Para educar un niño se necesita la tribu entera - LJA Aguascalientes
15/11/2024

No hay escuela igual que un hogar decente y no hay maestro igual a un padre virtuoso Mahatma Gandhi

 

Circula por las redes sociales una fotografía en la que aparecen una abuela y un niño delante de la computadora recibiendo clases en línea. La abuela toma nota mientras el nieto está boca abajo en el banco, como aburrido y fastidiado. La foto se acompaña de una frase que dice: “La realidad de las clases virtuales”. 

Es una foto que a todos los maestros nos hace sonreír con cierta tristeza, ya que la imagen es un retrato fiel de la situación. Si con jóvenes universitarios es muy difícil mantener la atención, no quiero imaginar lo que pasarán los maestros de básica para que los niños escuchen sus explicaciones y lo que sufrirán también los padres desempeñando el papel de maestros. 

Aún recuerdo mi experiencia de niña en el alto Pirineo, en un pueblecito de Huesca llamado, Laspaúles. En invierno nevaba tanto que mi hermana y yo no podíamos ir a la escuela, entonces mi padre se encargaba de darnos clases. Estas clases eran muy básicas, se limitaban a operaciones matemáticas que repetíamos en caso de error y a la lectura y escritura, esta última consistía en copiar páginas del Quijote, su libro favorito, y leerlas en voz alta. Afortunadamente eso no me hizo rechazar el libro, al contrario, es uno de mis favoritos.

Esa actividad suponía un gran esfuerzo para nosotras, casi tan grande como el de mi padre, al que seguramente no le apetecía nada hacer de maestro. Ambas partes los sufríamos y sólo esperábamos que el clima mejorara para poder estar con los compañeros y con la maestra a la que valorábamos como agua de mayo. Ahora es el virus, Covid-19, el que tiene a los padres realizando actividades con las que no se sienten familiarizados y que les está causando un gran estrés.

Definitivamente los padres nunca seremos buenos maestros de nuestros hijos. Una cosa es ayudarlos en sus tareas y otra diferente es mantener el ambiente del aula con todo lo que conlleva en horarios, orden, disciplina de trabajo y administración de los descansos y, por si no fuera suficiente, los hijos siempre cuestionan si sus padres sabrán lo suficiente para desempeñar ese rol.

No obstante, y a pesar de estos inconvenientes, el gobierno ya estableció que el regreso a clases en el ciclo escolar 2020-2021 será nuevamente en línea y solamente pasarán a ser presenciales cuando los semáforos estén en verde. Se ha tenido el buen tino de crear cuentas de correo electrónico a los alumnos y seis canales de televisión emitirán clases en diferentes horarios, previendo que en una casa pudiera haber más de un estudiante. Dichas transmisiones iniciarán el 24 de agosto y los conocimientos impartidos serán evaluados. También entregarán a los padres los libros de texto gratuito, que supondrá un gran apoyo para ellos.

En esta situación especial, padres, maestros, autoridades educativas y empresas están obligados a poner de su parte, para que nuestros niños sigan aprendiendo en casa y disminuir la presión que pueda ocasionar este escenario. 


Los padres deben considerar que nunca es tarde para enseñar hábitos a sus hijos y repetir las mismas rutinas de aseo, comida, uniforme, estudio etc. que tenían para ir a la escuela, ya que les proporcionará una gran seguridad. También deben reflexionar con ellos sobre la importancia de la educación y que noten a los padres contentos y comprometidos con esa misión, de esta manera será más fácil que los hijos hagan los ejercicios, estudien, investiguen y le presten atención a las clases por televisión, a su maestro en la cámara o trabajando en sus cuadernillos. Por otro lado, crear un ambiente de calma en el hogar ayudará a su concentración y sobre todo a su estado emocional.

Los maestros, por su parte, se han convertido en personas casi imprescindibles. Dedican muchas más horas que antes a la preparación de clases y utilizan sus propios recursos para ello. Su papel es sustancial y su estado de ánimo más. Demostrar optimismo y alegría logrará transmitir esperanza y motivación a sus alumnos.

Las autoridades educativas igualmente están obligadas a poner de su parte para que, ni a los alumnos, ni a los maestros les falten los medios para que puedan desarrollarse en este escenario tan peculiar. Sería un buen ejercicio realizar una adaptación curricular y liberar de algunos contenidos. En cuanto al aspecto económico, los presupuestos deben distribuirse y ejercerse de una manera más justa, que apoyen a maestros y padres de familia en situación vulnerable, ya que el fin lo amerita.

Asimismo, las empresas, sean privadas o públicas, también tienen mucho que aportar en estos tiempos y el hecho de flexibilizar los horarios o permitir que sus empleados trabajen en casa, ayudaría a que ningún niño se quede solo en el hogar. Son tiempos difíciles, pero si todos nos solidarizamos y cada sector cede una parte, al final ganaremos todos.

Cuando esta situación de pandemia termine, regresaremos al aula, pero la escuela no será la misma. Hemos explorado otros caminos y ese enriquecimiento debe enriquecer también la calidad de la educación, pero sobre todo tiene que servir para que ya no haya estudiantes en rezago y sin oportunidades. No cabe duda de que, como dice el proverbio africano: “Para educar a un niño se necesita la tribu entera”


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