Corresponsabilidad/ Bajo presión  - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Anthony Fauci, el médico responsable de informar sobre la pandemia en los Estados Unidos sobre los esfuerzos que se hacen en aquel país para combatirla, dijo la semana pasada que, más allá de cualquier evaluación -y las declaraciones optimistas del presidente Donald Trump- se debería estar haciendo más, se debería hacer mejor. De acuerdo a The Washington Post, Fauci ya no informa a Trump, ya no está en la Oficina Oval y no ha hablado con él desde la primera semana de junio. No es difícil entender las razones del presidente estadounidense para relegarlo, a últimas fechas, Fauci tiene una visión distinta a la de Donald Trump, ha dicho que “es un buen hombre, pero ha cometido muchos errores” y pidió que no se siguiera adelante con la reapertura comercial. Eso, en Estados Unidos; en México es impensable llevarle la contraria al presidente Andrés Manuel López Obrador.

El principal experto en enfermedades infecciosas de los Estados Unidos ha sido relegado por Donald Trump, pero seguramente no se deshará de él, porque Anthony Fauci forma parte del equipo que está trabajando en el desarrollo de una vacuna y tratamientos contra el coronavirus. Fauci ha buscado otra forma de comunicar su mensaje que no sean las conferencias de prensa desde la Casa Blanca, ha multiplicado sus intervenciones en medios tradicionales y alternativos, concede entrevistas en medios digitales y participa en varios podcasts con tal de seguir diciendo lo que él piensa sobre la pandemia; de nuevo, en México, de nuevo, impensable, el sistema presidencialista nacional, vigorizado por López Obrador, Saturno invariablemente devora a sus hijos.

El subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud ha tenido su peor fin de semana en lo que va de la pandemia y, hasta ahora, la única gráfica en forma de V que se ha visto, pero invertida, es la de López-Gatell, quien se posicionó como rock star, se transformó en presidenciable y, ahora, en Twitter promocionan sus contradicciones e información como #DoctorMuerte.

La semana pasada, López-Gatell canceló la presentación del semáforo epidemiológico, en la conferencia del viernes, acusó a las entidades federativas de no mandar información consistente para la evaluación. En la del sábado, el subsecretario reconoció el desempeño de los 32 estados. En la del domingo, la emprendió contra los medios de comunicación, a los que acusó de mantener una agenda política de confrontación, en vez de optar por la unidad, y distorsionan la realidad. Molesto, el funcionario indicó: “¿Qué vimos en las primeras planas de hoy, que relatan lo que ocurrió ayer sábado? ‘Recula López-Gatell. ‘No reculo ni culpo, digo ‘corresponsabilidad’”.

En Twitter, insistió en el mensaje: “Llamamos a la corresponsabilidad para el control de la epidemia de #COVID19. Todas y todos podemos colaborar con prácticas sencillas: sana distancia, quedarse en casa si no es imperativo salir, proteger el estornudo, lavarse las manos y usar cubrebocas en espacios cerrados”. Desde el primer momento, lo que los medios han resaltado, es que López-Gatell usó por primera vez un cubrebocas durante la conferencia y que pidió a cada uno de los ciudadanos que se haga responsable de su cuidado y del de los demás.

Dos cosas irrefutables señaló López-Gatell, la primera en relación con la pandemia: buscar culpables es una actividad poco productiva; la segunda, que su papel es “irrelevante”, pues sólo cumple con su función mandatada por la ley. Así es, desde el principio, los mensajes contradictorios entre López Obrador y sus empleados, la ausencia de un ejemplo a seguir, el modelo elegido para dar seguimiento a la pandemia, el miedo a las estadísticas comparativas, la forma en que le restaron dignidad a las víctimas del Covid-19, todo, enviaron un mensaje muy claro, que cada quien se rasque con sus propias uñas, el llamado a la corresponsabilidad de López-Gatell, como su papel, es irrelevante cuando López Obrador asegura, una y otra vez, que la pandemia “se tiene domada”, cuando el presidente se ha encargado de destruir todos los puentes necesarios para la corresponsabilidad entre el Gobierno Federal y la sociedad civil, al reducir a los ciudadanos a “pueblo”.

Sobre la irrelevancia confesada por López-Gatell, insisto, irrebatible. Cuenta su sueño Nabucodonosor en el Libro de Daniel que “La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro”, pero los pies son de barro, siempre.

Coda. En La estrategia de la ilusión, Umberto Eco recoge una serie de ensayos previamente publicados en periódicos y explica por qué le gusta escribir en ellos: “para releerme el día siguiente y para leer las reacciones de los demás. Juego difícil, porque no siempre consiste en sentirse seguro ante la aprobación y en dudar ante la desaprobación. A veces hay que hacer lo contrario: desconfiar de la aprobación y encontrar en la desaprobación la confirmación de las intuiciones propias. No hay reglas. Sólo el riesgo de la contradicción”, sólo eso, pienso mientras recuerdo un comentario en Facebook a una columna en la que mencioné al subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, y alguien, quien seguramente lo idolatra, me advirtió: “De López-Gatell no vas a estar hablando pvta”.

 


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