- Festejamos el nonagésimo aniversario porque los universitarios, como todos los seres humanos, necesitamos recordar los momentos que son parteaguas de nuestra existencia: Enrique Graue
- La autonomía es un derecho que debemos ejercer y ratificar cotidianamente: con firmeza, con seriedad, con convicción y con determinación
Los recientes acontecimientos políticos y sociales en toda la región de latinoamericana muestran claramente que la autonomía no es un hecho consumado. “Es un derecho que debemos ejercer y ratificar cotidianamente: con firmeza, con seriedad, con convicción y con determinación”, expresó el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Enrique Graue Wiechers en su artículo “90 años de la Autonomía Universitaria” publicado en el último número de la revista Forum, del Foro Consultivo Científico y Tecnológico.
Añadió, “hoy festejamos el nonagésimo aniversario porque los universitarios, como todos los seres humanos, necesitamos recordar los momentos que son parteaguas de nuestra existencia. Y ha sido gracias a la autonomía que hemos alcanzado la libertad de disentir y de expresarnos, de combatir el autoritarismo, de crecer en libertad y de poder seguir transformando a México”.
Historia
Después de avatares legislativos e inagotable porfía, en mayo de 1910 se promulgó la Ley Constitutiva de la Universidad Nacional de México, pero en ese mismo año, la Revolución mexicana irrumpió en la vida universitaria y no fueron pocos los que plantearon la necesidad de independizar a la Universidad de la entonces Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes.
En octubre de 1917 la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo se convirtió en la primera escuela de educación superior en nuestro país en obtener el carácter de autónoma; para 1918 lo logró la Universidad de Occidente, hoy Universidad Autónoma de Sinaloa. También, la Universidad del Sureste, hoy Autónoma de Yucatán, en 1922, y de la Universidad de San Luis Potosí, en 1923.
“En la Universidad Nacional, la semilla de la autonomía había germinado y solo hacía falta que una lluvia alimentara el crecimiento del tallo de su gobierno independiente”, relata el doctor Graue Wiechers.
Tras la inconformidad de más de 15 mil estudiantes por un director impuesto, y los cambios en los sistemas de exámenes, la huelga en la universidad no se hizo esperar. En este escenario, la concesión de la autonomía sería uno de los mejores activos para pactar entre la comunidad universitaria y el entonces presidente Portes Gil.
La Ley de la Autonomía de 1929 cristalizó el anhelo de esa generación y puso los cimientos y la convicción en los universitarios de defender y proteger los principios básicos de la autodeterminación, sin presiones ajenas a sí misma. Desde entonces existe la Universidad Nacional Autónoma de México. “Podemos imaginarlos satisfechos, convencidos de su lucha, gratificados con los resultados, con el espíritu en alto y con la esperanza en el futuro”.
Gracias a esos principios, expresó Graue, la universidad pudo sortear exitosamente las injerencias externas de la década de los años treinta; luchar contra el dogmatismo y las imposiciones políticas y educativas de esa época; transformarse en 1933 y resurgir en 1945 con una nueva Ley Orgánica, que hoy nos rige y brinda estabilidad, concluyó el rector de la UNAM.
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