La adopción de una “Realpolitik”, o política realista que asume un estado con referencia a su potencia relativa, ya sea vinculada a sus relaciones exteriores con otros gobiernos, o bien hacia el interior nacional con su respectivos ciudadanos o bien los adversarios políticos, en el momento presente de México, adquiere una particular importancia, debido a los usos y prácticas de cómo el actual presidente Andrés Manuel López Obrador está ejerciendo su estilo de gobernar. Muy al criterio liberal juarista de “a los amigos justicia y gracia. A los enemigos la Ley a secas”; lo hace ver magnánimo con los afines y amigos, pero estricto y con la Ley a secas, con los adversarios.
El sonado caso judicial presente versus Emilio Lozoya Austin está siendo claramente instrumentalizado por y desde la Presidencia de la República, para alinear y etiquetar unilateralmente a los supuestos enemigos del régimen de la 4ª Transformación nacional, a quienes endilga el epíteto de corruptos y, por ello, inmundos, aplicando, a todos los mencionados coludidos en la declaración del anterior imputado, el rigor institucional ya sea a través de la Fiscalía General de la República en procuración de Justicia, o bien desde la instancias mismas del Poder Judicial según sea competencia, ya en el punto de impartición de Justicia.
Usos y prácticas que me sugieren aventurar el paralelismo entre dicha “Realpolitik” y una “realRetorique”, que para el caso significaría un lenguaje que intencionalmente reduce los conceptos a sus estrictos términos opuestos, creando con ellos una visión de la realidad: dualista, dicotómica, excluyente y, por ello, maniquea.
Con tal restricción lingüística induce artificialmente los binomios excluyentes de: “corruptos/incorruptibles”, “torcidos/rectos”; “puros/inmundos”; “manchados/impolutos”, y así sucesivamente. Dialógica estrictamente dicotómica y, en consecuencia, maniquea. Que da como resultado una segmentación política del país, entre los corruptos de regímenes pasados y los pretendidamente nuevos “incorruptibles” de la presente tetra-transformación. Cuyo supuesto central es que con el régimen Morenista / Lópezobradorista queda establecido un antes y un después histórico de México; hacia atrás los regímenes del pasado todos corruptos, y hacia adelante el nuevo régimen prístinamente honesto, incorruptible, que el presidente mismo encabeza.
Paralelismo lingüístico que dista mucho de ser mera distinción de palabras y, por tanto, un discurso político dominante, que no tiene incidencia alguna en la cosa política real. Asunción por demás ilusoria y falsa, cuando es contrastada con la realidad de los hechos que sí afectan directísimamente el curso efectivo de la escena pública de México. Aparte de que tal uso maniqueo del discurso o narrativa presidencial oculta precisamente aquello de lo que no quiere hablar –y de lo cual hay suficiente evidencia–: crisis humanitaria de letalidad y afectación en salud debido a la pandemia del Coronavirus Sars-CoV-2, profunda recesión económica que induce la mayor pobreza laboral y alimentaria vista por décadas en México; inestabilidad del Sistema Educativo mexicano con índices de alta deserción e improvisación des-escolarizada; crisis sistémica financiera de mayores contingentes sociales; situación álgida de la seguridad pública y ciudadana; desestabilización administrativa pública en sectores claves de la formación social, por mencionar sólo los aspectos más relevantes.
Me explico. El discurso político dicotómico y maniqueo, al tiempo que justifica un estado real de cosas, mitifica su excepcional papel histórico, y más importante aún oculta aquello de lo que se rehúsa hablar. Lo dicho anteriormente.
Entonces, al avanzar la hipótesis de que una “realRetorique” está siendo construida, estoy implicando que la simplificación del diagnóstico de los fenómenos socio-políticos y económicos que nos aquejan, invocando una pura divergencia entre el pasado y el presente “promisorio”, es equiparable a una “fuga” hacia el pasado, para no afrontar los retos más importantes y críticos del presente ante el inminente futuro que, con toda razón y justicia, descalifican la actuación gerencial y gubernamental del régimen actuante.
La comentocracia más informada y visionaria de la sociedad mexicana está señalando esta fuga interesada hacia el pasado, para no afrontar lo incómodo y, aparentemente, inmanejable del gobierno federal en funciones de cara al próximo futuro –incierto a todas luces- de la nación. Siendo que el interés del actual “bloque en el poder” es simplemente remontar lo adverso y asegurar su posición política dominante, pronta a ser re-definida en las próximas elecciones locales del país. Por todo lo dicho, se puede afirmar que el interés de este “grupo histórico” es eminentemente electoral y su cálculo, en tal virtud, se vuelca a disminuir la potencia relativa de los adversarios, que fueran o están por ser. De eso se trata, de modelar la potencia relativa del grupo que hoy detenta el poder.
Lo paradójico del asunto es que al intentar de operar tal distorsión, tanto en el tiempo mirando y regresando al pasado –para conjurar como justificación a los fantasmas de la corrupción “institucionalizada”-; como en las materias y el objeto significativo de los cambios ineludibles e inevitables, so pena de permanecer en el estancamiento económico, en el incremento de la indigencia y el arrojar extensos conjuntos de la estructura de población a los deciles de cada vez más menores ingresos, es decir, a incrementar las legiones de pobreza en la nación entera. Este ocultamiento interesado desde el poder, explica la “Realpolitik” que aplica, con magnanimidad a sus amigos, y la aplicación de la Ley a secas, a quien declara –por delación criminalizada- a sus enemigos.
Para desenmascaramiento de esta “realRetorique”, simplemente refiero dos instrumentos lógico-cognitivos de gran utilidad:
- El cuadro de Oposición Lógica se compone así: A) Proposición Universal Afirmativa (Todos son/hacen…) – B) Proposición Universal Negativa. (Nadie es/hace…) C) Proposición Particular Afirmativa (Alguno es/hace) – D) Proposición Particular Negativa /Alguien no es/hace…). // Las proposiciones A y B cuando se oponen una a otra simplemente, son Contrarias. Lo que una firma la otra lo niega, por lo que son excluyentes, si una es verdadera la otra es falsa. Igual sucede con el binomio C y D, una frente a otra son sub-Contrarias. Aunque no necesariamente se excluyen, porque algunos que “son…”, pueden coexistir con otros “que no-son…”. Este juego de oposiciones produce los argumentos duales, dicotómicos o entendidos como maniqueos/excluyentes (corruptos/ in-corruptibles).
En cambio, si contrastamos las proposiciones A y D, o C y B entonces son Contradictorias, afirmada una relativiza lo que dice la otra y viceversa. Ante una afirmación universal, basta que su particular negativa se oponga, para que se refute el argumento principal. Estas forman los argumentos dialéctico-contradictorios, y son lógico-críticos. No radicalizan lo afirmado, pero sí ponen en juicio la validez argumental de su contradictoria.
Las líneas de oposición A y B, C y D que respetan su nivel (horizontal) de oposición, se llaman Alternas, y sólo difieren en la cantidad o comprehensión de los individuos de una misma especie o clase (Ej.: todos los músicos son; algunos músicos son…). Sólo difieren en la cantidad o número de los individuos o entidades involucradas.
De estas simples reglas de oposición, podemos inferir que el discurso –para el caso presente– político, puede mostrar su debilidad intrínseca, al construirse como meramente excluyente, dicotómico o maniqueo.
- La otra dimensión del tipo de narrativa por exclusión contraria consiste en callar u ocultar interesadamente aquello que, en los hechos reales e históricos, no se quiere o se decide no afrontar. En términos dialécticos o de relativización crítico-noética (del conocimiento) se designa como de post-posición en el tiempo de las contradicciones reales de algún hecho o evento histórico: – efectos reales de la pandemia; ahondamiento de la recesión económica, diferimiento de la injerencia o intervención inexcusable del deber público; evasión de la responsabilidad o exigibilidad de una función debida, por la posición habida de interés público y/o político.
Este consistente cuadro de oposición, sólo profundiza la división de la sociedad, porque desde el “bloque histórico” o el “grupo en el poder” polariza a grandes contingentes de los ciudadanos, y alienta su ánimo mediante emociones de reivindicación contraria, opositora en una irreductible línea horizontal, que luego convierte sus respectivos posicionamientos polares en excluyentes, dualistas, maniqueos… se alinean en los buenos y los malos, el pueblo y los potentados privados/oligárquicos; los corruptos del pasado y el impoluto grupo de honestos dirigentes del presente. El futuro…Ah! Ese se oculta, se esconde, se calla, se ahoga en el silencio. ¿Algo de esto le suena a usted?