- Sólo el 46% de las mujeres en edad de trabajar se incorporan al campo laboral
- La carga de cuidados las obliga a trabajos precarios de uno o dos salarios mínimos
Los efectos económicos de la pandemia tendrán un mayor impacto en las mujeres, una población que se incorpora aún en un porcentaje limitado al campo laboral, especialmente en la informalidad, al recaer en ellas el trabajo de cuidados, lo que hace necesario que esta situación sea observada para la creación de una política pública, manifestó Patricia Olamendi Torres, consultora de la ONU en Derechos Humanos.
Expuso que las cifras del Inegi hacen evidente que el sector poblacional más vulnerable es el de las mujeres, quienes para poder hacer frente a la doble y triple jornada de atención a los hijos y al hogar, se ven en la necesidad de buscar ocupación remunerada de medio tiempo o en la informalidad, especialmente en el sector comercio y de servicios.
Según datos de la OCDE, en México, de las mujeres en edad de trabajar solo se incorporan al campo laboral un 46 por ciento, una cantidad pequeña con relación al número de mujeres; Una situación que se agravó en el pasado sexenio pero que sigue la misma tendencia en el actual, es que los salarios de las trabajadoras son de uno a dos salarios mínimos, aproximadamente 22 millones de mujeres están en ese rango.
Además, muchos de estos empleos están relacionados con la precariedad, pues hay informes que el empleo de las mujeres en México tiene cara de informal; ya sean temporales o por solo algunas horas, al ser una realidad que el trabajo de cuidados de niños. adultos mayores, discapacitados y enfermos recaen principalmente en ellas.
La activista observó la necesidad de que las mujeres cuenten con el servicio de guardería, pues si bien los espacios de cuidado para niños que coordinaba Sedesol no eran los más adecuados, al eliminar un programa tan necesario como es este, de apoyo a las madres trabajadoras, se debió realizar a la par una propuesta similar.
Darles dinero a las mujeres para que finalmente se vieran obligadas a quedarse en casa, finalmente no es lo más recomendable; la razón es que en México está reconocido formalmente que el 30 por ciento de los hogares son únicamente sostenidos por una mujer; si bien esta cifra es oficial la realidad la rebasa, lo que significa que si la madre no sale a trabajar, no hay manera de que esa familia logre un ingreso, al ser una situación que debe tener una especial observancia en los programas sociales.
Recordó que después de la Conferencia de Beijing, en 1995, se logró que el Inegi hiciera una publicación que se llama Hombres y Mujeres en México para hacer evidente la problemática con datos duros, ahora la tragedia es que parece que ahora esa información no sirve de nada a la hora de realizar políticas públicas.
Destacó que desde el 2001, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre comercio y desarrollo, se hablaba de la conveniencia de Renta Básica o Ingreso Vital. A partir de ello actualmente un grupo de legisladores piden que les sea concedida, ante los estragos de la pandemia, se les dé –particularmente a las mujeres–, un ingreso de tres meses de salario mínimo; si bien se trata de un paliativo, ante la pérdida de empleos, garantiza que no tengan sólo un ingreso.
“Es un tema de justicia social, pero es una posibilidad de apoyar a los grupos más desfavorecidos”, expresó. De igual modo, se pide que el IMSS o el Issste garanticen el servicio de salud al menos por seis meses a quienes pierden su trabajo, como una manera de apoyar esta situación.
Reiteró que con las recientes decisiones, entre ellas la decisión de que las Casas de la Mujer Indígena, producto de una sentencia de la Corte Interamericana, no tendrán recursos este año, es un ejemplo de cómo se limita o estrangulando las pocas y precarias políticas públicas que se han construido a favor de las mujeres, violando la ley al no aplicar el presupuesto de presupuesto y responsabilidad hacendaria, que señala claramente que ningún programa dirigido a la igualdad puede ser objeto de reducciones.