Es difícil estar en desacuerdo con el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Javier Laynez Potisek: La Justicia no se consulta, la contundencia de esta descripción se volvió tendencia en Twitter a partir de la decisión de seis magistrados de aprobar la constitucionalidad de la consulta para enjuiciar a los expresidentes. Hecho está, por más que sean verdades terminantes, ningún tuit podrá impedir que el 1 de agosto del 2021 se realice una pregunta a los mexicanos que quieran ir a las casillas.
Como coincido en que la justicia se aplica, no se consulta, puedo calificar como capricho del presidente Andrés Manuel López Obrador el que se tenga que preguntar si se “¿Está de acuerdo o no con que las autoridades competentes, con apego a las leyes y procedimientos aplicables, investiguen y en su caso sancionen la presunta comisión de delitos de los expresidentes, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña antes, durante y después de sus respectivas gestiones?”; creo la SCJN notó algo de ese antojo del líder de la Cuarta Transformación y, al final, modificó muchísimo la pregunta, dejándola así: “¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las probables víctimas?”.
Lo único que queda claro es que realizar ese “proceso de esclarecimiento” puede incluir a la administración de López Obrador, ¿o no?, ¿la Cuarta Transformación no se mide en años?, ¿el presidente no es un actor político?
El costo de la consulta está calculado en unos 8 mil millones de pesos, cantidad inimaginable para los comunes como yo, ¿cuántas ligas se requerirían para afianzar todo ese dinero?, ¿cuántos sobres manila con aportaciones a un partido se requieren para envolver esa millonada?, ¿cuántas casas se podrían comprar para regalarlas a un matrimonio tetratransformista?
Mientras trataba de imaginar los 8 mil millones de pesos, alejaba con la mano, sí, como a las moscas, la idea de los cientos de usos que se pueden dar a esa cantidad: escuelas, infraestructura, apoyo a micro y pequeños negocios… las espantaba para que no turbaran la imagen de un presidente satisfecho con el cumplimiento de su capricho.
Eso del capricho me lo guardé, mi pecho y mi boca sí son bóvedas, no se me fuera a salir y me escuchara algún tetratransformista, tampoco lo puse en Twitter para no llamar la atención. Lo pongo aquí porque los lectores que me preocupan jamás pasan del primer párrafo, así que no corro peligro.
La sonrisa plácida del presidente satisfecho, esa imagen, me la quitó el noticiero de la noche, afuera de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, tras enterarse del resultado, uno de los manifestantes elevó las manos al cielo y gritó: “Gracias Andrés Manuel, gracias”, coincido con él: gracias por nada.
Coda. “Memorial de Tlatelolco”, de Rosario Castellanos:
La oscuridad engendra la violencia
y la violencia pide oscuridad
para cuajar el crimen.
Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche
para que nadie viera la mano que empuñaba
el arma, sino sólo su efecto de relámpago.
Y a esa luz, breve y lívida, ¿quién? ¿Quién es el que mata?
¿Quiénes los que agonizan, los que mueren?
¿Los que huyen sin zapatos?
¿Los que van a caer en el pozo de una cárcel?
¿Los que se pudren en el hospital?
¿Los que se quedan mudos, para siempre, de espanto?
¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie.
La plaza amaneció barrida; los periódicos
dieron como noticia principal
el estado del tiempo.
Y en la televisión, en la radio y el cine
no hubo ningún cambio de programa,
ningún anuncio intercalado ni un
minuto de silencio en el banquete.
(Pues prosiguió el banquete.)
No busques lo que no hay: huellas, cadáveres,
que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa:
a la Devoradora de Excrementos.
No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.
Ay, la violencia pide oscuridad
porque la oscuridad engendra sueño
y podemos dormir soñando que soñamos.
Mas he aquí que toco una llaga: es mi memoria.
Duele, luego es verdad. Sangra con sangre.
Y si la llamo mía traiciono a todos.
Recuerdo, recordamos.
Esta es nuestra manera de ayudar a que amanezca
sobre tantas conciencias mancilladas,
sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta,
sobre el rostro amparado tras la máscara.
Recuerdo, recordemos
hasta que la justicia se siente entre nosotros.
Que poderosa idea: la terca, indispensable, salvadora memoria, mantenerla hasta que la justicia se haga.
@aldan