“El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu, pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo”, Friedrich Nietzsche.
Miles de variables se están presentando en la historia de nuestros días, particularmente en México existe una elevada gama de opciones para poder dirigir las palabras de esta columna, sin embargo, considero que las críticas al gobierno sobran, también las propuestas para que pueda hacer mejor las cosas, de tal modo estimado lector he seleccionado hacer una referencia de un libro que quita el velo a posibles escenarios a los que se enfrentará la humanidad en los próximos años Homo deus, del historiador Yuval Noah Harari.
Los seres humanos se han encargado de construir parámetros objetivos y subjetivos, no obstante, existe una proporción que le da sentido a estos dos elementos de contrastes, me refiero a la intersubjetividad. La ficción no es mala, es elemental, sino existieran relatos aceptados en un contexto generalizado sobre temas como la economía, la política y la interacción social, la moda, los modales, sería evidente que ninguna sociedad humana podría funcionar. No se puede pretender jugar al ajedrez si al menos los jugadores y el público entienden las normas inventadas. Lo mismo sucede con las historias y relatos, cuando se olvida que son pura ficción parecería que eso es la realidad.
Nos encontramos ante un estímulo digital que avanza en una proporción poco calculable, que va a toda velocidad, la inteligencia artificial tiene la capacidad de segmentar la información de nuestros gustos, procesarla de manera veloz y poner en nuestra barra de sugerencias de Netflix todas aquellas películas y series que saben que nos gustaran. Ese tipo de algoritmos puede calcular la preferencia electoral y del mismo modo puede hacer que un auto de la marca Tesla puede conducirse sin un conductor, válgame la redundancia. Dentro de muy poco resultará muy difícil poder diferenciar la ficción de la realidad y la religión de la ciencia será en consecuencia más difícil, pero también más esencial que nunca.
“El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no de épocas felices”, Friedrich Nietzsche.
La religión es una de las principales características del homo deus, le es necesaria para su interacción existencial, es decir, la afirmación de que la religión es una herramienta para para preservar el orden social y con esto facilitar la cooperación en torno a un sistema. Existe una brecha que es importante dilucidar, una cosa es la religión y otra cosa muy distinta es la espiritualidad, en palabras directas, la religión es un pacto, mientras que la espiritualidad es un viaje. De tal modo que la claridad que existe con el pacto permite que la sociedad defina leyes, normas, que regulan la interacción entre los seres humanos.
La ciencia no se puede separar de la ayuda religiosa, por muy poderoso que se pretenda el humano, siempre ha tenido la tendencia para poder crear instituciones viables que perduren y garanticen cierto tipo de estándares a sus adeptos. La ciencia aún no sabe cómo dar respuesta a muchas preguntas que la religión sí, mientras que la espiritualidad se encarga de formular preguntas distintas.
El homo deus avanza en un camino lleno de pretensiones, es irónico su comportamiento incluso ha llegado al punto de quitarse la vida por no obtener alguna cantidad económica, y pongo este ejemplo porque el valor del dinero es una clara reseña de lo que es subjetivo, no podemos comernos un pedazo de billete, sin embargo, con ese billete se puede conseguir comida.
Es fundamental y de vital importancia dilucidar que mientras que el homo deus se encarga de destruir el medio ambiente para resguardar su estilo vida u ostentar una vida con estilo, la tecnología sigue avanzando, cada vez es más normal ver que una máquina sustituye a un ser humano, lo podemos ver en algunos países en las tiendas de servicio, en donde las cajeras ya no son necesarias puesto que una máquina puede cubrir sus actividades. Y de ese mismo modo existen muchos ejemplos más, las clases virtuales, las aplicaciones, etc.
Probablemente esta sea la última oportunidad que tengamos como especie, antes de que acabemos con las demás especies, antes de que destruyamos todos los paisajes hermosos que la vida nos regala, antes de que se extienda otro virus letal y rompa con la maldita rutina, antes de que comencemos una guerra por el petróleo y antes de que acabemos con nosotros mismos.
In silentio mei verba, la palabra es poder.