Tal vez pensemos que las escuelas de gráfica, los primeros talleres, fueron como los conocemos hoy, lugares en los que te escolarizas, pagas una cuota y tu llevas parte del material, pero no es así.
La gráfica se enseñó en los talleres de imprenta, bajo el sistema clásico de un taller de artesanos. Se ingresaba desde pequeño, los padres acordaban con los maestros artesanos, dueños de taller, las condiciones en las que los pequeños aprenderían y trabajaran.
Los maestros artesanos podían ofrecer el sustento y aprendizaje de los menores a cambio del trabajo. Tradicionalmente, los aprendices vivían en el taller o en espacio alternos a este, pero no siempre era así. Lo que un maestro artesano ofrecía a los padres de los chicos era el aprendizaje de un oficio que con los años le garantizarían un trabajo.
Por la jerarquía de un taller, los aprendices empezaban con lo más básico, la limpieza del taller, el acomodo de la herramienta, la preparación de las tintas, el acomodo y retirado de papel de las prensas. Conforme aprendían y crecían se les enseñaban las tareas propias de un taller de imprenta: grabado, litografía, composición, impresión y encuadernación, entonces pasaban a ser oficiales de una o varias de las tareas que les asignaba el maestro o en la cual eran más hábiles. Era común que aprendieran todas y ejercieran varias. Finalmente estos oficiales artesanos se convertían en maestros gracias a su destreza y dedicación al trabajo, eso los hacía responsables de alguna de las ramas o tareas de la imprenta.
Siendo maestro artesano y si se tenía el capital, era común que estos formaran su propio taller de imprenta. La labor más compleja y respetada era la de tipógrafo, por la complejidad y habilidad que se requería, además del conocimiento de las letras. Un maestro tipógrafo sabía leer y escribir, requería un gran conocimiento de la lengua y la ortografía.
La enseñanza de la gráfica en Aguascalientes inició a la par de la llegada de la imprenta, a partir de 1826. Obligadamente, para poder ejercer los oficios de la gráfica era necesario saber leer y escribir y para las imágenes, era fundamental saber dibujo.
En el siglo XIX las escuelas fueron una de las principales banderas de las nuevas repúblicas que anhelaban la democratización del conocimiento. Así se fundaron las Escuelas de Primeras Letras, para enseñar a la población a leer y escribir , de esta manera se podía tener acceso al conocimiento.
A la par, se establecieron las Escuelas de Dibujo, que se consideraba la base para todas las artes y las ciencias. Por la importancia del dibujo para los artesanos se crearon cursos especiales para ellos, con horarios que se adaptaran a sus labores.
Gracias a la fusión de estas tres, la imprenta, la enseñanza de las letras y la enseñanza del dibujo, es que se desarrollaron las artes gráficas en el Aguascalientes decimonónico.
Los primeros talleres de imprenta que ejercieron como escuela fueron tres: el de Juan María Gordoa (1826-1829), el de José María Chávez (1848-1864) y el de Trinidad Pedroza (1870-1930?).
Mención especial merece Antonio Valadez. Valadez fue un joven aprendiz de imprenta con José María Gordoa, el primer impresor de Aguascalientes; cuando se estableció la Academia de Dibujo de Aguascalientes en 1832, ingresó como alumno y fue tan destacado que llegó a ser Director de la misma entre 1835 y 1839, en ese mismo periodo introdujo la clase de grabado para hombres y mujeres. Fue el impresor de varias imprentas: la de la Sociedad de Amigos de Aguascalientes (1827), la de José María y Pablo Chávez (1835-1838) y la suya propia. Fue el maestro de José María Chávez en las artes gráficas y a él le debemos que no se rompiera la cadena de conocimiento de la gráfica en un Aguascalientes convulso entre 1835 y 1848.
El Taller de José María Chávez, además de ser el más importante taller de imprenta de Aguascalientes, fue el principal espacio de aprendizaje de la gráfica. En él se desarrolló el grabado, la composición tipográfica y la encuadernación, además de la introducción y desarrollo de la litografía. En este taller aprendieron Trinidad Pedroza, Sostenes Chávez y Macedonio Palomino, quienes se destacarían por desarrollar una nueva estética en la gráfica y la composición.
Trinidad Pedroza se destacó como el mejor litógrafo y grabador de entonces en Aguascalientes y al fundar su propia imprenta hizo de ella un espacio de aprendizaje como lo hiciera su antecesor Chávez. Con él aprendieron José Guadalupe Posada y Ricardo Rodríguez Romo, por hablar de los más destacados.
Durante el Porfiriato se establecieron las escuelas de artes y oficios con el objetivo de paliar, a través del conocimiento de un oficio, la pobreza. Así se fundaron en Ciudad de México, Chihuahua, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Veracruz, Yucatán y Jalisco. Sin embargo en Aguascalientes se seguía con el sistema tradicional de aprendizaje a través de los talleres de imprenta.
En tanto, en la Normal de Aguascalientes, fundada en 1878, se estableció la clase de tipografía para maestras y podemos considerar la primera enseñanza escolarizada de la tipografía para mujeres.
En este periodo los talleres de imprenta se multiplicaron en Aguascalientes, lo que permitió que el conocimiento de la gráfica se replicara no sólo por la ciudad, sino también por los municipios, Asientos fue el primer municipio en tener su imprenta fuera de la ciudad de Aguascalientes.
Hablamos de más de 26 talleres de imprenta en Aguascalientes en el Porfiriato, la mayoría en la capital. Muchos, si se piensa en la ciudad que era, el tamaño y la concentración de los mismos en lo que hoy es el centro. En esa ciudad bulliciosa aprendieron gráfica entre prensas y calles, Gabriel Fernández Ledesma, Francisco Díaz de León, Antonio Acevedo Escobedo y otros, quienes dieron al diseño gráfico mexicano una nueva cara en el periodo posrevolucionario.
La enseñanza escolarizada de la gráfica o a través de talleres libres será muchos años después, tras la revolución y en el nuevo periodo de institucionalización de las artes y la cultura. En tanto, la gráfica siguió perteneciendo a los talleres de imprenta y a los artesanos, un arte menor, como le llamaron en el Porfiriato, pero el formador de las primeras imágenes del nacionalismo mexicano desde la provincia, de las manos de maestros artesanos como Pedroza, Posada o Chávez, o los ya artistas Gabriel Fernández Ledesma y Francisco Díaz de León.