La polarización y la 4T/ El peso de las razones  - LJA Aguascalientes
27/12/2024

Existe un consenso más o menos amplio en las ciencias sociales y humanidades con respecto a la polarización: es un grave mal social que estanca la solución de los problemas públicos, resquebraja el tejido social, nos da una falsa impresión de desunión, antagoniza a la ciudadanía y promueve la incivilidad. Muy pocas personas han defendido, desde la academia, esta situación: Chantal Mouffe y Ernesto Laclau, y su defensa del agonismo político, son paradigmáticos de una posición que por fortuna iba de salida en la discusión en la teoría política.

A pesar de este relativo consenso en favor de la democracia deliberativa, de la posición que favorece la resolución argumentativa de nuestros desacuerdos, y de la búsqueda de establecer un terreno común para el diálogo, México rema contra corriente en su vida pública. Este clima polarizado e incivil es promovido desde el Ejecutivo y algunos de sus cercanos.

En primer lugar, esto se debe a un desacuerdo sobre nuestra concepción de lo político y la política. ¿Se trata de resolver nuestros problemas públicos siempre en busca del bien común?, o, por el contrario, ¿no se trata más que de la lucha reglamentada por el poder? Se entiende, si la res publica es sólo la lucha maquiavélica por el poder, en la cual desestimamos por completo los medios mediante los cuales se obtiene, polarizar puede dar réditos políticos. Ésa es la hipótesis bajo la cual se opera desde Palacio Nacional. Parece que puede ser útil hacer distingos dicotómicos e inciviles: chairos/fifís, liberales/conservadores, neoliberales/socialistas, izquierda/derecha, amigos/enemigos de la cuarta transformación. Es simple, la polarización enciende las emociones, y eso mueve más que cualquier argumento. El razonamiento es sencillo: si muevo las emociones de una buena parte de la ciudadanía que se refleja en mi lugar del espectro político, saldrán a votar el día de las elecciones. Si la oposición busca, por el contrario, brindar razones que hagan que la otra parte del espectro político salga a votar, fracasarán. El triunfo está asegurado: pensemos en Trump, Bolsonaro o López Obrador. Un cínico conocido simpatizante de la 4T lo resume en una frase de ésas que tocan las fibras de las personas: “se trata de agitar el refresco”. Para ellos, y tienen razón, la oposición racionalista hoy no agita ni una Chaparrita.

Pero la polarización es sumamente riesgosa. Y lo es en varios aspectos. En primer lugar, un cínico maquiavélico no tarda en encontrar a su contraparte. Y cuando dos cínicos se encuentran en la arena política, dos que ven la polarización beneficiosa en su búsqueda del poder, la agudizan y la tornan día con día más incivil y antagónica. Mi hipótesis es que la 4T la ha encontrado ya en el expresidente Calderón y su nuevo partido político, que temo será la representación de la extrema derecha a la mexicana. En segundo lugar, cuando es el partido en el poder el que atiza el fuego de la polarización, comete un error fundamental: cualquier gobierno pierde aceptación cada año de ejercicio del poder. La tendencia es universal y siempre es a la baja. Cambia lo empinado de las pendientes, pero siempre hay una pendiente. Eso significa que basta que un partido político polarice en sentido contrario para que inmediatamente se vuelva un rival competitivo. Por ello, los partidos en el gobierno suelen dejar de lado la batalla incivil de las campañas políticas cuando ejercen el poder, y cambian su discurso por uno de unión, acuerdo, pacto y bien común. No ha sucedido así con el partido que gobierna México y esto da lugar a un tercer y último peligro. Cuando los dos peligros anteriores se cumplen, esto suele tener un impacto en las encuestas. El partido en el gobierno empieza a sentir que puede perder el poder en las intermedias y en la próxima presidencial. Ese miedo se refleja en mayor polarización, antagonismo e incivilidad, y se empieza a buscar el poder por otros medios: por ejemplo, atacando al árbitro imparcial de las futuras elecciones. 

Lo dije en este mismo espacio hace algunos meses. López Obrador se ha mostrado ya de cuerpo completo: conservador, proteccionista, nativista…, mi miedo era que se mostrara también como un enemigo de la democracia, ésa que lo llevó al poder. Mi miedo, para nuestra desgracia, parece que tenía algún fundamento.

 

[email protected]


Show Full Content
Previous Historia de la gráfica en Aguascalientes. Parte III: mujeres impresoras/ En la paz de estos desiertos 
Next El IMCO y la competitividad de los estados/ El apunte 
Close

NEXT STORY

Close

Celebra su XV Aniversario la Orquesta Amigos de la Música

13/07/2014
Close