La naturaleza cambiante de la ciudad: Paseo Alcalde / Pensar el hábitat - LJA Aguascalientes
24/11/2024

Si algo podemos aprender de la historia de nuestros edificios y ciudades, es la existencia de un estado constante de adaptación y transformación. Conforme se presentan avances tecnológicos y transformaciones socioculturales, los paradigmas que dictan la gestión y construcción del hábitat cambian. Por ejemplo, la cocina, que pasó de reconocerse como un espacio de servicio, a ser el centro de la vida social, popularizándose el concepto de “cocinas abiertas” en muchas viviendas contemporáneas. O en una mayor escala, las grandes avenidas europeas que inicialmente fueron propuestas para la marcha de ejércitos fueron adaptadas para la circulación de autos o como paseos.

En el caso de la cercana Guadalajara, el recientemente renombrado Paseo Alcalde es una evidencia de esta evolución. Una calle casi tan vieja como la ciudad, fue siempre una importante vía comercial. Su orientación norte-sur y su paso justo enfrente de la Catedral Metropolitana y la plaza de armas han asegurado su vitalidad y relevancia histórica. Al igual que la mayoría de las calles de origen colonial, su sección era estrecha (10-12 metros). Aunque, siempre había “funcionado” bien, entrando en el siglo XX y de la mano del modernismo, el entendimiento del objetivo de una calle se transformó, acercándose más a la idea del movimiento y libertad que se representaba en el auto. Con esto y una gran voluntad política la calle se amplió en 1948, llegando a su sección actual de alrededor de 25 metros. Para esto se derrumbó una considerable proporción de la manzana poniente, mismo que representó una gran pérdida del patrimonio arquitectónico de la ciudad. El convento de San Francisco que ocupaba varias manzanas y se encontraba en el camino de la avenida, fue derrumbado casi en su totalidad, dejando solo dos templos separados por seis carriles de circulación.

Ahora Guadalajara era una “ciudad moderna”, con amplias avenidas, nuevas redes de drenaje y grandes edificios contemporáneos donde antes había anticuadas casonas antiguas. Sin embargo, el romance moderno no logró cautivar a los tapatíos por mucho tiempo. Con el incremento del tráfico vehicular, contaminación y ruido la vía fue perdiendo su humanidad. Se dificultó la comunicación entre ambos lados de la acera, los barrios se dividieron en oriente y poniente. Lo que antes era una calle caminable, se volvió un espacio hostil para las personas que atravesaba por el corazón de la ciudad, incluso permeando al interior de los edificios inmediatos, como la Catedral. Se había constituido una nueva realidad urbana, misma que era inherente a la concepción del centro histórico y que yo, junto a otros millones de tapatíos, la entendían como necesaria pues los autos tenían que circular.

Sin embargo, con la construcción de la Línea 3 de tren ligero, que contemplaba 2.5 km de su trazo debajo de Av. Alcalde, se propuso una idea descabellada en ese momento, peatonalizar la calle. Algo verdaderamente impensable en el imaginario colectivo de la mayoría de la ciudad ¿Pero como sería esto posible? ¿Qué pasaría con el tráfico rodado? A pesar de la oposición, el proyecto siguió su construcción (cabe aclarar que era indispensable cerrar la circulación vehicular temporalmente por las consideraciones constructivas de algunas estaciones de la línea 3). Aunque no fue una peatonalización total, en la mayoría del recorrido se redujo la circulación vehicular de seis a solo dos carriles.

Ni siquiera se había inaugurado el proyecto aún cuando la ciudad ya se había apropiado de estos espacios. Recuerdo que mis primeros paseos a principios de 2018, donde previamente mis recuerdos eran de caos y ruido por los autos y camiones, ahora había personas disfrutando del nuevo espacio público. Un lugar antes evitado se había convertido en un sitio de encuentro. Destaco el caso de “las retas” de ajedrez que juegan los adultos de la tercera edad cerca del jardín de la Reforma, una evidencia clara del éxito de este nuevo espacio público. Asimismo, cada vez la ciudad ha ido habitando más este nuevo paseo, muchos nuevos negocios locales han abierto. Cabe destacar que personalmente considero algo pobre la propuesta de diseño urbano con relación a los acabados y mobiliario. Sin embargo, lo más importante es destinar a las personas un espacio para andar seguros y con comodidad. Además, al ofrecer estas condiciones la vida social puede prosperar, algo crucial para la calidad de vida y el fortalecimiento de los tejidos sociales. Finalmente, se creó un sitio que favorece ciudadanos felices.

Lo que un espacio es, no tiene que serlo mañana. La ciudad evoluciona y sus ciudadanos también. Simplemente es parte de un proceso continuo (no por esto el cambio será inherentemente bueno). Pero el cambio es posible y creo que la calidad de vida es lo que debería de guiarlo, con proyectos críticos y reflexionados de por medio ¿Cómo podemos hacer un Aguascalientes más feliz?


[email protected] / @arnulfoaldaco

 

 


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