Libros protestantes/ En la paz de estos desiertos  - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Igual que los hombres de letras, los reformadores con una genuina formación espiritual se emanciparon de la antigua dependencia gracias a la imprenta.

Elizabeth L. Eisenstein

 

En 1867 se imprimió en las prensas de Trinidad Pedroza en Aguascalientes, el primer libro original de grafía protestante en México, El despertador de los fanáticos: extracto de los retratos de varios papas del zacatecano Juan Amador.

Antes de que un libro protestante pudiera imprimirse en México tuvieron que suceder al menos tres oleadas de cambios políticos y culturales profundos. La primera fue sin duda la Reforma Protestante del siglo XVI, seguido de la autonomía de Las Trece Colonias y la Independencia de México. 

Cada uno de estos procesos históricos estuvieron acompañados de la letra impresa y favorecieron la expansión de la empresa tipográfica y con ello la impresión de ideas y libros.

Para Lucien Febvre y Henri-Jean Martín, la Reforma Protestante liberó un tipo de “campaña de prensa”, a la vez que descubrió lo que la imprenta podía hacer para aquellos “que querían llegar hasta la opinión pública”. Así, el desarrollo del protestantismo está vinculado desde la publicación de las Noventa y cinco tesis de Lutero en 1517, a la expansión de la imprenta y difusión del libro por el continente europeo y posteriormente por el americano. 

El hecho de que el primer libro protestante enteramente mexicano se haya impreso en Aguascalientes no hace más que motivarme a tratar de contar esta historia de vínculos e intercambios.

Juan Amador, antes de convertirse al protestantismo, fue un activo liberal que juró y defendió la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma. Originario de Zacatecas, se vinculó con los liberales de Aguascalientes a través de la prensa local en la cual participó como escritor. Era parte del grupo que promovió la educación de las artes y técnicas para artesanos a través del periódico El Artesano, editado e impreso en el Taller de José María Chávez en 1856. En este pequeño pero significativo grupo de escritores estaban Estevan Ávila, Martín W. Chávez y Severo Cosío, quien fuera gobernador de Zacatecas, todos ellos reconocidos y activos liberales en la región.


Esta historia es importante porque la relación y cercanía de Amador con Severo Cosío, le permitió acercarse al protestantismo a través de Julio M. Prevost, un médico del ejército norteamericano que se estableció en Zacatecas en 1856 y se casó con la hija de Cosío. Prevost, siendo protestante presbiteriano, se dedicó a difundir sus creencias religiosas que coincidieron con la postura crítica de Juan Amador, lo que desencadenó en la creación de la escritura y publicación, diez años después, de su libro El despertador de los fanáticos (1867) y dos año después, la publicación del primer periódico protestante de México, La Antorcha Evangélica.

Para entonces la Imprenta de José María Chávez en Aguascalientes estaba en declive tras su muerte (1864), se habían hecho responsable de ella Néstora Pedroza, su esposa, y su hijo Sóstenes. A la vez, nuevas imprentas surgían y con ello la diversidad de temas e intereses. Es entonces que se empiezan a editar libros de filosofía y política, y los autores locales comienzan a figurar más allá de la prensa.

Trinidad Pedroza fue el más destacado grabador, litógrafo e impresor del Taller de Chávez, se inició en el oficio siendo muy joven y la cercanía familiar le permitió ser uno de los hombres de confianza, tanto, que José María no dudaba en dejarle la responsabilidad de la composición de libros en su ausencia.

Con todo lo que aprendió en el Taller Chávez y en medio de la incertidumbre por la imprenta familiar, Pedroza no dudo en construirse su propio camino ya como maestro artesano. Fue responsable de varias imprentas antes de poder hacerse de una de capital propio, fue así que en 1867 editó y compuso la obra de Juan Amador, y no meramente por interés económico, sino por empatía ideológica.

Trinidad fue muy cercano a Martín W., hermano menor y el más radical de los Chávez, vinculado a Esteban Ávila, con quien estableció un imprenta, la Tipografía de Ávila y Chávez, donde se imprimió el famoso Cuadro Sinóptico del Estado de Aguascalientes (1861) de Isidoro Epstein. Posteriormente Trinidad se vinculó a la imprenta de Martina Chávez, viuda de Martín, promotora del protestantismo en Aguascalientes, mujer de letras, empresaria e impresora.

Todo esto sucedió alrededor de los mismos años en que se imprimió el libro de Juan Amador, cuando el protestantismo en México y específicamente en la región, estaba finalmente dando sus primeros frutos, ejemplo de ello es el periódico la Antorcha Evangélica, publicado en Villa de Cos, y la fundación del primer Templo Presbiteriano del país en el mismo municipio zacatecano en 1870.

No es casual que en 1869 Trinidad y Martina formaran una sociedad para establecer una nueva imprenta que presumía de tener nuevas familias de tipos móviles enviadas desde Estados Unidos por el mismísimo Dr. Julio M. Prevost. En la historia no existen las casualidades y de Martina les hablaré en otra ocasión.

La trascendencia de la publicación de Juan Amador nos desvela una historia poco conocida de Aguascalientes vinculada a la historia del protestantismo: junto a un predicador había una imprenta y con ellos, sus libros. No por nada la historiadora estadounidense Elizabeth L. Eisenstein le llamaba “la religión del libro”. 

Hoy sé de buena fuente que ese vínculo ineludible y entrañable de libros y protestantismo, perdura en algunas familias.

El libro de Juan Amador puede, por todas estas características, considerarse Patrimonio Bibliográfico de Aguascalientes. Lo añadimos a la lista.


Show Full Content
Previous Infierno/ Bajo presión 
Next “Política exterior feminista” excluye a migrantes y refugiadas
Close

NEXT STORY

Close

Argumentar con negacionistas/ El peso de las razones 

25/01/2022
Close