María Luisa Vivas
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El pasado miércoles 27 fue un día especial para Daniela Muñoz Jiménez. Después de iniciar su transición de hombre a mujer en 2017, ese día recibió el último documento que acredita su identidad femenina: su pasaporte.
“Me alegra muchísimo compartir con todes que hoy recibí este regalo. El último documento que faltaba… Mi pasaporte. Finalmente, mi identidad como mujer existe y resiste a ojos de otros países! El mejor día para este regalo! #lgbtqpride” escribió en su perfil de Facebook.
La felicidad que implicaba la culminación de tres años de cambios físicos y legales se vio opacada tres días después cuando recibió una llamada por parte de su jefa, Haidé Negretti Rodríguez, coordinadora del Centro de Impulso y Vida Estudiantil (CIVE) de la Universidad La Salle, quien le notificó que ya no era requerida como docente para el ciclo escolar por iniciar en agosto próximo. Era el último día del “mes del orgullo” por la diversidad.
El argumento, según cuenta en entrevista, fue que solo tenía una clase y al haberse reducido la matrícula de alumnos a causa de la pandemia, la institución había decidido “eliminar” a los maestros que menos clases tenían.
No siempre fue así. Hace cinco años, cuando fue contratada por primera vez tenía al menos cuatro grupos a su cargo, daba dos talleres e impartía seminarios. “Todo iba muy bien siendo Daniel, teniendo la imagen y la identidad de hombre”.
Sin embargo, dice, decidió transicionar dos años después de haber ingresado a la planta docente, y todo cambió.
Un día, cuenta, en la entrada del campus Benjamín Franklin se le acercó “el hermano actual en curso de la Universidad La Salle”, es decir, el rector Enrique Alejandro González Álvarez, y le dijo que no le gustaba su imagen.
“Me dijo que esa no era la imagen de un doctor. Mi imagen de recién transicionada, a eso se refería.
“Yo le contesté, apelando y abogando por los derechos de la diversidad en general, que solamente yo decidía mi identidad y mi apariencia y que nadie más podía ni tenía derecho a decirme cómo verme y quién ser”.
A partir de ese incidente, relata Daniela –quien es médico general y cuenta con una maestría en Filosofía Social por la Universidad La Salle– empezaron a quitarle grupos o darle los que tenían menos alumnos hasta que finalmente un semestre ya no le dieron grupos, tampoco le dijeron que había sido despedida y no le dieron liquidación alguna.
“Reuní pruebas, mensajes, correos, audios, WhatsApps… donde les demostraba que el haberme despedido fue un hecho franco de discriminación”.
Luego se dirigió al área de Capital Humano, donde 15 minutos después de una charla le dijeron que ya tenía grupos y le pidieron “de favor” que tomara eso como “un malentendido” y olvidara lo de la discriminación.
“Por amor a mi casa de estudios lo hice, olvidé todo, pero ahora entiendo que hice mal”, lamenta Daniela, cuya formación académica trascurrió desde el kínder en escuelas Lasallistas.
La profesora decidió interponer una denuncia ante la Conapred y la Copred pero su intento no tuvo eco porque no hubo cambio alguno. Siguió sufriendo discriminación en su alma mater de diversas maneras, pero la que más le afectó fue que solamente le daban un grupo y con pocos alumnos.
La finalidad, dice, era “ocultarme, invisibilizarme, por órdenes directas del rector”, el Doctor Enrique Alejandro González Álvarez. Eso fue lo que le confesaron sus jefas directas, Haidé Negretti y Rocío Martínez.
“Me acerqué con ellas un día y les pregunté por qué seguían discriminándome, ocultándome, invisibilizándome y me dijeron que teníamos que ir poco a poco y que no podían mostrar mi imagen tan rápido, que no era lo indicado”.
Momentos después, cuenta, le confesaron que estaban amenazadas: “Si no me invisibilizaban si no me ocultaban, la consecuencia era que iban a correrlas a una de la dos o a las dos, entonces por miedo a perder su empleo seguían órdenes”.
Finalmente, el martes pasado Haidé Negretti le llamó para informarle que ya no era requerida en la Universidad y que estaba despedida. Ello a pesar de que la Universidad informó por sus medios oficiales que ningún docente sería despedido durante la pandemia.
El argumento que le dieron fue, justamente, que solo tenía un grupo y la disminución de la matrícula estudiantil consecuencia de la crisis económica generada por la pandemia.
Para ella solo fue el pretexto ideal para despedirla por su condición de mujer transgénero y aprovechando el flaqueo que tuvo la Conapred tras la polémica que desató la invitación del youtuber Chumel Torres a un foro sobre discriminación, cuya participación generó el enojo de la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Müller, y derivó en la renuncia de la directora del organismo, Mónica Maccise.
Daniela señala que la Universidad La Salle debe comprobar y transparentar la información sobre la disminución de la matrícula estudiantil y si fue tan significativa para hacer despidos en la planta docente, cuántos y por qué razones.
Enfatiza en el último punto porque, dice, la calificación docente que ha recibido por parte de sus alumnos “es maravillosa” y desde la noticia de su despido le han dado ánimos y fuerzas para seguir resistiendo. A ello se suma que nunca ha tenido una sola falta administrativa.
Su caso, según dice, no es el único pero ella es la primera que se ha atrevido a hacer público su caso.
Daniela enfoca su crítica en el rector Enrique Alejandro González Álvarez pues, afirma, entre la comunidad Lasallista sí existe solidaridad, fraternidad y respeto a la diversidad.
Es él, sostiene, quien ha mancillado al grupo de la diversidad que existe en la Universidad a pesar del recién creado Comité Estudiantil para la Igualdad de Género y su símil conformado por personal administrativo encabezado, casualmente, por Haidé Negretti. Para ella ambos comités son solo una simulación para calmar “ímpetus activistas”.
–¿Haría alguna petición a la Universidad y en particular al rector?—se le pregunta.
Sin dudar, Daniela dice que el rector debe renunciar por dos razones: por toda la injusticia que ha provocado a la diversidad y porque justo en junio concluyó su tercer periodo de tres años a que tiene derecho. Extraoficialmente, comenta, se extendió el periodo del rector un año más debido a la contingencia.
Por lo pronto alumnos de la Universidad han iniciado una campaña en redes sociales para denunciar la transfobia que existe al interior de la institución y la protesta ha recibido el respaldo de otros colectivos, entre ellos el de Las Brujas del Mar que convocó al paro nacional de mujeres en marzo pasado.
En @LaSalle_MX despidieron a la maestra Daniela Muñoz. Ella es una mujer trans, y denuncia que desde que inició su transición había recibido tratos discriminatorios que terminaron en su separación de labores.
Eso, es transfobia.
— Las brujas del mar (@brujasdelmar) July 1, 2020
@LaSalle_MX mantiene dentro de su claustro docente a múltiples maestros denunciados de abuso sexual, pero despide en plena pandemia mundial a una admirable maestra miembro de la comunidad LGBT+, no es la primera vez que se le discrimina y exigimos una respuesta pública de lasalle
— (S)aint-Malo. (@emiliamezcua) July 1, 2020
Que lastima que en una institución como @LaSalle_MX una maestra sufra de discrimación por ser ella misma. Al igual, ¿Qué seguridad le dan a sus maestros y alumnos de expresarse y ser ellos mismos? pic.twitter.com/Vlb0viR1wt
— brujasdereims (@brujasdereims) June 30, 2020
A @LaSalle_MX le debería dar VERGÜENZA el trato que le dieron a la profesora Daniela Muñoz. Prometen que ningún docente perdería su puesto durante la pandemia y se lo quitan a una profesora maravillosa en vez de otros con acusaciones de acoso sexual a alumnas#LaSalleTransfobica pic.twitter.com/SlIBgHqHr6
— Frida De Sales ⟭⟬⁷ BLM (@friday_dev) July 2, 2020