¡No pagué para estudiar así! Comentó un alumno muy enojado en una asignación que tenía que entregar la semana pasada donde, debían describir cómo son sus días durante la cuarentena.
Estoy completamente de acuerdo con él e incluso creo que los profesores y maestros, ahora tenemos un tiempo completo que no es remunerado como tal, si la educación superior iba encaminada al trabajo en línea, pero de golpe tuvimos que trasladar nuestras aulas a una plataforma y el trabajo pedagógico que ello requiere es infinitamente mayor al presencial.
En muchos de los casos los alumnos tienen severos problemas de conectividad, y que digo alumnos, también profesores. Escuchaba una capacitación de mi esposo, nuestros escritorios son contiguos, donde les enseñaban a usar Microsoft Teams y uno de sus compañeros pidió trabajar desde la universidad pues en su casa no contaba con internet, lamentablemente, le fue negado el acceso.
Y qué decir de algunas materias de secundaria donde, irresponsablemente, los profesores asignaron proyectos a realizar muy caros, con materia prima con la que no se cuenta en casa y poniendo en riesgo la integridad física y quizá hasta de las instalaciones de la vivienda.
Ninguno de nosotros estaba preparado para esta contingencia, es decir ni las instituciones ni los docentes ni los estudiantes, sin importar el nivel, estábamos listos para enfilarnos al ciento por ciento en la era digital.
Tenemos que reconocer que, el crear o antologar el material para trabajar en línea no es sencillo. Es importante el saber jerarquizar la temática, seleccionar las fuentes, sintetizar y elegir la estrategia a seguir para impartir la materia.
Tener una signatura en línea no significa dar miles de lecturas y hacer pocas preguntas sino encontrar los instrumentos que nos llevaran al aprendizaje.
Lo que sucede cuando se suben lectura y lecturas, y asignación sobre asignación es que el estudiante no logra fijar el aprendizaje pues se pierde entre toda la información que de golpe “se adquiere”.
Como docentes desarrollamos otras habilidades y en ocasiones ni con estudios superiores sobre medios digitales se puede lograr, a la primera el éxito en el aprendizaje.
Todos estamos sufriendo el proceso de adaptación, los chicos realizan sus tareas de las 8 de la mañana a las 9 de la noche sin que tengan claro algo de lo que están estudiando.
Se presionan, no logran completar las asignaciones y el resultado es deficiente ¿por qué? Porque no se media entre el conocimiento y el número de asignaciones, me explico, no por darles 20 tareas en una semana, de una sola materia, ellos tendrán el mayor conocimiento, sino que, si yo elijo para ellos la parte más sustancial con menos actividades probablemente tendrán un resultado más óptimo que cuando los saturé de trabajo.
Debemos reconocer también que perdimos privacidad. No únicamente damos clase y ellos pueden ver nuestra casa, sino que los estudiantes envían mensajes en horas no laborales, no apropiadas y no de manera muy cortés.
Se siguen las conversaciones en WhatsApp como si fueran interminables y olvidan los buenos días, tardes, disculpe. Por si fuera poco, se molestan si uno no responde en la madrugada además de creer que no todas las actividades tienen valor dentro de la calificación final.
La jornada laboral inicia a las nueve de la mañana y no sabemos a qué hora terminará, pues entre el tiempo que se destina al diseño instruccional de los temas, subir, calificar material, enviar correos electrónicos permanecer en comunicación con ellos vía lo que sea y responder sus preguntas retóricos de ¿qué es una infografía? ¿el quiz era importante? ¿me deja entregarle después? y ¿tenía que hacer todas las asignaciones? El habituarse al trabajo en línea es exhaustivo e interminable pues además de todo eso tenemos que justificar el trabajo que hacemos, entregar reportes y acciones remediales para que los angelitos que están viendo Netflix todo el día aprueben la materia pese a los que son comprometidos y entregan sus deberes en tiempo y forma.
La educación en los tiempos del Covid-19 es muy complicada pues no tenemos estudiantes autónomos y muchos padres de familia no ayudan mucho pues creen que con que sus hijos entreguen cualquier cosa, hecha a la carrera, ya cumplió, evitando así que los estudiantes den su mejor esfuerzo.
El arranque del trabajo en línea a sido complicado, algunas universidades muy organizadas, otras sin conocer sus recursos buscaron otros sin darse cuenta de lo que tenían, muchas impulsaron todo 100 en línea y pocas clases virtuales sin embargo, donde veo mayor provecho es en las universidades que apostaron a horas virtuales manteniendo su horario normal de clase, eso provocó mayor control con los alumnos y aprovechamiento de tal manera que ni los docentes pasan todo el día corrigiendo las tareas ni los estudiantes trabajando sin sentido pues, aún nos falta para llegar ciento por ciento a la digitalización del aprendizaje.
Lo que viene en mayo lo suponemos, clases en línea, ambientes virtuales y estudiantes que requieren urgentemente ser autónomos.
Laus Deo
@paulanajber