerdo. Además del tradicional platillo, ofrecen enchiladas, flautas y tostadas, todos con un precio muy accesible. Desde el momento que entras, se siente un aura diferente a muchos lugares de esta índole; no estoy seguro si fue la premisa de ser algo fuera de lo cotidiano, el estar en una casa y una zona evidentemente antigua (mas no descuidada), o la candidez con la que se te recibe, pero es indudable que lugar tiene algo único. Algo que lo hace sobresalir de la típica cenaduría. En fin, las razones pueden ser miles, pero ¿esta esté encanto respaldado por un buena sabor en los platillos?
Antes de comenzar con la descripción de los sabores, me parece importante comentar algo que me llamo especialmente la atención. Al momento de pedir mi pozole, la dependienta me hizo saber que todos los platos de este tipo vienen acompañados con algo a lo que ellos le llaman botana: un par de flautas, unas piezas de chicharrón, tostadas y una buena tajada de aguacate, lo cual (como buen tragon) fue como música para mis oídos. En esta ocasión, decidí probar el verde, ya que es algo que pocas veces se ve por estos rumbos, y amigos, no pude tomar una mejor decisión. No dudo que las otras dos variedades sean sabrosas, pero el sabor que éste tiene es delicioso, evidentemente predominado por el tomate, pero sazonado adecuadamente para que no sepa solo a eso. La carne y los granos estaban en su punto y estando en la ración correcta para no quedarte con ganas de ninguna de las dos cosas. Tiene un toque de orégano (que me imagino es agregado ya hasta que el plato es servido) le da un impulso de sabor muy bueno a lo rico que ya de por si estaba.
Pasando a las enchiladas, debo decir que tiene un sabor muy peculiar y diferente a las que las tradicionales rojas suelen tener en nuestro estado, predominado por el chile guajillo y en su lugar, teniendo un fuerte sabor a jitomate, sin llegar a ser entomatadas o cualquier otro tipo de platillo. La orden consta de cuatro enchiladas que para nada estaban grasosas o chorreantes de aceite (gran punto a favor) y teniendo carne y lechuga como grandes acompañantes. No sé si sea mi cerebro aguascalentense hablando, pero sí, me faltaron las papitas a un lado. De ahí en más, super recomendables.
En cuanto a las flautas, vienen ya preparadas y bañadas en salsa roja con su lechuga, crema y queso de siempre. Si bien la salsa me pareció un poco blanda y nada sobresaliente, las flautas en si tienen un gran punch de sabor al ser notoriamente freídas en manteca y teniendo el suficiente relleno para no sentir que se esta solo comiendo takis como puede llegar a pasar en muchos otros lados. Siendo honestos, me gusto mas la que venia como botana con mi pozole que el plato entero. Ya para rematar, cuentan también con carlota en su sabor tradicional y de galleta. 10 pesos por un vasito pequeño que es perfecto si es que el comensal se quedo con un huequito por llenar.
Creo que la lección aquí es clara. En primer lugar, y aunque ya haya pasado el tradicional grito de independencia y las noches mexicanas, siempre es buen momento para degustar un delicioso plato de nuestra tierra y aún con mas ganas si este nos da la oportunidad de abrir nuestros horizontes, al conocer, aceptar y apoyar al hermano migrante, que por la razón que haya sido, vive ahora junto con nosotros y merece las mismas oportunidades que nosotros, los nativos del estado.