A poco más de un mes de las elecciones en Estados Unidos, la situación en nuestro país vecino es enormemente volátil. Una serie de factores hacen de esta elección una muy cerrada y también muy peligrosa. Esta semana regreso a la columna para discutir algunos factores que van a tener un peso enorme en esta elección y para presentarles una predicción antes de los debates.
Una diferencia fundamental con 2016 es que Trump ha sido el presidente durante los últimos 3 años y medio. Esto quiere decir que mucho de su empuje antisísmico y de voto de protesta se ha perdido. Su agenda ha sido mixta, sirviendo principalmente a cuatro agendas. Su política migratoria y económica nacionalista, la desregulación como doctrina fiscal, agenda religiosa del partido republicano y su propio enriquecimiento. Además, el famoso votante trumpista que tiene miedo de revelarse como tal ante un encuestador, se siente probablemente más empoderado que nunca.
Por otra parte, la Pandemia de Covid-19, que afecta negativamente a Donald Trump por su manejo irresponsable de la misma. Estados Unidos ha llegado a 200,000 muertes y se mantiene como la nación con más casos acumulados en el mundo, a pesar de que está proyectado que India lo haga en los próximos días. Hace unas semanas el periodista Bob Woodward filtró grabaciones donde se escucha a Trump reconocer en privado la gravedad del virus, al tiempo que públicamente decía que no había nada de qué preocuparse. Su administración se ha enfrentado constantemente a las instituciones de salud y esto le ha afectado fuertemente a su popularidad.
En términos electorales esto se traducirá en una pérdida de apoyo por parte de personas de la tercera edad, uno de los grupos más vulnerables frente al virus y entre los cuales Trump superó a Hillary Clinton en 2016. Si bien es cierto que Trump podría enviar un cheque de estímulo económico a los estadounidenses antes de la elección para tratar de contrarrestar esto, no creo que sea suficiente para olvidar a los que han muerto en la pandemia.
La pandemia también llevará a un incremento del voto por correo postal, que ahora se presenta como la crónica de un desastre anunciado. Esta modalidad de voto -que no existe en México – consiste en mandar tu voto en una carta. Las reglas para votar por correo varían por estado. Por ejemplo, en Pennsylvania debe meterse la boleta electoral (solicitada con meses de antelación) en un sobre en blanco que va dentro de otro sobre dirigido a la casilla. Además, no pueden contarse las boletas en dicho estado hasta el día de la elección, lo que probablemente retrasará el resultado por unos días.
En este contexto, pareciera que todo está perdido para Trump. En este escenario Biden ganaría 60 votos electorales o más. Sin embargo, el presidente es una persona que esta dispuesta a todo para mantenerse en el poder, seguirse enriqueciendo y sobre todo ganar. Con este objeto, Donald Trump ha lanzado una campaña de múltiples frentes para asegurar su permanencia en la Casa Blanca. La primera ha sido sabotear el Servicio Postal Estadounidense (USPS) por medio de Louis DeJoy, la persona designada (indirectamente) por Trump para liderar esta paraestatal. Por medio de el desmantelamiento de máquinas de repartición de correo y medidas de austeridad masivas, se ha puesto en riesgo la capacidad del USPS de poder mover todas las boletas por correo que serán necesarias de manera eficiente.
Además, Trump se ha negó la semana pasada varias veces a comprometerse a respetar el resultado de la elección del 3 de noviembre. Hace un par de meses invitó a sus simpatizantes a votar dos veces, a pesar de que esto es un crimen en muchos estados. Está lucrando políticamente con la crisis social que atraviesa EEUU . Las protestas y subsecuentes enfrentamientos con fuerzas policiacas y paramilitares han polarizado la opinión pública.
En un país donde hay más armas que personas – 112.5 armas por cada 100 habitantes – esta situación es tremendamente peligrosa. Los eventos en Kenosha y Louisville nos muestran lo peligroso que puede ser la confrontación ideológica irreconciliable acompañada de acero, odio y pólvora en la noche de noviembre con un resultado cerrado. Ya hay muertos y esperemos que no haya más, pero todo parece indicar que el espiral de la violencia va a la alza.
Su hijo ha lanzado una campaña para formar un “ejército de personas sanas para el día de la elección” para protegerla de “millones de boletas falsas”. Además, se movilizarán cuerpos policiacos, los cuales suelen estar en favor de Trump, para proveer “seguridad electoral”. En medio de las tensiones actuales por los asesinatos de afrodescendientes por parte de la policía, esto seguramente está dirigido a disuadir a muchos votantes de grupos minoritarios.
En México no se ha escuchado demasiado fuerte, pues tenemos nuestros propios problemas, pero en nuestro vecino del norte se ha erosionado el Estado de Derecho de una forma brutal. El mes pasado, el servicio de Alguaciles de EEUU acribillo en su vehículo a Michael Forest Reinoehl, sin hacerle una sola pregunta. Se le acusaba de asesinar con un rifle a un simpatizante de Trump llamado Aaron J. Danielson. Trump celebró la ejecución como “retribución”, sugiriendo que la orden vino de arriba. Por otra parte, durante las protestas en Portland y Seattle tras la muerte de George Floyd, decenas de manifestantes arrestados sin cargos por unidades armadas anónimas y sin escudos oficiales. Posteriormente se comprobó que eran unidades tácticas del Servicio e Inmigración y Aduanas (o ICE). Esto efectivamente muestra que él está de seguridad antiinmigrante se puede utilizar en contra de los opositores, una advertencia para otros países en el mundo, incluyendo a México.
Es previsible ver duras disputas por la validez de las boletas enviadas por correo, llegando al punto del fraude, probablemente. Esto podría ser un factor determinante en elecciones cerradas como seguramente lo serán Florida, Wisconsin, Pensilvania y Arizona. En Florida ya hay un precedente de una elección fraudulenta en el año 2000. Un factor adicional es que el día de la elección, si los republicanos ganan Florida, probablemente tengamos que esperar algunos días hasta que Pensilvania, con sus estrictas leyes de votación postal, termine de contar sus votos para conocer al ganador. Si Biden gana Florida, su ventaja será prácticamente insuperable.
En cuanto a la predicción, lo primero que hay que establecer es que no hay duda de que el candidato demócrata, Joseph Robinette Biden, tendrá más votos que Trump, yo calculo unos 5 millones más de votos. Sin embargo, la democracia estadounidense es indirecta y desigual, dándole a los estados más chicos ( que suelen ser los que tienen más población euroestadounidense) una representación mayor que a estados grandes (y llenos de latinos y afroamericanos) como California, Texas y Florida.
En cambio, nuestra democracia directa – con todas sus fallas y errores – cuenta un voto por persona. Tenemos un organismo relativamente autónomo que organiza las elecciones. Nuestros vecinos no cuentan con esos lujos. En su democracia indirecta, cada estado elige a “electores” que votan en bloque por el candidato que haya tenido más votos en el estado, efectivamente eliminando todas las boletas de quienes votaron por el segundo lugar. Otro detalle es que las legislaturas nombran a los electores, de forma que las legislaturas republicanas podrían enviar electores que voten por Trump si el presidente declara que la elección estuvo arreglada, sin importar el resultado verdadero.
Florida, Pennsylvania, Arizona, Wisconsin, Michigan, Minnesota y Carolina del Norte en la posición de decidir al ganador. En particular Pensilvania es clave, con sus (nada despreciables) 20 votos electorales. Este estado tiene una población 81% euroestadounidense (o güera), una población rural de 27% y un 70% de toda la población sin educación universitaria. Fue ganado por Trump en 2016 por .71%; cerca de 50,000 votos en una elección de más de 6 millones de boletas electorales. Este año, gracias a sus reglas para el correo postal, puede ser que Pensilvania nos haga esperar unos días para conocer el resultado final de la elección
Creo que Biden ganaría la elección si los votos son contados legalmente, con 300 votos electorales contra 238 de Trump, llevándose Arizona, Pensilvania y Florida. Por otro lado, con un país tan polarizado políticamente, tan densamente armado, un presidente dispuesto a romper todas la reglas y un estado de derecho tambaleante, va a ser cuestión de si Trump puede hacer suficiente trampa para ganar y que efecto tiene esto en la integridad de los EEUU. Esta sin duda será una prueba para la democracia estadounidense. Una victoria amplia de Biden podría evitar el peor escenario. May God bless the USA.