Este año ha sido particularmente complicado para la vida no ya de los mexicanos, sino de todo el mundo. Los efectos de la pandemia provocada por el Covid-19 han sido desastrosos para la conservación de la integridad de la salud mundial, su impacto afectó a más de 180 países en todo el orbe, sin distingos. Las grandes potencias, Estados Unidos, China, Rusia, Europa, Japón, entre otras, fueron duramente afectadas en sus cimientos, así como lo fueron los países emergentes, como México, Brasil, y los de escaso desarrollo, como los africanos o centroamericanos. A todos los países, la pandemia les impactó en sus sistemas de salud debajo de la línea de flotación, y nos metió en graves problemas de atención a la población infectada.
Asimismo, y como secuela inevitable, la necesaria implementación de medidas sanitarias de alejamiento social, de suspensión de actividades económicas no esenciales, provocó una drástica alteración de la vida económica de todas las naciones, se detuvo de manera significativa el ritmo del de la producción, sobre todo industrial, del comercio, interno y externo, el ritmo de las economías entró en una franca desaceleración que prácticamente, llegamos a niveles de mera supervivencia.
Ahora bien, este escenario que describimos, ya para México, es a nivel macroeconómico, y así se percibe, drástico, ya que se proyectó a una clara disminución de la recaudación fiscal, necesaria para financiar el accionar de los gobiernos y sus programas, todos. El gasto público se vio seriamente ralentizado en todos los órdenes y ámbitos; además, la evolución de la emergencia sanitaria exigía su atención y provisión de recursos para sostener y ampliar la plantilla de profesionales de la salud (médicos, enfermeras, camilleros), de medicamentos, de equipamiento médico especializado, de material de curación y protección, etcétera. No era opcional.
Paralelamente, y de una manera más agresiva, los efectos de la cuarentena, la sana distancia, el quédate en casa, el cierre de miles de escuelas, establecimientos, negocios, talleres, pequeñas fábricas, grandes industrias, tuvieron un efecto pernicioso en la vida de millones de familias. En los bolsillos de los mexicanos, los ingresos laborales o derivados del comercio interno, empezaron a ausentarse o a escasear; durante los seis meses que ya lleva la pandemia enseñoreada en el país, nos ha dejado una secuela de millones de empleos afectados, 12.5 dice el Inegi, por lo menos un millón de esos trabajos francamente desaparecieron de manera definitiva en los registros del IMSS. No logró el Gobierno Federal diseñar una estrategia de contención para paliar los efectos de la crisis que se estaba manifestando en todos los sectores económicos del país, quizá atinó a posponer el pago de algunas contribuciones fiscales, pero nada más. Los programas que alcanzó a impulsar, no tuvieron el alcance necesario, y, al estar alejados de las necesidades reales de los “beneficiarios”, resultaron subutilizados o de plano ignorados.
En lo que va del mes que corre, aún, la pandemia parece haberse estabilizado en su avance. Los contagios, aunque se siguen contando en miles, diarios, están dejando cierto margen de maniobra a las instituciones de salud. La cifra de muertes sigue siendo de cientos por día, pero claramente está mostrándose a la baja. Esperemos que esa sea una tendencia sostenida, ya que un rebrote en estas circunstancias ya sería francamente un desastre potenciado. El problema ahora se está concentrando en el ámbito económico. Inegi, con la frialdad de las cifras, nos indica que los efectos en la economía nacional, reportan una baja en el último trimestre de 18.7% respecto al mismo período del año anterior, aunque señala que hubo un aumento en el último trimestre en algunos sectores, debido a la reapertura y reactivación económica. Pero, al final del año, tendremos una caída cercana al 9% del PIB para el 2020. La peor crisis desde 1932, de ese tamaño. Asimismo, los expertos no dejar de mencionar que la recuperación de la economía a las cifras de finales del 2018 nos llevará al menos 5 años, estamos hablando del 2025. Grave.
El sábado 29 pasado, el secretario Arturo Herrera, en reunión con los diputados de Morena, señaló que, respecto al paquete económico para el ejercicio fiscal 2021, las cosas estarán muy complicadas en materia de las finanzas públicas. Tanto para la propia Federación como para los Estados y Municipios. En palabras del secretario, el 2021, viene quizá con un impulso en la economía, pero la convivencia con la pandemia no habrá terminado, muchos establecimientos o unidades económicas, no estarán en posibilidades de reactivarse al 100%, quizá a la mitad; las coberturas de los precios del petróleo, serán menores y más caras; el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios y el Fondo de Estabilización de los Ingresos de las Entidades Federativas, están agotados. Los “guardaditos”, que eran recursos básicamente de los fideicomisos, se acabaron. Igualmente, a manera de remate, el propio Herrera Gutiérrez, señaló que, aunque no se contrate nueva deuda, esta se incrementará debido al tipo de cambio que está encareciendo el dólar. Así o más complicado el escenario en el que se presentará el próximo 8 de septiembre el Paquete Económico 2021.
Amén de las crisis reconocidas y declaradas por el gobierno de la 4T, el presidente López Obrador incluido, el 2021 es un año electoral intermedio, pero con la peculiaridad de que se celebrarán elecciones concurrentes en casi la mitad de los estados del país, con las elecciones federales, y, a la compleja situación sanitaria y económica, debemos los mexicanos agregar el ingrediente electoral, que, sabemos, estirará las relaciones políticas internas, entre los estados y la federación, ya de por sí tensas. No podemos dejar de estar atentos a las amenazas de un grupo de gobernadores que señalan su intención por abandonar la Conago (Conferencia Nacional de Gobernadores) e impulsar un nuevo acuerdo de coordinación fiscal nacional, así como a los acomodos al interior de la coalición política en el poder, entre Morena y sus aliados, y a lo interno.
Ante lo anterior, ¿México está preparado para el 2021?