Jorge Reyes/ El banquete de los pordioseros  - LJA Aguascalientes
23/11/2024

No quiero que termine febrero sin dedicar unas cuantas líneas al que para mi gusto es uno de los músicos mexicanos más talentosos y comprometidos con el asunto del arte, la música por la música, sin buscar refugio en la diosa mercadotecnia, solo la expresión musical y a través de ella lograr la elocuencia porque a veces las palabras se inhiben, entonces surge la música, el verdadero lenguaje universal. 

Me refiero a Jorge Reyes, músico y etnólogo mexicano comprometido con el rescate y difusión de la música precortesiana y que en su muy extensa obra encontramos un verdadero documento de valor histórico incuestionable. 

La carrera musical de Jorge Reyes pasó por diferentes etapas, si nos ubicamos en sus inicios nos encontramos con Chac Mool, una de las más genuinas expresiones mexicanas de rock progresivo, pero si nos vamos a los antecedentes inmediatos, nos encontramos con Jorge Reyes integrando otras agrupaciones musicales como por ejemplo Al Universo o Nuevo México, desde esos primeros años ya echa mano de sus fundamentos musicales académicos, recordemos que estudió música en Alemania, específicamente flauta traversa, y estuvo en la India empapándose de la mágica y mística música de este país. Al regresar a México e involucrarse con diferentes grupos de rock, fusiona en su estilo estos lenguajes musicales, la música académica, la música étnica -tanto de México como de oriente- y el rock, siendo así, debemos entender a Jorge Reyes como un muy interesante punto de convergencia de diferentes tendencias musicales haciendo surgir un nuevo perfil musical.

Después de una efímera participación en algunas bandas de rock mexicanas, finalmente, en 1979, junto a Carlos Alvarado, Carlos Castro, Mauricio Bieletto y Armando Suárez forma una de las más sólidas alineaciones de rock progresivo mexicano hasta ese momento, sin duda junto a Decibel, estoy hablando, por supuesto de Chac Mool. La primera producción de Chac Mool llamada Nadie en especial es un auténtico disco de culto en la siempre inconclusa historia del rock en México, el disco se publica en 1980 y a este le siguen tres producciones más en estudio, la siguiente es Sueños de metal de 1981 que mantiene más o menos el mismo perfil del anterior pero es menos contundente. Cintas en directo de 1982 es el tercer disco, interesante experimento de grabación en una sola toma y sin trucos de en el estudio, y su carrera termina con Caricia Digital en 1984, un disco ya sin la alineación original y muy lejano a los primeros postulados de Chac Mool.

Después de eso el grupo se desintegra, quizás ya habían dicho todo lo que tenían que decir y el discurso musical se vio agotado, pero Jorge Reyes continuó su vida en la música echando un vistazo al casi virgen terreno de la música autóctona, se asoció con un etno músico llamado Antonio Zepeda para grabar su primera producción solista, una verdadera joyita llamada A la izquierda del colibrí, un equilibrio casi exacto entre el rock y los instrumentos autóctonos del México antes de la conquista produciendo una música muy interesante. Yo tuve la oportunidad de ver en el Teatro Morelos de esta ciudad en alguna ocasión a Antonio Zepeda en un concierto exquisito compartiendo el escenario con Eugenio Toussaint y por su parte, a Jorge Reyes lo vi como solista en un concierto realizado en el Cuartel del Arte en el programa cultural de la Feria Nacional de San Marcos, la verdad no recuerdo en qué año pero debió ser por ahí del 2006 o 2007. Se presentó con un impresionante arsenal de instrumentos del México precortesiano él solo, en aquel lugar, primer patio de la Casa de la Cultura había gente por todos lados, no cabía una sola persona más. Cuando terminó el concierto tuve la oportunidad de cruzar con él un par de palabras, después recogió sus instrumentos y se fue caminando tranquilamente él solo, vestido de manta blanca, sus huaraches y su cargamento de instrumentos por toda la Plaza de la Patria, supongo que se dirigía a su hotel. Me quedé pensando cómo muchas personas se desgarran las vestiduras por conseguir una foto o un autógrafo de un artista de plástico, desechable, úselo y tírelo cuya vida de caducidad es muy corta, y sin embargo va ahí caminando por las calles de la ciudad un verdadero artista que usa su obra como un medio de expresión y se compromete con una causa, no busca vender y evita el facilismo de la mercadotecnia y sin embargo, o seguramente por eso, nadie se cruza en su camino, nadie le pedía autógrafos ni fotos, o tal vez los que apreciamos su música en todo lo que vale no nos llama mucho la atención un garabato escrito en un pedazo de papel, quizás una foto, pero lo más importante es el aprecio de su música. En fin, lo único que le dije cuando me acerqué a él es que era su admirador y que apreciaba su trabajo musical como uno de los más comprometidos en la escena de la buena música mexicana, recuerdo que solo se sonrió discretamente, me puso una mano en el hombro y me dijo: “Te agradezco mucho”.

No es mi intención hacer mención de todos sus discos, pero después de A la izquierda del colibrí, que por cierto, escucho mientras escribo lo que ahora amablemente estás leyendo vinieron otros como Comala, Ek tunkul, estos dos maravillosos y muchos más, grabó un total de 26 discos y un legado impresionante de la música en México.

Jorge Reyes murió el 7 de febrero de 2009, va esto como un pequeño tributo a uno de los más grandes músicos mexicanos. 

 



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