Sucedió cuando un amiguito me llamó para que fuera a su casa. Al llegar, me enseñó lo que tenía entre sus manos: era un sobre de tarjetas de futbol americano. Tenía yo unos 10 u 11 años de edad, principios de los años 90. Fue la primera vez que interactuaba con estos objetos y desde entonces…
Conforme iba pasando cada una de las tarjetas, nuestros ojos se deslumbraban, emocionados. De pronto, llegó una de los Petroleros de Houston. “Estos te gustan, te la regalo”.
A veces el valor es más de carácter emocional que económico, pues no todas las tarjetas “antiguas” son las reliquias que nos harán populares o ricos. Generalmente se vuelven objetos que rememoran presencias, amistades, momentos.
Es cuando llega ese primer objeto que se nos abre un mundo nuevo, tan grande como queramos, donde se descubren amigos que tienen el mismo gusto, con los que se puede intercambiar, vender o regalar, y compartir la búsqueda por aquellas cosas, en esta caso las tarjetas, que se van volviendo más raras y difíciles de conseguir: la aventura se hace más interesante entonces.
¿Aún conservas tu primer objeto de colección? Yo sí, todavía conservo esa tarjeta, ya muy desgastada por el tiempo, pero de las más apreciadas de mi colección. En ella se muestra al receptor abierto Ernest Givins, y es de la marca Pro Set, del año 1990, una de las primeras marcas que se hicieron populares en México y que a principios de aquella década tuvo un auge notorio en el mundo del coleccionismo.
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