Se equivoca Andrés Manuel López Obrador cuando asegura que su gobierno tiene que destinar cierta cantidad de dinero para “garantizar el derecho a informar” porque en la misma parrafada confunde la adquisición de ejemplares de medios impresos y la licitación de contratos publicitarios para asegurar espacios para los mensajes gubernamentales, con la práctica corrupta de entregar dinero a los dueños de los medios, periodistas o columnistas a cambio de su opinión. Invertir en publicidad oficial no es lo mismo que gastar en comprar voluntades. Se equivoca porque garantizar el derecho a la información no se relaciona en absoluto con la publicidad gubernamental.
No es sutil la diferencia entre invertir y gastar, el presidente la olvida a propósito cuando se refiere a lo que un gobierno destina a publicidad gubernamental con el ejercicio de la libertad de expresión; en eso no está solo López Obrador, en todos los órdenes de gobierno quienes se encuentran en el poder prefieren pensar su relación con la prensa como un contrato personal para que hablen bien de los individuos antes que difundir las tareas y mensajes de los gobiernos.
Sostengo que la confusión de López Obrador sobre para qué invertir en comunicación es a propósito, el presidente ya desdeñó los tiempos oficiales que tenía el gobierno en radio y televisión con el pretexto de que él tiene la mañanera; con esa reducción dejó a las instituciones que conforman el gobierno sin espacios para difundir su mensaje, no importa si el Poder Judicial o el Legislativo tienen algo que informar, López Obrador cuenta con su conferencia matutina para decir lo que él quiera; tampoco importa que a las campañas de prevención de la salud, contra la violencia de género, las educativas, de participación ciudadana o a los informes de Protección Civil se les restrinja el acceso a los “tiempos oficiales”, porque lo único que cuenta es lo que el presidente quiera decir.
Tampoco es sutil la diferencia entre comunicación oficial y publicidad gubernamental, los gobiernos de todos los órdenes lo saben, sus oficinas de comunicación tienen como misión difundir el trabajo de las administraciones (federal, estatal y municipal) entre la ciudadanía para mantenerlas informadas, desde la notificación de una decisión gubernamental, el establecimiento de una política pública hasta avisos sobre las campañas relacionadas con los servicios básicos; las oficinas de comunicación social responden al reclamo ciudadano de transparencia y rendición de cuentas.
Que los gobiernos decidan gastar dinero público en la promoción de los individuos es un error, es una práctica corrupta, un engaño, promocionar la entrega de tinacos de manos de un presidente municipal, la oferta de apoyos a través de un gobernador, por ejemplo, intenta personificar en individuos los resultados de las acciones de un gobierno; ningún individuo tiene el derecho de abrogarse los actos que son responsabilidad de los colectivos que administran.
No se puede defender la publicidad gubernamental con el pretexto de que garantiza la libertad de expresión o el derecho a la información, eso es obviar que las oficinas de comunicación social no están cumpliendo con la tarea para la que fueron establecidas, mantener en el imaginario que todo gasto en difusión e información es un chayote.
A López Obrador le conviene la confusión, sólo él tiene el derecho al micrófono.
Coda. En El vendedor de silencio, Enrique Serna noveló la vida de Carlos Denegri, en los primeros capítulos, ese periodista se encuentra con un secretario de Estado del que tenía información suficiente como para “hundirlo: sesenta cuartillas que lo involucraban en peculados, fraudes a la nación y contubernios con empresas”, pero Denegri decide no emplearla porque “ese pájaro de cuenta le pagaba una iguala de cinco mil mensuales, facturados como ‘servicios de difusión’ en Publicidad Denegri, la empresa fantasma que había montado para lavar dinero”, concluye el columnista que no revelará nada, pero “Ya va siendo hora de aumentarle la tarifa, pensó. Con la iguala apenas me pagas los elogios, pero mi silencio te sale gratis”. Así ve el presidente a los periodistas, así trata la clase gobernante a los medios, como sus encubridores.
@aldan