- Un ciudadano chino es asesinado en una cárcel del régimen comunista con un método que permite sacar el corazón cuando todavía está latiendo
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De la más reciente novela de la escritora española Marina Perezagua (Sevilla), Seis formas de morir en Texas, publicada por la editorial Anagrama, se ha comentado que es la historia de un corazón que une a dos familias distintas que viven en dos continentes distintas. Sin embargo, esta historia tiene poco que ver con el amor. Todo lo contrario, lo que nos encontramos en esta novela, es una historia descarnada, una historia poderosa, que nos habla de historias oscuras, en donde el amor, la fidelidad, la familia, se entrecruzan, para mostrarnos el rostro más oscuro y cruel de los sistemas políticos y económicos contemporáneos, que no se tientan el corazón (valga la metáfora) para castigar o lucrar con el cuerpo humano
Seis formas de morir en Texas inicia en China, cuando un ciudadano chino es asesinado en una cárcel del régimen comunista con un método que permite sacar el corazón cuando todavía está latiendo. El corazón será enviado a los Estados Unidos para ser trasplantado en un paciente norteamericano, que necesitaba el órgano de manera urgente. Ahí inicia el periplo de esta novela que abordará de manera descarnada, el tráfico de órganos ilegal que desde la República Popular China se ha organizado para que los órganos sean vendidos sin ningún tipo de control y sin respetar los Derechos Humanos.
La gran mayoría de estos órganos son extraídos de personas que forman parte de minorías religiosas o étnicas del país asiático, (la mayoría de los prisionera forman parte de la secta Falung Gong) quienes son perseguidas, arrestadas y analizadas mientras son mantenidas en cautiverio, para conocer si son posibles potenciales “donadores” de órganos para pacientes extranjeros. Por supuesto, estos órganos, son vendidos a precios exorbitantes.
Este contexto oscuro y nefasto es el que da inicio a la historia. Sin embargo, el preso chino tiene una familia, miembro de esta quienes creen que el alma o el espíritu de una persona (el Shen) no pueden descansar hasta que el corazón haya dado su último latido. Por lo que sus descendientes tienen la obligación moral de encontrar el corazón para que la energía vital descanse por fin.
Sin embargo, esto no será tan sencillo, ya que el corazón fue enviado a Estados Unidos. Y el paciente que lo recibió ha fallecido hace unos años. Pero tuvo hijos. Y los hijos heredan la energía vital sigue viva en los descendientes. Así que la necesidad de recuperar el corazón sigue presente. Y así llegamos hasta Robyn, una mujer invidente norteamericana, quien ha sido acusada de asesinar a su madre mientras estaba bajo los efectos de la metanfetamina cuando apenas era una adolescente. Por lo que ha sido condenada a morir a través de una inyección letal por las autoridades judiciales del estado en donde más personas son condenadas a muerte.
Seis formas de morir en Texas es una novela condena, una novela que nos lleva por los intersticios de la muerte administrada por el Estado (el chino y el norteamericano) contada a dos voces: Por Robyn, quien escribe cartas a su novio chino, Zhao, a quien ha conocido cuando está en la cárcel, y con su padre, al que en realidad no conoce, pues es producto de inseminación artificial, y a través de un voz narrativa en tercera persona, que retoma el informe de los periodistas canadienses David Matas y David Kilgour (Bloody Harvest) publicado en 2009 sobre las graves violaciones cometidos por el gobierno chino, para alentar este tráfico ilegal e inhumano de órganos humanos.
Seis formas de morir en Texas es una novela descarnada, poderosa, construida de una manera meticulosa, que da por resultado una obra que golpeará en la cara a todos los lectores, que no deben perderse la oportunidad de adentrarse en este mundo construida por la escritora española, quien es Doctora en Filología, y quien es autora de dos libros de relatos, Criaturas Abisales y Leche, y las novelas Yoro (con la que se hizo acreedora al Premio Sor Juana Inés de la Cruz en 2016, y la novela de 2018 Don Quijote en Manhattan. “Me interesaba bastante la idea de trabajar con mayor cantidad de material real, digamos, que el que había empleado en libros anteriores. Siempre he entendido la literatura como un ejercicio de creación e invención que debe revelar la realidad antes que imitarla, pero en este caso pensé en construir una trama desde ambos ámbitos: el compromiso con una realidad terrible y la ficción que la desenmascara”. Nos comentó la autora en entrevista sobre el origen de Seis formas de Morir en Texas.
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Javier Moro Hernández (JMH): Quería preguntarte sobre la construcción narrativa de la novela. Podríamos hablar de dos niveles: la voz narrativa en tercera persona nos cuenta una historia que se desarrolla entre China y Estados Unidos, pero también las cartas escritas por Robyn, nos cuenta la historia desde su mirada, su perspectiva. Es decir, la novela se nos cuenta desde dos puntos de vista, que se complementan.
Marina Perezagua (MP): Creo que la voz narrativa le proporciona al lector una mirada que Robyn no puede ofrecer, puesto que está encerrada. El narrador omnisciente es necesario para que el lector sepa qué ocurre fuera de Robyn, y la voz de ella se encarga de contar que es lo que está pasando en su interior, de una forma muy sincera, muy íntima, muy vulnerable.
JMH: La historia de Robyn, la forma en la que es condenada a muerte, nos habla de un sistema judicial sumamente cruel. Como cuando comenta en una de sus cartas que la pueden mantener con vida solo para que muera con la inyección letal. Un sistema aparentemente racional que mantiene una visión irracional e inhumana de la justicia. ¿Cómo fue la construcción de este personaje? ¿Te basaste en casos reales?
MP: El problema es que se considera un sistema racional cuando el hecho es que está gobernado por la pasión y la venganza. Un sistema racional requiere de la frialdad que lógicamente no pueden tener las víctimas, y esto entra en contradicción con la pena de muerte. La construcción del personaje parte de ese hecho: la doble moral que rige el sistema, y para ello sí me he servido de casos reales, tanto de condenados culpables como inocentes que han sido puestos en libertad después de haber pasado muchos años en el corredor.
JMH: La relación entre Robyn y su padre es otro hilo narrativo que me gustaría tocar: Hacer el trueque entre ojos por corazón pareciera ser un cambio macabro. Una relación que, sin embargo, se da entre un padre y una hija, entre familia. Hay un elemento simbólico muy poderoso ahí (la vida, la resurrección, la visión) que no está cruzado por el amor. ¿Cómo fue para ti como autora abordar esta historia, que late (valga la metáfora) en el centro de la historia?
MP: La idea es que por escabrosa que parezca la transacción, más perverso es el escenario que la hace posible. En China se extraen órganos de manera rutinaria y forzada, órganos que se venden por cifras astronómicas a pacientes que no preguntan de dónde proceden, pero lo cierto es que para conseguir un órgano en China, tienen que matar a alguien para ti. El intercambio de órganos entre familiares es algo mucho menos truculento, y esa es la parte literaria, la otra, la real, la de las extracciones forzadas, está totalmente documentada y en cambio apenas se conoce. El poder simbólico de un intercambio de órganos entre una hija y un padre que acaban de conocerse late en la novela como lo que podría considerarse una metáfora de la banalidad con que se tratan hoy los cuerpos de los más desprotegidos.
JMH: Tenemos la historia de Zhao, que tiene que buscar el corazón de su abuelo, que ha sido ilegalmente sacado de su cuerpo para ser vendido, y así poder detener el Sheng de su cuerpo. El tráfico ilegal de órganos por parte del gobierno Chino, del que nos hablas en la novela es una historia que debería conocerse más. ¿Cómo llegaste a esa parte de la historia? ¿Cómo hilvanarlo con la historia de Robyn?
MP: Yo necesitaba intentar sacar a Robyn del corredor de una manera poco ortodoxa. Esta es una novela de resistencia y no me interesaba meterme en los entresijos judiciales del mainstream, que son precisamente los que encierran a tantos inocentes y asesinan (no me gusta la palabra “ejecución” como eufemismo) a miles de personas. Por ello recurrí al motivo del trasplante, y fue entonces cuando comencé a investigar intensamente sobre las extracciones forzadas de órganos en China, centradas particularmente en los seguidores del grupo de meditación de Falun Gong.