- La RUOA no es una red de monitoreo, sino una plataforma de investigación y para la docencia
- Cuenta con 15 estaciones en el país y nutre líneas de investigación, publicaciones y tesis en temas como contaminación atmosférica, cambio climático, recursos hídricos y eventos extremos
Información sobre la contaminación atmosférica, recursos hídricos, eventos extremos y efectos del cambio climático en la fauna, flora y humanos, es generada y compartida en acceso abierto por la Red Universitaria de Observatorios Atmosféricos (RUOA) de la UNAM.
Entre sus usuarios están expertos en ciencias de la atmósfera, biología, geografía y arquitectura, pero también estudiantes que realizan sus proyectos con diversas aplicaciones, señaló Michel Grutter de la Mora, coordinador de la Red e investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA), entidad a la que está adscrita la iniciativa.
Tras aclarar que la RUOA no es una red de monitoreo, sino una plataforma de investigación y para la docencia, indicó que se trata del primer programa en México con medición continua de gases de efecto invernadero, lo que se logra con seis instrumentos de muy alta precisión y resolución temporal para conocer las concentraciones ambientales de dióxido de carbono y metano: “Contamos con un registro de más de cinco años, que permite evaluar la relación de su evolución en tiempo, con la influencia humana y los procesos que regulan su concentración como parte del ciclo de carbono”.
Para impulsar las ciencias atmosféricas entre la comunidad universitaria y el país, en 2014 se puso en marcha este proyecto que ofrece datos inéditos de alto rigor científico, que nutren líneas de investigación, publicaciones y tesis profesionales en esos temas emergentes, resaltó Grutter.
“El propósito es formar alianzas entre personas y grupos de investigación que trabajen en este ámbito. También se pretende dotar a la UNAM y otras universidades de información útil y herramientas para su análisis”, agregó el científico.
La Red cuenta con 15 observatorios atmosféricos regionales en el país, algunos en campus de la UNAM como Juriquilla, Morelia, y la Estación Regional del Noroeste, en Hermosillo, mientras que otras están en universidades públicas como las autónomas de Coahuila, Yucatán y Aguascalientes.
Tiene estaciones dentro de las ciudades (en el Palacio de Minería, en la CdMx, con el récord más largo); en áreas naturales protegidas, como las estaciones de Biología Los Tuxtlas y Chamela, en Veracruz y Jalisco, respectivamente, así como la estación de altura Altzomoni, en las faldas del volcán Iztaccíhuatl.
La información es enviada en tiempo real al CCA en Ciudad Universitaria, donde está el observatorio atmosférico de la RUOA más completo, y en el que la Red Automática de Monitoreo Atmosférico de la Ciudad de México opera una de sus estaciones de calidad del aire.
Grutter subrayó que se busca conjuntar esfuerzos de diferentes grupos de investigación para que los datos meteorológicos y ambientales que se generan cumplan con lineamientos y protocolos comunes y puedan ser visibles por toda la comunidad, en tiempo real.
Equipos indispensables
Las estaciones más básicas cuentan con una estación meteorológica profesional que incluye sensores de temperatura, humedad, velocidad y dirección de viento, radiación solar, presión atmosférica y precipitación. Otras miden parámetros para evaluar la calidad del aire, la composición química de partículas y de la precipitación, así como medición de carbono negro, un forzante climático de vida corta.
En algunas se mide la concentración de los gases de efecto invernadero, la electricidad atmosférica y, con equipos de percepción remota, el perfil en la vertical tanto del viento como de la distribución de los aerosoles.
Esta información es usada por diversas áreas de la iniciativa privada y sectores públicos como los ayuntamientos, que aún no cuentan con un sistema de medición de la calidad del aire.
Los grupos de investigación que contribuyen con la RUOA abordan temas diversos como el impacto de la composición química de aerosoles y contaminación en las plantas, transporte y evolución del polvo proveniente del desierto del Sahara, estudio de eventos extremos y la asimilación de datos para mejorar modelos y pronósticos del tiempo”, resumió el experto.
Pembu, complemento en el bachillerato
Para complementar esta red, la RUOA cuenta con el Programa de Estaciones Meteorológicas del Bachillerato Universitario (Pembu), un grupo de 15 estaciones meteorológicas instaladas en cada uno de los planteles de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) y del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH).
Pembu acopia datos y contribuye al conocimiento de las condiciones meteorológicas locales de la atmósfera en la Ciudad de México. Busca que los estudiantes integren los conocimientos adquiridos en diferentes materias y los apliquen al análisis y discusión de problemas de la ciudad.
“Algunos investigadores y maestros usan al Pembu para complementar proyectos de investigación, mientras que los alumnos se interesan en hacer trabajos con datos generados en la estación de su propia escuela”, concluyó Grutter.
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