Antes de la presentación a nivel nacional de Hombre Invisible, Ely Guerra “cerró” el ciclo anterior con un acústico donde entregó su humana condición, acompañada en el escenario sólo por un par de guitarras, su voz y un mundo de almas de jóvenes y corazones que empezaron a vibrar al ritmo de Ángel de Luz y se fueron sumergiendo en los éxitos que hicieron de “La Guerra” una representante del rock nacional reconocida no sólo por los de su generación.
En una noche donde la palabra tuvo un lugar preponderante por el primer aniversario de La Jornada Aguascalientes, donde la defensa de la palabra en nombre de la verdad ha sido un compromiso aún pendiente por cumplir, la cantante misma lo reconoció: en un país como México no es sencillo mantenerse y conservar, no sólo el espacio de la palabra, sino sobre todo el de la verdad.
Antes de que apareciera en el escenario la mujer de los cabellos
rubios y el porte sensual, esa misma silla fue ocupada por Paulino
Monroy, que interpretó unas cuantas canciones dedicadas a los presentes
que en realidad esperaban a la güerita que en otros momentos fue ya de
cabello oscuro pero que, sin importar su apariencia, contagia la fuerza
con la que toca las cuerdas de la guitarra y se emociona hasta ponerse
de pie tocando el instrumento rosa que la acompaña.
Al ritmo de la espera, con “Sólo espero que con el tiempo… sólo
espero que…” el escenario sencillo, sin necesidad de una imagen más que
la hermosura de la misma joven que cumplió ya 38 años, que se siente ya
en una etapa de madurez musical y que, sin embargo, sigue representando
a generaciones mucho más jóvenes que ella porque la esencia es
finalmente la de la condición humana que está presente en todos.
En medio de “Las aguas estallándole la razón”, Ely Guerra sacó la
casta acompañada sólo de su voz para cantar entre las mesas de los
asistentes, todos guardaron silencio para escuchar la voz cavernosa y
fina de una de las mujeres que representan una generación que sigue
todavía en pie de lucha desde diferentes trincheras: la música, el arte
plástico, la palabra.
Con “En la espera de un nuevo amor, corazones pintaba yo” ya
comenzaba a despedirse del escenario; sin embargo, el público compuesto
en su mayoría por jóvenes universitarios en más de una ocasión a una
sola voz le pidió, le “exigió” con la fuerza del corazón que no se
marchara.
“Se nos olvida ser espontáneos, se nos olvida preparar, se nos
olvida cocinar, llevar a pasear… cuando yo era muy pequeña y vivía en
San Luis Potosí y me llevaron por primera vez al D.F. y me subieron al
quinto piso de un edificio que daba al viaducto, no podía dormir y veía
una calle color sepia y me di cuenta que todos nos podemos hacer, luego
escribí esta canción, Prometo ser”.
La “güerita” se había ido ya, pero regresó a pesar de no haberlo
prometido antes de que se apagara la luz. Lo hizo y el escenario se
volvió a encender más por su presencia que por la luz misma del espacio.
Más de una vez interpretó alguno de los que éxitos que la han hecho
“La Guerra”, que tiene ahora su propia productora y está por dar el
primer paso público de una nueva etapa que inició acompañada de su
grupo de músicos y que antes de entrar en esa fase, de muy buen
talante, decidió cerrar la fase anterior en Aguascalientes con el
aniversario de La Jornada Aguascalientes.