Putin y Erdogan: la política arriesgada/ Taktika  - LJA Aguascalientes
17/11/2024

Moscú, Federación Rusa. 29 de febrero de 2020. El presidente Vladimir Putin entabla conversación telefónica con su contraparte francesa, Emmanuel Macron. El tema central es Siria. El mandatario francés solicita definir un “plazo a la ofensiva militar en el noroeste sirio y respetar el derecho internacional humanitario, la protección de la población civil, del personal y el acceso humanitario”.

Como un tigre siberiano que huele la debilidad en su presa, Putin informa a Macron sobre “los pasos tomados para combatir a los terroristas en el noroeste de Siria” y que todos los aspectos de un acuerdo sirio “serán discutidos substancialmente en la reunión cumbre ruso-turca que tendrá lugar en los días venideros”.

La escena arriba narrada sirve como preludio al presente artículo, el cual pretende analizar por qué la tensión entre Rusia y Turquía, por el dominio de la provincia siria de Idlib, ha derivado en una política arriesgada (brinkmanship, en inglés).

Las relaciones ruso-turcas han sido como un tobogán en tiempos recientes: en noviembre de 2015, un avión turco derribó a un cazabombardero ruso. Entonces, Vladimir Putin acusó a Recep Tayyip Erdogan de “apuñalar por la espalda” y convertirse en “cómplice de terroristas”. Luego, en junio de 2016, los mandatarios ruso y turco, respectivamente, sellaron su reconciliación con una conversación telefónica. A continuación, en julio de ese mismo año, un golpe de Estado en contra de Erdogan, con el presunto apoyo estadounidense, fracasó porque el líder turco recibió apoyo de Irán y Rusia. Por último, Erdogan viajó, en agosto de ese año, a Rusia para estrechar la mano de Putin.

En 2018, Irán, Rusia y Turquía lanzaron la iniciativa diplomática denominada “proceso de Astaná”, el cual busca lograr un acuerdo para todas las partes que intervienen el conflicto sirio para, posteriormente, iniciar la reconciliación política y la reconstrucción del país de Levante. Asimismo, Moscú y Ankara incrementaron su intercambio comercial.

Sin embargo, la lucha por la ciudad de Idlib, Siria ha emponzoñado las relaciones ruso-turcas, pues los rusos apoyan al presidente Bashar al-Assad mientras que los turcos desean su remoción. El deterioro se manifestó en una serie de reuniones que altos funcionarios turcos presidieron antes y durante la Conferencia de Seguridad 2020 en Múnich, Alemania.

En la ciudad bávara, el director de la Organización de Inteligencia Nacional, Hakan Fidan, se reunió con los jefes de los servicios de Inteligencia de Egipto, Francia, Israel, Japón, Jordania y el Reino Unido. Asimismo, para los turcos el día axial fue el 15 de febrero, pues el ministro de Asuntos Exteriores, Mevlut Cavusoglu se encontró con un grupo de senadores estadounidenses, quienes eran liderados por el influyente Lindsay Graham.

Deliberadamente, los turcos filtraron una foto de la reunión. En ella se puede apreciar que el embajador estadounidense en Turquía, David Satterfield, aparece del lado turco1. Esto se interpretó como un indicador de que los turcos, por arte de magia, habían recobrado la memoria y había redescubierto su membresía en la Organización del Atlántico Norte (OTAN).

Inmediatamente después de reunirse con los estadounidenses, Cavusoglu se reunió con su contraparte rusa, Serguéi Lavrov. Los turcos solicitaron a los rusos que la disputa por Idlib no afectara la venta del sistema balístico S-400. Al mismo tiempo, Lavrov expresó la molestia rusa porque los radicales pro-turcos han atacado la base rusa en Latakia.


El 22 de febrero, el presidente Erdogan anunció que se reunirían con Vladimir Putin, la canciller germana Angela Merkel y el mandatario francés Emmanuel Macron. Tres días más tarde, Erdogan repitió su mensaje con una variante: de ser necesario, él viajaría a Moscú para entrevistarse con el líder ruso.

El 27 de febrero ocurrió un evento que trastocó los planes diplomáticos: 34 soldados turcos fueron abatidos durante un ataque aéreo sirio. Turquía acusó a Rusia, pero Moscú negó cualquier involucramiento y envió un mensaje: dos fragatas rusas –Almirante Makarov y Almirante Grigorovich, armadas con misiles Kalibr-NK – cruzaron el Bósforo rumbo al Mediterráneo Oriental. 

Como respuesta, el 1 de marzo, los turcos lanzaron la Operación “Escudo de Primavera”. Al mismo tiempo, Erdogan anunció que permitiría el paso de los refugiados sirios rumbo a la Unión Europea. Esto se puede interpretar como una medida para presionar a los europeos y que éstos, a su vez, hagan lo propio con los rusos.

El día 2 de marzo, las tropas sirias recuperaron el control de la estratégica ciudad de Saraqib. Inmediatamente, elementos de la Policía Militar rusa se desplegaron en la urbe. El único consuelo para los turcos fue recibir a una delegación estadounidense -encabezada por el embajador ante las Naciones Unidas Kelly Craft y el enviado especial, James Jeffrey- arribó a Turquía para discutir la situación en la provincia de Idlib.

El escriban concluye: la reconciliación ruso-turca está pende de un hilo porque, tanto Putin como Erdogan, son tipos astutos y atrevidos quienes no dudarían, en determinado momento, “desechar todas las ganancias estratégicas”2 logradas hasta el momento; Donald Trump no parece apoyar firmemente a los turcos; y si Turquía se decide a enfrentar a Rusia, entonces los pronósticos serán reservados respecto al resultado del hipotético conflicto.

Aide-Mémoire. Cómo interpretar el mensaje del secretario de Estado, Mike Pompeo, respecto a “que los Estados Unidos están comprometidos a combatir la corrupción sistémica en México”. 

 

  1. As Turkish pendulum swings from Russia to U.S. in Syria https://bit.ly/3apuu77 

Putin’s and Erdogan’s brinkmanship may fail Syria talks https://bit.ly/2x8Bhnv


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