Como una plaga apocalíptica, el Covid-19 ha desatado una y mil situaciones adversas que no son, específicamente, producidas por la enfermedad sino por el estrés y la mala información derivados de este.
El miércoles recibí en WhatsApp un mensaje reenviado que decía que habría toque de queda a partir del viernes a las 8:30 (por cierto, no especificaron si de mañana o noche). Posteriormente el viernes volví a recibirlo, pero esta vez con fecha del sábado y así como ese una serie de cadenas sin certeza o verdadero valor científico o social.
Reconozco que las que me parecieron interesantes fueron aquellas sobre teorías de conspiración entre Estados Unidos y China, textos que podrían, tener algo de cierto en esta aparente guerra biológica.
En fin, lo importante es que gracias a la “desinformación” se suscitaron compras de pánico, bueno, aún ocurren por lo que, es interesante el observar qué es lo básico para nuestra sociedad.
En la fila del hipermercado, donde acudí a comprar una caja de leche, dos paquetes de fruta congelada, aceite de coco y botana, tuve que esperar 25 minutos para poder llegar a la caja y felizmente salir de ahí. Durante esos minutos de aburrimiento tuve la oportunidad de observar lo que llevaban para la cuarentena, donde denotaron sus preferencias alimenticias y fue entonces cuando me pregunté ¿qué llevaría yo para confinarme en el fin del mundo o en el fin de los tiempos?
Las personas que estaban justo frente a mi llevaban dos cajas de refresco de cola pequeñas, unos cuatro galones de jugo, cuatro o seis botellas grandes de detergente para ropa, 4 botellas de champú, tres paquetes de papel de baño gigantes y todas las cajas de pañales que pudieron tomar, y estaban angustiados por no haber encontrado suficientes pañales.
Al lado de mi una pareja había colocado en su carrito muchas botellas de champú, un par de detergente de ropa, 2 galones de limpia piso, cuatro paquetes enormes de papel de baño, un costal de croquetas y un carrito completo de agua embotellada.
Eso era lo que llevaban en su mayoría las personas, incluyendo pan de todo tipo y uno por ahí que agregó unas buenas botellas de tequila, pa’ sufrir menos durante el encierro. Todos hablaban de llevar pasta o servilletas sin que alguno se preocupara por otro tipo de víveres.
Fue muy interesante, observar sus prioridades. Claro, cuando vemos las películas del fin del mundo siempre vemos a los actores limpios, aseados, peinados y nunca con hambre, por cierto, entonces tanto detergente, limpia piso para desinfectar todo, champú y papel higiénico manifiesta un fin de los tiempos limpio.
Naturalmente todos tenemos dietas diferentes y si yo hubiese llevado el carrito lleno de verduras congeladas y productos orgánicos la gente me hubiera mirado con extrañeza, tal como lo hice yo al ver la cantidad de bebidas azucaradas que eligieron.
Como imaginamos el confinamiento y la ansiedad que nos produce no nos permite pensar, verdaderamente en todos los aspectos. Por ejemplo, el pan caduca con facilidad, sobre todo en esta época así que lo recomendable sería, en todo caso, comprar los ingredientes pero, aquí viene otro conflicto, el gas. No todas las colonias tienen gas natural y si ya no se surte o por la falta de liquidez no podemos comprarlo entonces ¿Cómo lo hornearíamos o cocinaríamos las pastas que se compraron?
Cada uno tenemos una visión distinta de la situación, vivimos realidades diferentes y poco realistas en algunos aspectos, lo que es claro es nuestra poca preparación para este tipo de contingencias.
En otros países el agua del grifo es potable, el gas no se reparte en cilindros, sino por tuberías y eso facilita muchísimo las cosas y garantiza el suministro. Las plantas embotelladoras y las gaseras no pueden dejar de trabajar pues dependemos de ellos para subsistir y los repartidores de gas se encuentran en peligro de contagio al entrar y salir de casa y recibir pagos en efectivo.
¿Qué llevarías en el fin del mundo? Para subsistir y prolongar la vida lo más posible, esa es la pregunta interesante que nada tiene que ver con refrescos, botana, papel higiénico y tequila sino con lo que verdaderamente es básico.
Necesitamos casas más sustentables con paneles solares y electrodomésticos que no requieran más que energía eléctrica para funcionar, así solucionamos el problema del suministro de gas, por otro lado, los huertos urbanos pueden ser la solución al abastecimiento de alimentos, por ejemplo, si plantamos una sola papa germinada podemos cosechar 4 kilos.
Volvemos a la pregunta ¿qué te llevas en el fin del mundo? ¿Qué es lo que en realidad vale la pena y se necesita? El pan de caja, el papel higiénico, el champú, los teléfonos celulares ¿qué es lo importante?
Sabemos que en esta ocasión la pandemia no nos llevará a morir, pero es asombroso cómo el miedo, envalentonado por el ego, puede llegar a hacer. ¿Para qué tenemos que estar preparados en realidad? No lo sabemos, pero mientras eso sucede en este año u otro es importante permanecer en paz y reinventar los estilos de vida y la solidaridad.
Esta contingencia nos orilló a lo digital, al teletrabajo y estudio, la nueva era, la digital termina de instalarse y después del Covid-19 las cosas no serán iguales, nos transformaremos como sociedad en muchos aspectos, pero, pero, la evolución esa es individual.
Laus Deo | @paulanajber