Religiones y humanidad/ Memoria de espejos rotos - LJA Aguascalientes
15/11/2024

I thought that I heard you laughing,

I thought that I heard you sing,

I think I thought I saw you try.

But that was just a dream,

that was just a dream

Losing my religion – REM

 

Entendemos el pensamiento religioso como una forma que los humanos hemos tenido para llenar los vacíos del conocimiento acerca de la naturaleza, del mundo, del cosmos, y de nuestro papel en el universo; así como para lidiar con la angustia de la existencia y su búsqueda de sentido, al amparo de fuerzas mayores (que pueden ser teístas o no teístas, es decir, que reconozcan la existencia de deidades o no) capaces de regular los conceptos de caos y orden.

En este sentido, los pensamientos religiosos han establecido sistemas de creencias esotéricas y exotéricas; es decir, mitologías que ordenan conceptualmente lo intangible y lo tangible; lo que han dado en llamar “alma” o “espíritu”, así como los cánones de conducta permitidos o requeridos en esos sistemas de creencias mitológicas. De este modo, en la historia de la humanidad, se han contabilizado más de cinco mil religiones, mitologías, o sistemas de creencias, que cumplen con la función de “religión”; o sea, de “re-ligar” al humano (tangible) con la “esencia” (lo intangible, la divinidad, el espíritu, el propósito mayor). La paradoja de la religión es que, mientras se presenta como un medio para satisfacer “necesidades espirituales”, termina por estructurar modelos de control político históricamente negativos en el devenir de las sociedades.


En la actualidad, podemos figurar un mapeo de las religiones mundiales en función de sus agremiados. De este modo, podemos establecer cinco grandes bloques, desde los que pueden mantener cierta hegemonía regional en diversas zonas del mundo, hasta los emergentes: las religiones abrahámicas (cristianismo, catolicismo, judaísmo e islam); las religiones dhármicas (hinduismo, sijismo, budismo, jainismo); las religiones étnicas (los llamados paganismos de las regiones con preservación cultural étnica, tales como celtas, wiccas, druidas, chamanes, indígenas americanos, originarias africanas y sincretismos afroantillanos); las religiones orientales no dhármicas (confucianismo, taoísmo, sintoísmo); y los nuevos movimientos religiosos del sincretismo new age, o los satanismos y paganismos seculares. 

De Estas religiones y mitologías, ninguna tiene la razón absoluta; simplemente intentan llenar los vacíos de la existencia con sus alcances narrativos y sus limitaciones. La razón es simple: la comprensión de la metafísica es un objeto más propio de la ciencia y la filosofía, que de la fe; mientras que la adhesión a un credo u otro depende de las contingencias geográficas, demográficas, culturales, familiares, y –finalmente- políticas; no así de revelaciones místicas.

En función del estimado de agremiados, creyentes, o declarados practicantes, las religiones abrahámicas llevan la delantera, con una suma aproximada de casi 3,800 millones de seguidores: el cristianismo-catolicismo, con unos 2,437 millones; el islam, con unos 1,450 millones; y el judaísmo, con unos 14 millones. Le siguen las religiones dhármicas, con un total aproximado -en conjunto- de 2,100 millones de personas. El resto de los bloques, o tiene a la desaparición (por conversión, absorción de otras culturas, desplazamiento demográfico, persecución, o debilitamiento de la densidad cultural en la población), o son apenas emergentes.

Que un credo religioso se expanda o se contraiga, tiene más que ver con procesos de dominación política y cultural, que con la validez epistemológica y espiritual de ese credo. Por eso, es interesante explorar los procesos de expansión y contracción de las religiones, ya que con esto podremos tener una comprensión más fina de los procesos de dominación política y cultural. Así, es llamativo -por ejemplo- el incremento de movimientos con tendencia fundamentalista, como el cristianismo evangélico, o el islam.

Según el Pew Research Center, el islam aumenta el doble de rápido que la población mundial. Esto se debe a diversos factores, como su alta tasa de conversión, la alta tasa de natalidad en su población, y la connotación política contra la violenta hegemonía occidental que significa esta militancia. Igualmente, mientras el catolicismo va a la baja, incluso en Europa (cuna de esa religión) o en América (continente con más creyentes de esa fe), los movimientos cristianos del cisma protestante y evangélico muestran alzas, debido más a las expansiones económicas, políticas o mediáticas que esas iglesias han propagado, tanto en el continente americano, como en otras latitudes.

En contraste, según la BBC de Londres, las filiaciones ateas o agnósticas van en aumento. “Un número creciente de personas, millones en todo el mundo, dicen que creen que la vida termina definitivamente con la muerte, que no hay dios, ni una vida futura ni un plan divino”. Y esta perspectiva (a pesar de que pudiese parecer pesimista, o que concilia el sinsentido de la existencia de otras maneras no teístas) va ganando impulso alrededor del planeta. En ese sentido, Phil Zuckerman, profesor de sociología y estudios seculares en el Pitzer College en Claremont, California, y autor de Living the Secular Life, muestra datos de una encuesta de Gallup International, practicada a más de 50,000 personas en 57 países. Los resultados son reveladores: las personas que afirman ser religiosas disminuyó del 77% al 68% entre 2005 y 2011; mientras que aquellos que se declaran ateos aumentaron ascendió en el mismo periodo al 13% de la población.

Y, aunque el ateísmo y el agnosticismo disten mucho de ser bloques hegemónicos, quizá la tendencia debería ir hacia allá. El biólogo estadounidense Edward Osborne Wilson, ganador del Pulitzer, explicó en New Scientist que “Todas las religiones tienen sus propias respuestas para las grandes preguntas, pero éstas suelen estar vinculadas como un dogma a algún tipo de tribu”; a causa de esto, “Las religiones presentan elementos sobrenaturales que otras tribus, otras religiones, no pueden aceptar… Y cada tribu, sin importar cuán generosa, benigna, amorosa y caritativa, menosprecia a todas las demás tribus”. Esta falta de empatía y de convergencia en la búsqueda de trascendencia ha arrastrado a la humanidad hacia el caos, la guerra, y la muerte. Osborne Wilson también afirma que “la búsqueda trascendente ha sido secuestrada por las religiones tribales. Entonces diría que, por el bien del progreso humano, lo mejor que podríamos hacer sería disminuir, hasta el punto de eliminar, las religiones”. 

Aunque, quizá, un punto más conciliador e intermedio -sin llegar al extremo del exterminio del pensamiento religioso- sea el garantizar que las religiones se enclaustren en el estricto ámbito privado, y que sea inconcebible que este pensamiento religioso abarque el ámbito público, que es finalmente, político; de poder y de dominación.

[email protected] | @_alan_santacruz | /alan.santacruz.9


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