- La simulación no representa ningún cambio en la desigualdad estructural
- La lucha por los derechos humanos laborales y la igualdad salarial sigue siendo necesaria
Si un centro laboral conmemora los 25 de noviembre con el color naranja y, ahora, se unió al paro del 9M, cuando el feminismo interesa porque vende, pero continúa con la subcontratación, pagando menos a sus trabajadoras y pretendiendo que el acoso no es un problema del espacio laboral, sino de las mujeres que trabajan ahí, su apoyo al movimiento feminista es una simulación y no representa ningún cambio en la desigualdad estructural que vivimos a diario, manifestó Sara Montes Ramírez, coordinadora de Colectivo Raíz.
Dentro de su participación en la rueda de prensa que ofreció ayer la Comunidad Feminista de Aguascalientes para informar de las actividades en vísperas del 8 de Marzo, Día Internacional de las Mujeres, la activista en defensa de los derechos de las obreras de la maquila del sector textil hizo una invitación a recordar que el día internacional de la mujer tiene su origen en la lucha por los derechos humanos laborales y la exigencia de la igualdad salarial, demanda que 100 años después sigue siendo necesaria.
Destacó que, según el Observatorio Nacional de Trabajo Digno, actualmente en nuestro país las mujeres perciben 16 por ciento menos de salario que sus pares hombre, mientras tanto, empresas de toda la República han salido a declarar su apoyo al movimiento de mujeres que luchan por su derecho una vida digna, sin embargo, son estos mismos centros los lugares en los que se suscitan a diario situaciones de acoso, invisibilización y discriminación por razones de género.
Recalcó que según datos de la última Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), una de cada tres mujeres son víctimas de acoso en sus centros de trabajo: “Desde Colectivo Raíz les preguntamos a las empresas de Aguascalientes: ¿hay protocolos para atender el acoso laboral?, ¿los salarios son iguales para hombres y mujeres?, ¿los sindicatos representan legítimamente a sus agremiadas?”.
Sara Montes observó que los anteriores cuestionamientos responden a indicadores de condiciones dignas y equitativas de trabajo que hacen imposible imaginar un futuro laboral en el que sea posible conciliar la vida familiar y laboral, que condicionan el derecho a la salud con permisos imposibles y que deciden apoyar políticas públicas patriarcales, ahora pretenden dar permiso de parar con toda la carga simbólica que esto representa.
Consideró que entre las principales violaciones hacia las trabajadoras están precisamente dentro de los contratos colectivos de trabajo o cuando las madres no pueden amamantar a sus hijos en los centros de trabajo, si no comprueban antes que tienen leche para hacerlo, a pesar de ser un derecho de las mujeres y de los pequeños en su primera infancia.