Necesaria para el buen gobierno, formación y capacidad intelectual - LJA Aguascalientes
22/11/2024

SR: ¿Qué tanto tiene que ver la disposición política de las autoridades en turno para el crecimiento de Aguascalientes? 

 

OGR: Mire, yo pienso que no es una cuestión, como usted dice, de “disposición política”, ni tampoco de alardear que en el pasado se ha tenido tal o cuál experiencia. Creo que en general todos los gobiernos y quienes los integran, al menos al principio, quieren obrar de buena fe y quieren lo mejor para sus estados; no tengo duda de eso, y sería esquizofrénico que pretendieran lo contrario. Pero el problema es que con eso no basta. Hace falta una buena formación académica y política, capacidad intelectual y técnica, cierta experiencia, una visión distinta y moderna, tener una idea de lo que pasa en el mundo y, sobre todo, informarse muy bien, tomarse tiempo para pensar, para estudiar, para leer y reflexionar sobre cómo diseñar y ejecutar buenas políticas públicas y tomar las mejores decisiones. Se lo pongo de una manera muy simple: si usted quiere curarse de la influenza pues va y busca al mejor epidemiólogo, al mejor neumólogo, al mejor médico, porque supone que son los profesionales que se han preparado y que le pueden ayudar a resolver el problema. Bueno, en la política y en la función de gobierno pasa lo mismo, no es tarea para improvisados, no se hace en comidas interminables en los restaurantes de la ciudad, ni en las relaciones públicas, como si estuvierámos en la frivolidad de los años setenta u ochenta. Entonces, cuando se carece de ese equipamiento político, intelectual y profesional, pues la posibilidad de tomar malas decisiones es casi automática. 

Se lo resumo de una manera sencilla: cuando debatió con Nixon, que venía de ser vicepresidente de Estados Unidos y un, políticamente, muy corrido Kennedy, que era entonces un joven senador, le espetó: “tu experiencia en el viejo sistema no nos sirve para nada, pues los desafíos que enfrentamos son totalmente diferentes; lo que hace falta es una nueva visión”. Bueno, así de claro y así de simple. 

SR: Ante una situación que parece tan adversa ¿cómo puede visualizarse un repunte de la economía? 

 

OGR: Creo que en toda crisis hay muchas oportunidades; ya sé que es un  lugar común decir esto, pero es verdad y hay que tomar en serio la frase.  

Empezaré por decirle algo: estamos en una época fascinante.  Nunca como ahora habíamos tenido tanta información, de tan buena calidad, tan variada y tan rica, tanto de las cosas que sí funcionan como de las que no, en materia de políticas públicas. Es decir, nunca como ahora había habido tan buenas condiciones para ejercer un liderazgo político moderno, eficaz y visionario. Si esto es así, y yo estoy convencido de ello, me parece que estamos en un momento sumamente oportuno para ver con toda claridad dónde estamos como estado y como país, hacia dónde van las grandes tendencias globales, dónde quiere verse Aguascalientes en 10, 15 o 30 años, y cómo construir el modelo de desarrollo para avanzar en esa dirección. Insisto en algo que le he mencionado varias veces en esta charla: no estoy hablando de volver a los modelos de hace décadas, porque esos ya pasaron, ya no funcionan en el mundo o en el Aguascalientes de hoy, sino de algo diferente. Entonces hay que hacer, digamos, un corte, un balance lo suficientemente crudo, documentado y realista, para tener un diagnóstico claro y por lo tanto una base sólida de planeación estratégica para el futuro de corto y mediano plazos.

A mí me parece que el modelo de industrialización tradicional se agotó hace rato y que las industrias manufactureras de menor valor agregado –como la textil, confección y vestido- tendrán que encontrar fórmulas más innovadoras para competir ahora, por ejemplo, en el terreno del diseño, la logística, el marketing o el servicio a un tipo de consumidor que está cambiando también, porque de otra forma seguirá en el nivel más elemental y ése ya se está mudando a El Salvador, a Dominicana, a Filipinas. Otras industrias, como la automotriz o electrónica, tienen ya mucho más claro que su productividad depende de la mayor innovación tecnológica que introduzcan en sus procesos, y esto es una tendencia que se verá acentuada con la remodelación del mapa automotriz global o con el tremendo dinamismo en la industria del software o de las tecnologías digitales. En el sector primario, la transición inicial también ya se dio; el campo como tal sigue descendiendo como proporción del PIB estatal, y anda ya en un 3.5 o 4 por ciento, y nunca volverá a ser lo que era en los sesenta, de modo que el negocio está y estará cada vez más en el desarrollo agroindustrial y comercial, pero con componentes mucho más vigorosos basados en modernización, en biotecnología, en cadenas de distribución sofisticadas, en adelantarse a los cambios en el comportamiento del consumidor, en la experimentación ante las novedades en la genética, en los patrones de salud. Y así sucesivamente en otros sectores. 


Al mismo tiempo habrá que empezar, en serio, de manera integral y creativa, a construir una política pública que, a partir de lo que ya se tiene, detone una economía orientada al conocimiento, o, mejor dicho, a producir con base en el conocimiento acumulado. Hablo de identificar los sectores emergentes, los que mejor conectan con las megatendencias, e ir impulsando hacia allá la producción del estado. ¿En qué pienso? En biotecnología, en inteligencia artificial,  en desarrollo de nano-tecnologías, en desarrollo de materiales  nuevos, etc. No le estoy hablando del siglo que viene ni de China; estoy hablando de cosas que ya ocurren en otros estados del país frente a los cuáles nos estamos quedando rezagados. 

Finalmente, hay ya propuestas muy rigurosas al respecto,  hay que aprovechar el potencial del estado en el sector de los servicios; pero no me refiero a la fondita o al changarrito como se decía en tiempos del subnormal de Fox. Me refiero al desarrollo dinámico de una amplia, una vasta red de infraestructura de servicios médicos y hospitalarios, de servicios educativos, de servicios para los negocios, de servicios financieros, entre otros. No se trata de que estos reemplacen a los ya muy consolidados en el terreno automotriz o electrónico, los cuáles seguirán muy bien, sino de complementarlos con los sectores del Siglo veintiuno, para construir lo que podemos llamar la nueva economía de Aguascalientes. Hay numerosas experiencias en el mundo acerca de cómo las ciudades –y Aguascalientes es de hecho una ciudad/estado— van tomando su perfil, encontrando sus nuevas vocaciones y produciendo mucho mayor crecimiento, empleo de calidad y bienestar a sus habitantes en la medida en que se adaptan eficientemente a las tendencias que vienen o han emergido ya. Pienso que Aguascalientes tiene el tamaño ideal, la composición social, educativa y urbana apropiada, y sobre todo la urgente necesidad para emprender ese camino.


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