En esta suerte de intercambio epistolar es un honor que se nos una el Dr. Luis Muñoz Fernández a quien siempre es un placer leer o escuchar y con el que he tenido la oportunidad de hablar en más de una ocasión. Cabe mencionar que el Dr. Muñoz tiene, entre otros títulos, un Máster en Bioética y Derecho por el Observatorio de Bioética y Derecho de la Universidad de Barcelona y es además, Coordinador de los Comités Hospitalarios de Bioética en la Comisión Estatal de Bioética y Presidente del Comité Hospitalario de Bioética por lo que sería pretencioso debatir con él.
El artículo que publica en El Heraldo de Aguascalientes el 9 mayo bajo el título “Los médicos en formación y la pandemia” inicia con la cita del código deontológico español, donde en resumen señala, categóricamente, que el médico no puede abandonar a sus pacientes incluso en una epidemia mucho menos por el temor de enfermar o por que las circunstancias del enfermo lo pongan en riesgo. Posteriormente desglosa el proceso formativo necesario para poder ejercer la profesión médica, en lo que llegamos a un punto en común, los médicos internos de pregrado así como los médicos pasantes de servicio social, son aún estudiantes de Medicina.
El doctor cita un par de editoriales recientes (abril 2020) publicadas en las prestigiosas revistas Journal of the American Medical Association y el New England Journal of Medicine que tocan los temas que nos tienen embebidos en esta discusión, misma que no sólo he tenido en los periódicos sino en redes sociales e incluso con colegas en la vida diaria. Es un tema que tiene al mundo médico vuelto de cabeza; como dice Muñoz Fernández, en los temas bioéticos no hay fórmulas mágicas, no se trata de recetas de cocina, siendo para muchos médicos, complejo. El razonamiento científico que pareciera ser más determinista y tajante en la práctica médica (no es así, pero muchos lo toman a rajatabla) dista mucho de lo intangible de una argumentación filosófica.
No quiero extenderme mucho en el tema de los internos para poder reservar espacio a otro tema importante al respecto. Sólo emitiré la que es, hasta ahora, mi opinión: Los médicos internos al ser estudiantes no deben ser sometidos a un riesgo innecesario en este momento. Particularmente, en el Estado de Aguascalientes las circunstancias epidemiológicas no han llegado aún -y espero así siga- a una sobresaturación del sistema de salud que haga necesaria la presencia de médicos en formación en áreas clínicas, donde se expondrán en vano a una enfermedad potencialmente mortal. Ahora bien, como señaló en la carta previa, esto no justifica la pérdida del año en curso y agregó pueden buscarse otras vías por las cuales los estudiantes puedan colaborar: Al inicio de la pandemia había oído que los estudiantes de la Universidad Cuauhtémoc (donde tuve el gusto de coincidir con el Dr. Muñoz como profesor) se integraron a un call center donde apoyaban con información, orientación e incluso preguntas de tamizaje sobre Covid-19.
Como comentaba previamente, desde el enfoque de administración de recursos humanos y economía de la salud, sería un suicidio arriesgar nuestro capital en formación cuando aún estamos muchos disponibles, con mayor preparación y obligación moral y legal, para atender la emergencia sanitaria.
En el mismo sentido, me preocupa aún más la nota publicada en Animal Político el 10 de mayo: “Cirujanos se niegan a atender pacientes Covid; “nos están abandonando”, acusan internistas”. Retomando el código deontológico citado por el Dr. Muñoz, el médico no debe ni puede dejar de lado a su paciente aún en caso de epidemia y temiendo por su propia salud.
No obstante tenemos por otro lado la Declaración de Ginebra firmada en 1948, múltiples veces enmendada para adaptarse a las circunstancias actuales y considerada el reemplazo del juramento hipocrático. Inicia muy de la mano con lo expuesto: “Prometo solemnemente dedicar mi vida al servicio de la humanidad. Velar ante todo por la salud y el bienestar de mis pacientes”. Y agrega: “Cuidar mi propia salud, bienestar y capacidades para prestar una atención médica del más alto nivel” Es importante saber que la Declaración de Ginebra no debe leerse sola sino junto con otras políticas de la Asociación Médica Mundial y en particular del Código Internacional de Ética Médica adoptadas posterior al documento ginebrino. En este último se estipula que “el médico prestará atención de urgencia como deber humanitario, a menos que esté seguro que otros médicos pueden y quieren prestar dicha atención”.
Creo que pocas profesiones tienen tan marcados sus deberes y obligaciones. Pero debido a los abusos derivados de estos códigos se han dictado sus derechos. El Comité Nacional de Arbitraje Médico (Conamed) ha hecho un listado entre los cuales se estipula: “El médico tiene derecho a laborar en instalaciones apropiadas y seguras que garanticen su práctica profesional. Tener a su disposición los recursos que requiere su práctica profesional. Percibir remuneración por sus servicios prestados.”
Regresemos al artículo Animal Político,los médicos que se niegan a atender pacientes Covid (no sólo son cirujanos) tienen razón en su reclamo en cuanto a la falta de material y preparación para atender la pandemia. Ahora bien, quienes lo están haciendo tampoco tuvieron la preparación tomando en cuenta que es una enfermedad totalmente desconocida para todos.
Si nos atenemos a los códigos éticos a los que se somete el ejercicio médico, todos los médicos titulados estamos obligados a brindar atención al paciente, más aun teniendo un compromiso contractual con las instituciones. Pero como dice el Dr. Muñoz, hay circunstancias contradictorias, por un lado, tenemos el deber ético de atender al paciente y por el otro, el derecho de salvaguardar nuestra integridad y de exigir que las autoridades velen porque se tengan los elementos necesarios para prestar la atención con seguridad tanto personal como a los pacientes mismos. Quienes se niegan a atender a los pacientes no pueden recurrir al Código Internacional debido a que se aclara: “a menos que se esté seguro que otros médicos pueden y quieren prestar dicha atención” y queda sobreentendido que sus compañeros han sido rebasados por la situación.
Pero entonces, ¿cuál es la conducta correcta? ¿Los médicos debemos atender a los pacientes así, sin elementos de seguridad, equipo necesario, material y medicamentos básicos?
Además del abandono de las autoridades, el equipo de salud sufre el desinterés de la sociedad, que no sólo espera que ellos los atiendan, sino que continúa realizando actividades que los ponen en riesgo. Escribo esto la tarde del 10 de mayo, las noticias destacan las colas para comprar flores y pasteles, que obvio no se adquieren para regalarlos a través de una reunión cibernética, mis vecinos tienen un convivio en el salón del condominio y por la noche pude oír varias serenatas a la distancia.
Hay una serie de historias de compañeros que atienden a alguien que saben es un asesino, porque es el deber del médico, y días después son agredidos por su propio paciente. Tenemos los pacientes con enfermedades crónicas a los que consulta tras consulta se les explica la importancia de apegarse a la dieta y al tratamiento farmacológico y día a día llegan más complicados, eso sí, esperan de nosotros milagros, todo esto también está estipulado en los derechos de los médicos. Aun así, se les atiende. Pero ¿cuándo nuestra salud y en particular la de nuestras familias están en riesgo? Si bien en lo personal me quedo con los pacientes hasta ese punto puedo entender a quienes se nieguen a hacerlo. Mi crítica está en el abandono a sus propios compañeros, a dejarlos solos.
Algunos dirán que es la forma de presionar a las autoridades y puede que tengan razón, dadas las circunstancias, un paro se antoja como la única salida viable que deja la negligencia gubernamental quien a conveniencia ha usado los códigos éticos de la profesión médica para usarlos en nuestra contra y lavarse las manos de sus obligaciones. Pero en este sentido, comulgo con el “Profe”, debemos recordar qué nos trajo a ser médicos y encontrar la manera de presionar a quienes deben proveernos de material. Existen, sin lugar a duda, situaciones que volverán a poner en la mesa la discusión bioética como por ejemplo ¿es correcto filmar y fotografiar las condiciones en las que se atienden a los pacientes? ¿Hasta dónde es por el bien de ellos y hasta dónde se violan sus derechos a la privacidad?
En fin, es un mundo complicado y lo único que queda claro, aunque se insista en lo contrario, es que las autoridades no estaban preparadas. No se esperaba lo estuvieran en enero, pero no han hecho nada por solucionarlo. La sociedad médica nacional e internacional, deberá sentarse nuevamente como lo hizo hace ya más de medio siglo a replantear sus obligaciones y derechos. El SARS-CoV-2 nos ha venido a enseñar cosas que no sabíamos de fisiopatología, medicina molecular, inmunología, etc., pero también ha aflorado carencias importantes en el área más humanística de la Medicina.
Para concluir, el Dr. Muñoz usó una de las citas del doctor Prellegrino que más me gustan y en la que me inspiré para redactar la que tengo fijada en mi cuenta de Twitter: “La Medicina es un cupage de ciencias exactas, ciencias biológicas, químico-físicas y humanidades… es el ejemplo de un blend perfecto”.
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