¡Qué efímera es la vida, por Dios! La muerte es algo que, aunque sabemos que es inevitable, vivimos pensando que a todos les sucederá menos a mí, y el día menos pensado llega sigilosamente sin avisar, quizás en el momento más feliz de nuestra vida, cuando menos pensamos en ella, con el futuro lleno de proyectos, cuando percibimos el mar demasiado pequeño para un buche de agua, es entonces que llega, sigilosa, sin hacer ruido, sin saludar, me la imagino sonriente, no burlándose, sólo sonriente, quizás un sonrisa un poco triste y resignada, con un gesto de “lo siento, ya es hora”, te llama y no hay forma de postergar ese llamado, no podemos decirle: “En un momento voy, permíteme”, nada de eso, todos debemos ser puntuales a su llamado, no importa qué tan impuntuales hayamos sido en nuestra vida, cuando llama no hay necesidad de correr, de todas formas llegaremos a tiempo.
Todo esto lo menciono por la muerte del maestro Gustavo Castorena, él fue mi alumno en el Diplomado sabatino en la Escuela Diocesana de Música Sacra y posteriormente maestro de Canto Gregoriano en esta institución musical, la escuela de música en activo más antigua de Aguascalientes. Fue mi alumno hace muy poco, no sé, unos tres o cuatro años, y después se integró como docente, estuve platicando con él antes de Navidad y me comentó que se iba a Estados Unidos de vacaciones, le pregunté sobre su proyecto de ejecutar en el templo de Guadalupe, tentativamente, el Réquiem del maestro Arnulfo Miramontes que ya había presentado en la ciudad de San Luis Potosí y me dijo que estaba en eso. Pues bien, se fue a Estados Unidos, no estoy seguro a qué ciudad, me parece que a San Francisco, California, y así sin más, el director de la Escuela, el padre Mario, nos informó que después de padecer un cuadro agudo de neumonía había fallecido y que los familiares estaban en los trámites de trasladar el cuerpo a Aguascalientes. Tremenda noticia, a todos nos sacudió sin misericordia, apenas uno días antes de Navidad me hablaba de sus proyectos y a la vuelta de año ya no estaba aquí entre nosotros.
Gustavo Castorena fue un estudiante apasionado de la música, -sí, ya sé que cuando alguien se muere se suele hablar bien de él, pero buscando la objetividad, esa es la mejor forma de definirlo-, su compromiso con la música era evidente. Ya egresado de la Escuela de Música Sacra se integró al cuerpo docente de esta institución, pero de manera paralela con esta actividad le gustaba mucho la ejecución y la composición, compuso algunas misas, de hecho el coro de la Sacra está ensayando la Misa Fantástica de su autoría para interpretarla en la misa exequial cuando su cuerpo haya llegado a Aguascalientes, tengo entendido que es una partitura muy complicada.
Pero lo que te quiero comentar, amigo melómano, es que el maestro Gustavo Castorena estaba muy interesado en la obra del maestro Arnulfo Miramontes, gran compositor mexicano originario de Tala, San Luis Potosí y a mi juicio, se trata del gran compositor mexicano menos comprendido, la historia de la música no le ha hecho justicia y poco, muy poco se conoce de su obra, no obstante él, aunque era de San Luis Potosí, vivió en Aguascalientes muchos años, fue organista del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe y también fue el encargado de tocar el órgano del templo de San Marcos en su inauguración, aunque no contamos con la fecha exacta, sabemos que interpretó, entre otras cosas, la Fuga a cuatro partes de su autoría. El maestro Miramontes dirigió la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes durante la segunda década del siglo XX, concretamente de 1927 a 1929, un poco antes había compuesto la suite para ballet Iris, aunque más parece un poema sinfónico inspirado en los bellos atardeceres esta tierra de la gente buena y que al actual Sinfónica de Aguascalientes interpretó hace algunos años, de de hecho, en el Teatro Morelos hay una foto en donde se ve la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes en el escenario del Teatro Morelos y un letrero al pie del cuadro dice “Orquesta Sinfónica de Aguascalientes dirigida por el maestro Arnulfo Miramontes” la fecha es 1928, es decir, un año antes de que se fundara la Sinfónica de Xalapa, que indebidamente se considera la primera orquesta mexicana. De acuerdo a este testimonio, la primera orquesta mexicana es la Sinfónica de Aguascalientes.
Todo esto lo comento porque es evidente la importancia que tiene el maestro Arnulfo Miramontes para el desarrollo musical de Aguascalientes, no obstante su obra no es muy conocida y son muy pocos los músicos que se han interesado en la difusión de tan valioso acervo musical, además del pianista Bernardo Jiménez que se ha especializado en el repertorio para este instrumento de la obra del maestro Miramontes, Gustavo Castorena se interesó específicamente en el Réquiem, obra que el maestro compuso en 1912 y está dedicada a su madre. El maestro Gustavo me dijo en una ocasión que sabía que yo tenía una buena amistad con Héctor Ruiz Esparza Miramontes, sobrino nieto del maestro Arnulfo y albacea de su obra y que estaba interesado en el Réquiem, los puse en contacto y el encuentro dio resultados, la intención era que para la próxima Semana Santa se ejecutara en esta ciudad, posiblemente en Guadalupe, ese mismo Réquiem, pero ahora, ¿quién va a tocar el Réquiem de Arnulfo Miramontes? Descanse en paz el maestro Gustavo Castorena.