- Entrevista a Brenda Ríos
- Un mapa de navegación, que nos descubre a artistas, poetas, músicas de diferentes partes del mundo y de diferentes tradiciones
Raras, ensayos sobre el amor, lo femenino y la voluntad, libro de ensayos de la escritora mexicana Brenda Ríos y publicado por la Editorial Turner, es un recorrido, una revisión vital por la obra de 25 artistas de diferentes épocas, países. Un recorrido que inicia en el sur del continente americano, y que termina con la autora sueca Kherstin Torval, que prácticamente desconocida al español y que es un bestseller en su país de libros para niños. Ríos la descubrió durante un viaje a Buenos Aires, en donde se encontró con el único libro traducido al español que ella ha podido encontrar. Pero de eso nos habla Raras: de los encuentros literarios, artísticos que te conmueven, que te sobresaltan, te sorprenden. Pero Raras también nos habla del azar, de la cacería, que muchos lectores emprenden para conocer más, para descubrir a nuevos artistas que te sorprendan, te desconfiguren, pero que te permitan entrar en nuevos territorios aún no explorados o poco explorados.
Raras podría ser pensado como un mapa de navegación, que nos descubre a artistas, poetas, músicas de diferentes partes del mundo y de diferentes tradiciones. A poetas jóvenes como a la colombiana Fátima Vélez o a la mexicana Xel-Ha López, a quién Ríos revisita mientras también nos cuenta de la vida y obra de escritoras tan emblemáticas como María Zambrano, Clarice Lispector, Anais Nin, Carson McCuller, Elena Garro, Inés Arredondo, Emily Dickinson, Sharon Olds, pero sin dejar por fuera la obra de artistas como la cantante inglesa Amy Winehouse, o la cantante norteamericana Becky G.
Por supuesto podríamos hablar de mujeres rebeldes a los estereotipos que su época determinaba. Pero ahí más que rebeldía: Hay profundidad, hay deseo, hay necesidad, hay ardor, hay fuerza en todas estas protagonistas del arte. Raras de Brenda Ríos logra presentarnos todo este abanico de arte, de fiereza, pero las logra poner a dialogar entre ellas, pero, además, es un homenaje y diálogo con el libro de Rubén Darío, Los Raros, publicado en 1896, que recopilaba la vida y obra de poetas admirador por el poeta nicaragüense.
Raras, ensayos sobre el amor, lo femenino y la voluntad, nos encontramos así con mujeres conscientes de su obra, pero que, por otro lado, sufrieron la vida al margen de esa obra. Poetas, prosistas, filósofas, compositoras, cantantes, cineastas y activistas de diferentes nacionalidades que conforman una selección de mujeres sobresalientes:
“El corpus de trabajo fue una definición completamente anti dogmática. Ya existían algunos textos que había publicado en la columna que tengo en la revista Casa del Tiempo, y me di cuenta de que ahí había algo, que llevaba mucho tiempo escribiendo sobre ciertas mujeres, pero fue una cuestión de azar, fueron cosas que leía en el momento, cosas que me encantaron, que me despertaron algo. Me hubiera gustado que hubiera más cineastas, de otros ámbitos. Por ejemplo, el ensayo sobre Amy Winehouse surgió después del ver el documental sobre su vida, que me conmovió muchísimo y me horrorizó al mismo tiempo. Pero es que justo hay cosas que te despiertan, que te llevan a escribir, y hay otras cosas con las que solo te quedas con la experiencia. Hay muchas autoras que no están, por ejemplo, no están Virginia Wolf, Mary Shelley, Simone de Beauvoir, que consideró fundamentales, pero yo creo que las que están es porque fueron un cruce de mis lecturas con lo que estaba yo pensando, viviendo. Originalmente iban a ser 21 autoras, por el libro de Los Raros de Rubén Darío, que tenía 21 autoras, y entonces quería respetar la relación de mi libro con su libro, que es poner en un solo sitio personas que admiro, pero que no necesariamente son tan cercanas a mí, pero que me despertaron una inquietud, una pregunta, un problema, y por eso está Becky G está al final.” Nos cuenta en entrevista la también autora del libro de crónica Cubo de Rubik (Camelot, 2018) y de los libros de poesía Escenas de Jardín (Mantos Editores, 2015), Aspiraciones de la clase media (Liliputienses, 2018), La sexta casa (ISIC, 2018), entre varios más.
Javier Moro Hernández (JMH): ¿Te interesaba entablar este diálogo con otras artes y artistas desde un principio o era un libro sobre autoras, sobre escritoras?
Brenda Ríos (BR): Este libro también podría ser interpretado como una especie de vidas originarias, sobre cómo yo interpreto que vivían o pensaban, porque como ensayista más profunda este libro me hubiera llevado mucho más tiempo, para hacer una investigación muchísimo más detallada, pero lo que quería hacer eran aproximaciones, que no es lo mismo que una reseña, que es en realidad una invitación, pero quería ponerlas en diálogo, hay muchas preguntas que siguen sin responderse, desde Anais Nin hasta Amy Winehouse, estas mujeres decidieron vivir de una manera y su obra está vinculada a esa manera en las cuáles ella decidieron vivir, y tomaron decisiones, como todos, y que quizás estas vidas imaginarias que yo pongo a vivir juntas, a cohabitar, nos permitan repensar muchas cosas, desde la literatura, el cine, la música. Me gustaría hablar más de las artes plásticas, pero logro en el ensayo de Gloria Gervitz, y ahí logró hablar de Georgia O’Keeffe, que me parece fascinante, que exploró muchísimas cosas de la sexualidad humana, y a mí me parecen fascinantes esos cruces, es decir hablar de las vidas, pero hablar de los temas.
JMH: El cuerpo, poner el cuerpo, decidir en el cuerpo, sufrir con el cuerpo. Es un tema importante en este libro, que los va entrelazando las diferentes vidas, está Anais Nin, está Georgia O’keeffe, está el reguetón con Becky G, como una decisión.
BR: También está Sharon Olds, que tiene uno de los poemas más bellos sobre el tema del envejecimiento. Pero en la poesía escrito desde mujeres tiene una visión que me interesa mucho sobre el cuerpo de las mujeres, del que siempre se habla desde la belleza, desde el deseo o del placer, pero hablar desde otro lado, desde una mujer viéndose a sí misma, y describiéndose a sí misma desde el envejecimiento, es una puesta en escena, es una perspectiva muy valiente, no cualquiera lo haría. Hay un ensayo de Cortázar, que habla sobre una actriz a la que llamaban La Bruja. Cortázar en este ensayo, nos habla de que fue a verla, y la obra consistía en que ella se desnudaba por completo frente al público. Y abría las piernas. Esa era toda la obra. Cortázar comenta que al principio todo el mundo estaba muy incómodo, todo el mundo empezaba a moverse, pero después de un rato ver a la mujer desnuda era lo más natural del mundo. Entonces, yo sí creo que llegar a ese nivel de contemplación de la obra, es lo más auténtico a lo que uno pueda aspirar. Llegar, contemplar a la mujer desnuda, es algo muy complicado. Yo sí creo que lo que tienen todas las mujeres que están en el libro es justamente eso: todas se desnudaron.
JMH: El desnudo no es solo físico, como dices, es el desnudo emocional, muchas de estrás artistas nos mostraron su mundo interior completo.
BR: Se dieron a sí mismas, lo cual es un tema bien difícil, porque hablamos de honestidad, la honestidad de la obra, lo auténtico de la obra, y el valor de la obra, porque uno puede tener una obra honesta sin talento, y eso es triste.
JMH: Es una honestidad talentosa pero algunas veces incomprendidas. O valorada a partir de las relaciones que mantuvieron. Podemos pensar en Sylvia Plath, cuya obra es vista a través de la relación con Ted Hugues o a Elena Garro a partir de la relación con Paz.
BR: Si, por ejemplo, está el caso de Clarice Lispector que todo el mundo la conoce, pero pocos la han leído realmente, o el caso de Anais Nin, que es muy famosa, hay una película basada en su libro.
JMH: Tus ensayos son aproximaciones, pero que cuestionan y analizan la vida de las artistas. Por ejemplo, el de Clarice Lispector, la despoja de cierta aura, de cierto misticismo. Son ensayos que valoran la obra, sobre todo.
BR: Es que luego endiosamos a los autores, nos pasa que creemos que tenemos a ciertos autores como santos patrones, y yo sí creo que, en estas escritoras, estas artistas, la separación de la vida privada con la obra, es prácticamente imposible. en la obra de estas artistas no es posible hacer esa separación vida vs. obra, ahí está la vida atormentada, inventada, monógama, de infidelidades, o sea, todo está ahí, porque ellas hablan de su vida. Su obra es la vida, la misma Inés Arredondo terminó cayendo en estos lugares de la mujer que espera al marido.
JMH: ¿Es un diálogo con ellas y entre ellas?
BR: Me gustaría decir que todo está fríamente calculado, pero como te decía, a mí me pasaba que estaba leyendo algo para el taller de poesía que daba, y fue así como me llegó un libro de Fátima Vélez, y entonces ese texto surge a partir de una lectura, así conocí a Sharon Olds también, entonces sí puedo decir que todo tiene que ver con lo que yo estaba viviendo en los últimos años, con lo que yo estaba leyendo, con lo que estaba escribiendo, porque también me clave escribiendo crónica, entonces leí mucha crónica, me hubiera encantado incluir por ejemplo a Leila Guerriero, pero incluí a personas con las que tuve que ver a partir de sus obras. También creo que se trata de dialogar, poner el foco a escritoras. artistas, que tal vez nunca lo van a tener, es como hace un mapa, este es mi cuaderno de viajes.
JMH: Hay otro elemento que mencionas, la cotidianidad de su vida. ¿Cuándo escribían? Lo cuentas, a veces, entre los intersticios de su vida privada, cuando el cuidado de los hijos o los esposos se los permitía.
BR: Clarice Lispector dice algo así, ya que contaba que tenía la máquina de escribir en la cocina, y que estaba escribiendo como loca en la cocina, pero si uno de los hijos la interrumpía, ella dejaba de escribir, porque ella mismo lo menciona, si hubiera tenido que decidir entre escribir y ser la mamá de sus hijos, hubiera escogido ser la mamá de sus hijos. Y te está hablando una autora consciente de su tamaño.
JMH: ¿Consideras que todas ellas estaban conscientes del poder, de la importancia de su obra?
BR: Hay unas que no, por ejemplo, creo que Jeanne Rhys no, a ella sí le ganó la vida atormentada, le ganó el alcohol, le ganó la soledad, como para creer en su obra, a ello no le tocó ver mucho la gloria.
JMH: Son ensayos cortos, porque es una manera de acercar a los lectores. ¿Los primeros textos eran así de cortos?
BR: No, hay uno de Inés Arredondo que recorté, y el de Clarice eran muy extensos. Originalmente eran dos textos de más de 20 cuartillas, y los editamos, para que fuera un libro con un buen ritmo de lectura, y no quería hacer la mini tesis ahí.
JMH: Otra parte, también está presente la música, está Amy, por supuesto. Pero quería preguntarte, centrarme en el entorno cultural que están pasando ahora: Está Becky G, el reguetón, y me imagino que tiene que ver con la observación del entorno.
BR: Creo que tiene que ver mucho con que yo estaba muy peleada con el ensayo meramente literario, estaba peleada con esos libros que solo hablan con lectores que han leído lo mismo que tú. De ahí que me interesen estos temas más ligeros, y me interesa muchísimo esto. Pero me interesan mucho estos fenómenos contemporáneos, el Tinder, por ejemplo, ¿cómo lo ven los chicos de veinte años o para mi generación? En general, pero también es que creo que me interesan muchos temas.