Planeación urbana: Dotación de equipamiento urbano y nuevas dinámicas familiares/ Rompecabezas urbano  - LJA Aguascalientes
08/04/2025

La magnitud e importancia que representan las ciudades es cada vez mayor. Actualmente, cerca de 70% de la población en México vive en áreas urbanas y se estima que para el 2030 este porcentaje aumente a 83%. En México, las ciudades representan los principales núcleos de concentración demográfica, servicios, infraestructura, equipamiento, empleo, tecnología y desarrollo industrial, por mencionar algunos ejemplos. En su interior las ciudades son un monumental entramado de zonas habitacionales, infraestructura (vial, energética, telecomunicaciones), áreas industriales, espacios de consumo y equipamiento. La organización de los componentes de una ciudad, generalmente, no es aleatoria. En materia de planeación urbana, existen diversos criterios e indicadores que definen su localización en una ciudad. 

En el caso del ‘equipamiento urbano’ (es decir, escuelas públicas de todos los niveles educativos, parques, museos, hospitales, mercados, oficinas gubernamentales), su ubicación dentro de una ciudad de México es regida por las Normas de Equipamiento Urbano, publicadas en una primera versión al final de la década de 1970 y reeditada sin mayores cambios por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) –hoy Secretaría de Bienestar– en la década de 1990. El objetivo central de dichas normas es garantizar la dotación de servicios públicos a los habitantes de una ciudad bajo la premisa de promover el desarrollo regional y urbano, el bienestar social y la protección y restauración del ambiente. Todo ello se realiza en función de dos criterios: 1) la densidad demográfica de la zona habitacional y 2) un radio de cobertura de cada elemento de equipamiento urbano. Por ejemplo, de acuerdo con dichas Normas, un Jardín de Niños tendría un radio de cobertura de 750 m y dar servicios a por lo menos 665 niños. Con la combinación de esos dos criterios se busca dotar a la población de una ciudad con el equipamiento urbano esencial para el desarrollo de sus actividades.

Sin embargo, las Normas de Equipamiento Urbano no contemplan que la población de una ciudad es cambiante, no sólo en términos de su volumen sino en sus características sociales, demográficas, preferencias residenciales, tipo de empleo y patrones de consumo. El momento histórico en que fueron definidas dichas normas indica que los criterios utilizados para definir la dotación y la distribución geográfica del equipamiento responde, entre otras cosas, al modelo familiar tradicional. Es decir, un modelo en el cual el varón es el principal o exclusivo proveedor y la mujer-madre y esposa dedicada únicamente a las labores domésticas y del cuidado de los miembros del núcleo familiar (García y de Oliveira, 2011, p.11). De manera que, dentro de ese esquema, se supone que las actividades educativas, recreativas, deporte y abasto, por ejemplo, se dan al interior de las áreas habitacionales principalmente. Por lo tanto, la localización del equipamiento debería estar en función a la vivienda y así permitir que las mujeres se hicieran cargo de la educación de los hijos, el abasto de alimentos, el cuidado de la salud, la recreación y el esparcimiento.

En los últimos años diversos estudios han dado cuenta de importantes cambios en las dinámicas familiares. Se reconoce un aumento en el porcentaje de mujeres adultas que se ha incorporado al mercado de trabajo. Se estima que, en 1990, sólo 38% de las mujeres latinoamericanas de 15 años y más eran económicamente activas, porcentaje que incrementó a 53% en 2010 y continúa al alza en estos últimos años –especialmente si consideramos la actual situación económica global. Entre los principales factores relacionados a este fenómeno están las estrategias de supervivencia familiares, sucesivas crisis económicas y el incremento en el nivel de escolaridad femenino (García y de Oliveira, 2011). La incorporación de la mujer en el mercado laboral se ha relacionado, además, con un aumento en los niveles socioeconómicos de los hogares, lo cual ha permitido la conformación de hogares nucleares y la consecuente disminución de los hogares extendidos (mayor privacidad e independencia). 

Estos cambios implican cambios radicales en la dinámica de las actividades cotidianas de las familias y en la forma en que se utiliza el equipamiento urbano. En principio, la incorporación de una cada vez mayor proporción de mujeres a la actividad laboral implica que otras actividades, como la asistencia de los hijos a la escuela o las actividades de abasto, ya no necesariamente se desarrollen en torno a la vivienda, sino que se lleven a cabo de forma diversificada a través del espacio y tiempo dentro de la ciudad. Adicionalmente, el incremento en los niveles de ingreso de las familias también abre posibilidades para que los patrones de consumo y el uso del tiempo de ocio ya no se lleven a cabo al interior de las unidades residenciales, sino que se desarrollen en función de los niveles de ingreso y las preferencias personales.

Considerar los cambios en las dinámicas familiares es un elemento más que permite cuestionar la efectividad de los criterios vigentes que se utilizan en materia de planeación urbana para definir la localización y la dotación de equipamiento urbano. Tal parece que ya no es suficiente abastecer las zonas habitacionales con el tradicional equipamiento urbano definido en las Normas de Equipamiento Urbano. Las nuevas dinámicas familiares sugieren que el radio de influencia del equipamiento o el número de habitantes ya no son indicadores determinantes. Tan solo el aumento en la participación de la mujer en el mercado laboral y principal responsable de las actividades domésticas podrían haber generado que las actividades educativas, recreativas, abasto y de salud ya no se desarrollen exclusiva o principalmente al interior de las áreas habitacionales, sino que ahora se llevan a cabo cerca de las áreas de trabajo o áreas estratégicas (aquellas con mayor conectividad, centralidad o calidad). Por lo tanto, vale la pena cuestionarse acerca de la efectividad que presenta el criterio de dotación de equipamiento en las áreas urbanas de nuestro país considerando la importancia que éstas representan con el objetivo de proponer nuevos criterios más acordes a la realidad de nuestras ciudades. 

 

Fuentes

Conapo (2018), Sistema urbano nacional y zonas metropolitanas, Consejo Nacional de Población. https://bit.ly/2OZfSTd 


Sedesol (1992), Sistema Normativo de Equipamiento Urbano, Secretaría de Desarrollo Social. 

García, Brigida y Orlandina de Oliveira (2011). Cambios familiares y políticas públicas en América Latina, Annu. Rev. Sacial. 2011, 37, pp. 613-633. 

García, Brigida y Olga Rojas (2002). “Los hogares latinoamericanos durante la segunda mitad del siglo XX: una perspectiva sociodemográfica”, Estudios Demográficos y Urbanos, vol. 17, núm. 2 (50), pp. 261-288.


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