El año avanza a paso veloz, ya casi medio mes del 2020 y la capacidad de asombro de los mexicanos no acaba de llegar a tope con la creatividad de la Cuatroté y su carismático líder, el presidente López. Pues nada, que los mexicanos cerramos a tambor batiente el tradicional puente Guadalupe Reyes, despachándonos la tradicional rosca de Reyes el pasado lunes, acompañados de un ponchecito, y en algunos casos, hasta con unos crujientes buñuelos, todo ello para no llenarnos con bilis el ánimo neoañero, debido al aumento de un buen número de productos y servicios, acorde con la muy mexicana tradición de sufrir con la cuesta de enero, gracias, sobre todo, a las también tradicionales disposiciones de nuestro gobierno.
Pero, el presidente López, innovador y audaz como siempre, empieza a presumir muy a su estilo chocarrero, que, acompañando el principio del año, el Gobierno de México, así lo llama, ha iniciado la operación de sus actividades, el pomposo Instituto Nacional de Salud para el Bienestar, Insabi, para la banda. Este flamante instituto, será el instrumento que llevaría a los mexicanos a disfrutar, finalmente, de los beneficios de la medicina del primer mundo, de la nórdica Europa, atención, medicamentos, tratamientos, servicios clínicos y hospitalarios, que los mismos socios del T-MEC, fuera de los mexicanos, envidiarían por su inmejorable calidad y oportunidad, en todos sus órdenes, y, además, de carácter universal. El nuevo Sistema de Salud llegaría a todos los mexicanos y mexicanas de todos los rincones del país, una vez que él, el presidente López, lo dispusiera en las primeras mañaneras del 2020.
Prácticamente a todos los mexicanos que, por alguna razón, estamos al pendiente de los dichos del titular del Ejecutivo en funciones, que atañen al desempeño de las acciones del gobierno y las políticas públicas, abrimos los ojos grandes y redondos, así del asombro, no de la bondad de los propósitos, sino del cómo, tan alto propósito, alcanzaría el anhelado éxito, en el futuro inmediato, tal como lo anunciaba el presidente.
Sin embargo, la terca realidad, esa enemiga de las grandes causas sociales y la justicia popular, en un muy probable contubernio con los enemigos de la patria, detuvieron la ansiada transformación, mágica, de los servicios de salud del país. El Insabi, tras la abrupta cancelación del Seguro Popular, debía, tras las bondades del Decreto presidencial, abrir las puertas de todas las instituciones de salud de México, IMSS, Issste, Hospitales Generales estatales, regionales, Institutos de Especialidades, etcétera, a todos los mexicanos que no contaran con una afiliación a alguno de esos servicios, y, con sólo presentar su identificación del INE, accederían de manera automática al padrón de beneficiarios de esos preciados servicios. Las consultas serían gratuitas, igualmente los medicamentos, las cirugías, los estudios y servicios hospitalarios, sí, todo gratuito.
Pero algo pasó, la población se acercó a las instituciones de salud, cobijadas por el anuncio presidencial mañanero y, ¡oh sorpresa!, el propio decreto presidencial tenía sus letras chiquitas, y señalaba, con “claridad”, que ésta novedosa “transformación” del Sistema Nacional para el Bienestar, sólo consideraba la atención de los servicios de primero y segundo nivel, todos los servicios del tercer nivel, requerían del pago de una “cuotas de recuperación”, que para empeorar las cosas, y debido a los ajustes presupuestales e inflacionarios, también se habían incrementado sustancialmente. Entonces los mexicanos se encontraron con que ya no había Seguro Popular, y el cacareado Insabi, resultaba insuficiente y oneroso. Los pacientes y sus familias debían iniciar una nueva vía crucis para atender sus padecimientos y urgencias en materia de salud. Pagar cuotas más altas por el internamiento hospitalario, buscar o pagar sus medicinas, vamos, resolver por sus propios medios aquello que por Ley, el Estado Mexicano, al menos el legal, debía proporcionarles y facilitarles de manera responsable. No es así. La 4T, el presidente López, desmantelaron un programa operativamente funcional, el Seguro Popular, e improvisaron una entelequia, sin pies ni cabeza, llamada Insabi.
Aunado a ello, los gobernadores de 6 estados, Aguascalientes, Guanajuato, Tamaulipas, Querétaro, Baja California Sur y Jalisco, han amenazado con no firmar el acuerdo de coordinación en materia de salud con la Federación, hasta que no queden claras las reglas de operación del Insabi, mismas que ha la fecha no están terminadas, mucho menos publicadas en el Diario Oficial de la Federación, por lo que continuarán brindando los servicios de salud pública en sus correspondientes entidades, fuera del “proyecto” del Gobierno Federal. Vamos a ver hasta dónde llega esta determinación de los gobernadores disidentes, y se atiende y respeta la soberanía de los estados. Sin embargo, el mensaje a la opinión pública, nacional y extranjera, es claro. El régimen morenista, no logra garantizar la gobernanza nacional, el Secretario de Salud, Jorge Alcocer, callado y expectante a lo que diga en la próxima mañanera su jefe.
El propio presidente López, de manera por demás sorpresiva, acusa qué, al interior de las instituciones de salud, están boicoteando al Insabi. Increíble que siquiera lo mencione, ya que es de preocupar que no esté efectivamente gobernando las instituciones del país. Aunque, es comprensible que ello suceda, toda vez que el tiempo que debe dedicar a esa función de gobernar, lo ocupa en sus constantes giras por las zonas de los “pueblos originarios”, tradicionalmente olvidados, y sus folclóricas comidas al borde del camino.
El país sigue, los mexicanos siguen y están preocupados por el día a día, no se ve un gobierno al mando de los destinos de las instituciones, se están perdiendo empleos, inversiones, crecimiento, aunque López hable y defienda su “desarrollo”. El año empezó a un fuerte ritmo, estamos perdiendo competitividad y nos estamos rezagando en el concierto de naciones del mundo.
Ojalá y que, entre las ocurrencias de la Cuarta Transformación, aparezca aquella que le indique que es importante trabajar y gobernar un país en calidad de urgente. Hoy, la ocurrencia tiene en principio en jaque a la salud de los mexicanos.