Soleimani, el estratega iraní/ Taktika - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Teherán, Irán. 6 de enero de 2020. Un mar de dolientes vestidos de negro inundan las calles del centro de la capital iraní. El paso de los afligidos es acompañado por miles de banderas de Irán y de retratos del hombre que en vida era considerado como el “mártir viviente de la Revolución”: Qasem Soleimani, asesinado, en compañía del comandante Abu Mahdi al-Muhandis, por órdenes directas del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en la cercanía del aeropuerto internacional de Bagdad, Irak, a pesar de portar un pasaporte diplomático y de encontrarse en una misión negociadora. 

Los gritos de “¡Muerte a los Estados Unidos!”, “¡Muerte a Israel!” generan un ambiente sediento de venganza. Ante el ataúd de su padre, Zeinab Soleimani aúlla: “¡Trump, mentiroso, traidor, juguete del sionismo… la vida se convertirá en una pesadilla y destrozará sus guaridas de araña!”.

Las escenas arriba narradas sirven como prefacio al presente artículo, el cual pretende explicar quién era Qasem Soleimani y cuáles pueden ser las posibles motivaciones y repercusiones de su asesinato.

Qasem Soleimani nació el 11 de marzo de 1957 en el seno de una familia de granjeros. De joven fue aficionado a la halterofilia y un piadoso musulmán. Asimismo, trabajó como albañil para pagar las deudas contraídas por su progenitor. Todo parecía indicar que el joven Soleimani pasaría su vida laborando en la industria de la construcción. Sin embargo, el hado tenía otros planes.

En febrero de 1979, el ayatolá Ruhollah Jomeini logró la huida del shah de Irán e instauró un régimen teocrático. Al igual que miles de jóvenes iraníes intoxicados por el mensaje hechizante del ayatolá Jomeini, Soleimani se adhirió a la Revolución Islámica. Pronto, los Estados Unidos movieron fichas y convencieron al dictador de Irak, Saddam Hussein, de atacar a Irán. El 22 de septiembre de 1980, Saddam lanzó la invasión de Irán. Soleimani se ofreció como voluntario para combatir a los invasores. A pesar de su juventud, destacó por su bravura y pronto fue designado comandante de una división.

Al terminar la guerra Irán-Irak, Soleimani permaneció en el Ejército iraní y demostró una y otra vez su lealtad a la Revolución Islámica al reprimir a los disidentes. Por ello, en 1998, fue designado como jefe de las Fuerzas Especiales, los Quds, especialistas en la eliminación física de sus rivales, el sabotaje, el reconocimiento estratégico y el espionaje.

Entonces, Soleimani se embarcó en un proyecto estratégico: “Construir una esfera de influencia chií, que abarcara desde el Golfo Pérsico, pasando por Irak y Siria, hasta el Mediterráneo”1. El objetivo final de esta estratagema: construir un eje de resistencia contra los Estados Unidos, Israel y sus aliados sunitas en el mundo árabe. 

En octubre de 2001, luego de los ataques terroristas contra las Torres Gemelas y el Pentágono, Irán y los Estados Unidos se involucraron en un matrimonio de conveniencia, pues ambos compartían un enemigo común: los talibanes, gobernantes de Afganistán y principales valedores de líder de Al-Qaeda: Osama bin Laden.

Sin embargo, la cooperación entre los rivales terminó en enero de 2002, luego de que el entonces presidente estadounidense, George W. Bush, declarara que Corea del Norte, Irán e Irak pertenecían al “Eje del Mal”. A continuación, Bush, acompañado por el Reino Unido, invadió, en marzo de 2003, Irak para deponer a Saddam Hussein y apoderarse del petróleo.


Entonces, Soleimani percibió la oportunidad de hacer sangrar a los angloamericanos: decenas de miembros de la Fuerza Quds fueron enviados a Irak para organizar células de resistencia contra la ocupación. Pronto, las bajas en las fuerzas británicas y estadounidenses comenzaron a elevarse. Todo apuntaba al apoyo encubierto de Irán.

En los años venideros, Soleimani se inmiscuyó en diferentes teatros de guerra: el Líbano, Irak, Yemen y una lucha secreta contra los servicios secretos de Israel y la Unión Americana a causa del programa nuclear iraní. Sin embargo, fue en Siria en donde alcanzaría la fama imperecedera, debido a que el régimen de Bachar al-Assad estaba siendo derrotado en el campo de batalla. Para los iraníes, la debacle de al-Assad era un anatema, pues “perder Siria equivalía a perder Irán”.

Los iraníes sabían que no tenían la capacidad diplomática o militar para salvar a al-Assad. Por ello, voltearon a ver a la Rusia de Vladimir Putin. Sin embargo, Soleimani sabía que tenía que vencer una barrera psicológica: el trauma producido por la derrota del Ejército soviético en Afganistán. 

Para tal efecto, Soleimani viajó, en julio de 2015, a Rusia para informar al presidente de Rusia, Vladimir Putin, que sólo una acción conjunta de Irán y Rusia podría salvar a su aliado al-Assad. Como una Deus ex machina iraní, Soleimani ofertó al estadista ruso el despacho de miles de milicianos chiíes provenientes de Afganistán, Irak y El Líbano para combatir a los rebeldes sirios. De este modo, Rusia sólo intervendría con fuerzas aeronavales y un grupo selecto de asesores, los renombrados Spetsnaz.

El cálculo de Soleimani probó ser acertado: en menos de un año, la marea de la guerra se volvió a favor de al-Assad. De esta manera, Irán y Rusia se aseguraban la supervivencia de al-Assad y, por ende, tener un pie en el Mediterráneo Oriental. 

El escribano concluye: posiblemente, Trump ordenó el asesinato de Soleimani para hacer que la política exterior sea el tema principal de la elección presidencial de 2020 y lograr sacar raja política. Porque el neoyorquino sabe que los demócratas, como por ejemplo Jimmy Carter o Barack Obama, se han mostrado débiles frente a Irán. Ahora que Soleimani ha “bebido el dulce jarabe del martirio”, Irán y sus aliados en Irak tienen un nuevo incentivo para oponerse a los designios de los Estados Unidos e Israel. Por último, la gran incógnita es saber el grado de venganza de Irán, pues de ello depende evitar una escala de violencia, la cual tendría consecuencias imprevisibles. 

Aide-Mémoire. ¿Cuál es la autoridad moral del gobierno golpista de Bolivia, imitador barato de Victoriano Huerta, Francisco Franco o Augusto Pinochet?

 

  1. The Shadow Commander, https://bit.ly/302ly3v


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