2021: pandemia, crisis económica y elecciones/ Bravuconadas - LJA Aguascalientes
17/11/2024

Nos adentramos con paso firme en el “Mes de la Patria”, septiembre ya. Hace no mucho, los mexicanos, fiesteros y mitoteros que somos, esperábamos con cierto anhelo la llegada de estas fechas, que daban pretexto para celebrar ¿a la Patria?, no, sólo para celebrar. Igualmente, este mes cargaba con ciertos momentos que la clase política nacional aprovechaba para regodearse en sus propias festividades: la entrega del Informe del “Señor Presidente”, los mensajes o posicionamientos que los representantes populares de los distintos partidos políticos nos recetaban a los ciudadanos (morbosamente curiosos) para denostar o apoyar el documento que describía, desde la muy particular perspectiva del titular del Ejecutivo, el “estado que guardaban las instituciones del país”, pero el 2020, especial que ha sido, nos cambió todo a todos.

Al sábado 5 de septiembre el visitante no invitado de la pandemia, que nos alcanzó en las primeras semanas del año, ha dejado 629,409 casos positivos de contagio de Covid-19 o coronavirus, a un ritmo promedio de 6 mil contagios cada 24 horas. De estos contagios oficialmente reconocidos, tenemos una escalofriante cifra de 67,326 defunciones, vamos casi un número equivalente de familias que están de luto por un pariente, amigo o conocido que sucumbió a la terrible enfermedad, y a la cual, nuestro desarticulado sistema de salud, ha debido afrontar sólo con la voluntad y valentía de los médicos, enfermeras, personal hospitalario, camilleros, paramédicos, y los escasos recursos que el Estado les ha alcanzado a proporcionar. Cabe señalar que, de esas muertes, según la organización no gubernamental, Amnistía Internacional, 1,320 corresponden a trabajadores de la salud en el país, convirtiendo así a México en el referente número uno de cómo no se deben hacer las cosas desde el sector público con relación a la pandemia. Sí, este mal resultado es responsabilidad del Gobierno Federal, aunque, fiel a su estilo, las autoridades sanitarias escondan la cabeza en la tierra como avestruz. Así su honestidad valiente.

Este deficiente tratamiento de la pandemia, ha llevado a nuestro gobierno de la República, a ir dando tumbos en el diseño y definición de las estrategias relacionadas con la contención, mitigación, control y seguimiento de los efectos de la enfermedad, socialmente, económicamente. No atinaron, en lo que va del año, a definir una propuesta adecuada para establecer las características del distanciamiento social, la reducción de las actividades económicas no esenciales; se fueron al “bulto”, suspendieron las actividades escolares presenciales, a muchos negocios los pararon en seco, sin definir o proponer opciones para, en alguna medida, apoyar su supervivencia y reactivación. El gobierno, medroso y descuidado que es, no calibró en todas sus aristas la crisis en que se iría hundiendo la economía al paso de los meses. Millones de mexicanos, en cuestión de días entraron en paro. El ingreso formal o informal de miles y miles de familias desapareció de repente. Ya no había dinero para lo más indispensable, comida, renta, transporte.

El gobierno pronto se refugió en un discurso político, escabulléndose de su responsabilidad. La pandemia y la crisis económica no era más que “el resultado de 70 años de neoliberalismo, del cochinero en que dejaron al sufrido país esas lacras conservadoras que estaban empeñadas en detener el incontenible avance de la cuarta transformación.” Vamos, hasta los cuadros de las comorbilidades, eran producto de décadas de rapaz y salvaje capitalismo que había permitido y fomentado la proliferación de los alimentos chatarras, excesivos en grasas y azúcares, envenenando a generaciones de mexicanos, justo para descalificar a la 4T, sin duda alguna.

Pero las malas noticias para México y el gobierno continúan. Producto de esas malas decisiones en materia sanitaria y económica, el país hoy acusa otro gran problema, éste de carácter fiscal. Leonor Flores, de El Universal, señala que, en julio, las finanzas públicas tenían un déficit fiscal por más de 121 mil 394 millones de pesos (6.7%), con relación al ya negativo dato del mismo mes del año pasado, y que fue de 33 mil 152 millones de pesos (uufff). El Gobierno Federal ha sido incapaz de recaudar la cantidad que tenía presupuestada para esas fechas, ni del ISR ni del IVA ni del IEPS, en los tres rubros, la caída es significativa, ello según los propios reportes de Finanzas y Deuda Pública, que emite la SHCP. Esta situación tiene a la Cuarta Transformación contra las cuerdas, no hablemos de los mexicanos en general.

Para cerrar el círculo pernicioso al que se está acercando México, el proceso electoral en los hechos ha iniciado sus actividades. Aunque parece ser que se recorrió el inicio formal del año electoral a octubre próximo, las hostilidades ya comenzaron. En días pasados el Consejo General del INE determinó aprobar sólo el registro del Partido Encuentro Solidario, antes PES, ahora ¿PES?, dejando en el camino a organizaciones como el Partido de Redes Sociales, afín a Elba Esther Gordillo y al Partido México Libre, de los Calderón. Habrá que esperar cómo evolucionan estas determinaciones del INE y los actores afectados por esas decisiones. Para empezar, el presidente López Obrador, se ha involucrado en la resolución, abonando a descomponer el ambiente político nacional al parcializar su investidura hacia un hecho político electoral, veremos y sentiremos las reacciones y la agitación del ambiente nacional.

El siguiente año se renovarán 15 gubernaturas y miles de otros cargos locales, aparte de la integración de la Cámara de Diputados, y cuyo resultado será determinante para el futuro inmediato del país, así como de su equilibrio interno y paz social. Grande es la responsabilidad de todos los actores políticos involucrados. La ciudadanía, tendrá un rol fundamental en la evolución y definición de la ruta que habrá de seguir el país en los años siguientes.

Pandemia, economía y elecciones, serán la constante en el día a día de todos los que convivimos en México. De nosotros, todos, depende que no se descomponga más la endeble situación de la nación. Y sí… ¡que viva México! ¡que viva!

 


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