Estimado lector, buen jueves, le quiero preguntar algo; necesito retroalimentación, realimentación, feedback, como usted lo identifique; y es que no se por cuál camino deambular, si me enfrasco en la conversación sobre el presidente de México y su habilidad natural para distraer al pueblo de lo que realmente importa, sus comentarios que se hacen tendencia mundial y no precisamente por lo atinados e interesantes que son, o bien, dejo pasar la oportunidad de gastar tinta escasa y pixeles para abordar un tema de actualidad. ¿Qué haría usted? De todos modos, el señor López está en todos los medios, los ahora llamados tradicionales y los digitales, en la sobremesa, en la cátedra, en la charla de café, en todos lados, creo que no es necesario gastar insumos en su persona, mejor hagamos un análisis de lo que pasa en la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas del país de las barras y las estrellas.
Desde su fundación, el 11 de mayo de 1927 hasta ahora, se ha dedicado a premiar a lo mejor de la industria cinematográfica norteamericana y destacar lo mejor del cine mundial con su categoría a Mejor película extranjera.
Catalogado como un arte junto con la pintura, la escultura, la literatura, la música, la danza y la arquitectura, el cine se desarrolló al sur de California con tanto éxito que se convirtió en una industria que genera ganancias importantes en la economía norteamericana; el actual modelo de negocio lo ha orillado a enfocarse más a los productos de consumo fácil, ligero, accesible para todo el público, no solo para los habitantes del país de origen, es consumido en el ámbito mundial con una respuesta impresionante, lo cual, definitivamente ocasionó perder de vista la cinematografía como una obra de arte y caer en el terrero del entretenimiento simplón, casi sin propuesta discursiva pero bien remunerado. La academia seguramente preocupara por los caminos que de pronto tomó la industria cinematográfica norteamericana voltea hacia la esencia y las propuestas innovadoras, pero al mismo tiempo ricas en discursos audiovisuales interesantes. Es así como en 2011 la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas otorga el Oscar como mejor película a “El Artista”, mejor director y mejor actor, mejor banda sonora, mejor diseño de vestuario, un filme nominado para seis Globos de oro, ganando en las categorías de mejor comedia o musical, mejor banda sonora, y mejor actor. Su protagonista, Jean Dujardin ganó Cannes 2011 como mejor actor. Recuerda la película, es muda, monocromática y con un aspecto de pantalla reducida (4:3) con relación al tamaño de las proyecciones actuales (16:9), además de estar filmada en 35 mm no grabada de manera digital. La película cimbra a la industria pues con un presupuesto de 15 millones de dólares recupera más de 133 millones. Producida en Francia, filmada en la ciudad de Los Angeles, distribuida por la Warner Bros., deja claro que el cine se reinventa a cada momento y que regresar a los orígenes de pronto resulta atractivo visual y económicamente.
En 2014 el Oscar a la mejor película se la llevo 12 años de esclavitud del actor y director Steve McQueen; 2015 un mexicano hace historia en la meca del cine, Alejandro González Iñárritu, no sólo como mejor película, también mejor director y mejor guion con Birdman si bien no era la primera ocasión que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas entregaba la estatuilla como mejor película a una producción extranjera sí era la primera vez para México. 2016 Spotlight, 2017 luz de luna, 2018 nuevamente un mexicano en la alfombra roja de los premios, Guillermo del Toro por La forma del agua, el año pasado Green Book, pero como mejor película extranjera, mejor director y mejor fotografía Alfonso Cuarón con Roma y ahora 2020 Parásitos de origen surcoreano.
Eso nos deja ver que de un tiempo para acá la academia norteamericana ha volteado la mirada hacia nuevas propuestas, a nuevos discursos audiovisuales interesantes llenos de historias diferentes, en contextos sociales lejanos a los que estábamos acostumbrados a ver en el cine de Hollywood pero que son atractivos para los seguidores del séptimo arte.
Podríamos irnos más atrás en la historia de la entrega de estas famosas estatuillas, pero, partiendo de la idea disruptiva de filmar en blanco y negro, cine mudo y en pantalla más pequeña de lo habitual, la necesidad de cambiar y voltear hacia nuevas propuestas definitivamente lo marca El Artista.
El arte está en constante movimiento, su creación o concepción no es estática, la industria cinematográfica norteamericana está abriendo horizontes hacia otras latitudes, tal vez en busca de nuevos mercados o simplemente en su afán por encontrar esas nuevas propuestas que reinventen la narrativa visual de la cinematografía mundial.
Dese oportunidad de acercarse al cine que premia la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas norteamericana, apoye al cine hecho en México, que si bien, en este momento nuestra industria se detona con comedia ligera, tal vez porque eso es lo que le gusta a nuestro público, en una de esas comenzaremos a ver proyectos más elaborados y ambiciosos que nos permitan disfrutar de algo nuevo en la pantalla nacional.
Mire, si pensamos en que nuestros orígenes cinematográficos son sólidos gracias a la presencia de uno de los grandes creadores del lenguaje cinematográfico, me refiero a Sergei Eisenstein, no veo el porqué no tener una industria sólida con producciones de diferentes género y con cada vez mejor calidad de contenidos y de imagen; ahí la llevamos pero cada vez será mejor.
Disfrute del cine en las salas, o bien en las plataformas, déjese llevar por la magia que este genera, pero sobre todo apoye nuestra industria porque muchos mexicanos se lo van a agradecer.
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