Puro Mexicano/ Debate electoral - LJA Aguascalientes
14/11/2024

El solo concepto de patria nos remite a familia, la que encabeza el paterfamilia romano y a la que pertenecen no solamente aquellos que de sangre les viene la membresía, sino de una manera extendida a los que siendo de otro apellido se incrustan por matrimonio o adopción, o incluso, como sucede ahora con nuestros países, no solamente quien nace en el territorio nacional es mexicano, más allá de si son hijos de, o esposos de mexicanos, hay quien se siente nacional por los lazos afectivos o culturales que los une a esta nación.

Covarrubias define a la patria, como la tierra donde uno ha nacido y desde siempre se ha dicho que existe un vínculo natural con la tierra de los padres, donde uno vio la primera luz, o bien, donde ha enterrado uno el ombligo, decían los abuelos. Quien no quiere a su patria no quiere a su madre, proclama Residente.

Para la teoría jurídica existen los conceptos de derecho de suelo y derecho de sangre para determinar la nacionalidad: uno es del lugar donde nace, o bien, de donde nacen sus ancestros. Para teorías sociológicas, la identidad nacional es un concepto mucho más complejo. Los mexicanos nacemos donde nos da la gana, decía La Dama del Poncho Rojo, y quizá en parte tenga razón. 

Históricamente, México vivió una etapa de nacionalismo, como reivindicación luego de cerca de trescientos años de dominio español durante el virreinato y cien más de convulsión social. Además de construir un concepto sobre lo mexicano, se inundaron el arte y la cultura de imágenes bucólicas con la representación de charros y chinas poblanas, expresiones magníficas de arte monumental a través de murales, y una revalorización de las culturas indígenas mesoamericanas llevadas hasta el extremo cuando un presidente de la república, por decreto, anunció que a los niños mexicanos, verdaderamente mexicanos, los regalos en Navidad los traía Quetzalcoatl y no un tal Santa Claus.

En un mundo globalizado como el de hoy, donde prácticamente las fronteras se han borrado y la posibilidad de trasladarse a lo largo y ancho del mundo se ha vuelto práctica común, vale la pena reflexionar sobre la vigencia de estos conceptos.

Entrando en materia, en la Constitución del Estado de Aguascalientes, se establecen los requisitos de elegibilidad para ocupar los cargos de una diputación local o para integrar los Ayuntamientos, entre ellos, uno es tener la ciudadanía mexicana por nacimiento y estar en ejercicio de sus derechos. Basta recordar nuestras clases de civismo para saber que en el artículo 34 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, señala que adquiere la calidad de ciudadana o ciudadano, cualquier persona que habiendo adquirido la nacionalidad mexicana y contar con por lo menos 18 años, tiene un modo honesto de vivir, sin que se distinga si la nacionalidad fue adquirida por nacimiento o por naturalización.

La importancia de tales preceptos radica en que para nuestra carta magna no existe distinción entre ciudadanos de primera o de segunda. No hay quienes adquieren más obligaciones por haber nacido en el territorio nacional, ni quienes tienen más privilegios por naturalizarse mexicanos. Al final, todos contribuimos por igual (y hablo más allá de impuestos) y todos tenemos la posibilidad de gozar de las mismas prerrogativas.

Durante esta semana, el Consejo General del Instituto Estatal Electoral, atendió una consulta formulada por un mexicano naturalizado (simple adjetivo que ni lo hace menos, ni tampoco más) interesado en contender en el, no tan lejano ya, proceso electoral 2020-2021 por el que renovaremos, además de las diputaciones federales, al Poder Legislativo local y a los 11 Ayuntamientos que conforman al Estado. 

La respuesta fue clara, precisa y contundente: más allá de los razonamientos legales, y la debida fundamentación y motivación, no existen mexicanos de primera y mexicanos de segunda, y a todos por igual, cualquier autoridad debe proteger y garantizar sus derechos humanos, entre los cuales se encuentran los derechos políticos, y el que es su ejemplo por antonomasia, el poder votar y ser votado.


Tras una deliberación, se acordó que no se puede restringir el derecho de participación política de un ciudadano, respecto de un país en el que ha decidido vivir, en el que contribuye, hace su vida y es democrático. Y así como se protege su derecho, también el de otros 481 ciudadanas y ciudadanos que, según datos del INE al 14 de febrero se encuentran en nuestra entidad en esa situación.

La democracia, cuando se ejerce, se vuelve parte consustancial del ser humano en comunidad. La democracia es inclusiva y plural y así se pretende que seamos quienes vivimos en ella: conceptos como inclusión, participación, igualdad o equidad son los que nos hacen sentir el pertenecer orgullosamente a esta tierra. Ser puro mexicano.

 

/LanderosIEE | @LanderosIEE

 


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