El grupo peruano de teatro La marcha de los muñecones dejó sorprendidas a las personas que circulaban por el centro de la ciudad uno de estos días pasados por la tarde, de pronto sin avisar siquiera sin un sonido ni mucho menos aparecieron de atrás de la Ex escuela de Cristo unas grandes cabras, mitad humanos, mitad animales, parecían guerreros y salieron hasta el andador como a llamar a la gente.
Luego de un sencillo paseo por el andador, las personas se fueron siguiendo a esos gigantescos personajes hasta que se agolparon en la entrada metálica del museo y estuvieron a la expectativa de una función corta pues representaron un fragmento de su obra de teatro Los Pecerros que es mucho más extensa pero que por falta de presupuesto para trasladar el equipo y a los actores de Zacatecas a Aguascalientes no se pudo hacer la representación completa.
Al llegar al frente del museo a los dos guerreros los estaba esperando una mujer también con patas de cabra y juntos comenzaron a entonar un canto que parecía más dedicado a la madre tierra que a los que estaban presentes en el lugar, se unieron todos a esa ceremonia coral y de pronto del canto pasaron al baile, hicieron suyo el escenario y siguieron cantando.
Hablaban de niños, niños que crecían bajo el cuidado de la naturaleza, la naturaleza que es la madre proveedora de todos, Jorge Rodríguez Mallqui su director ya había comentado que cada uno de los personajes era mitad humano y mitad animal pero además cada uno de ellos representa a los líderes de los diferentes grupos en las comunidades, los jóvenes que recién se hacen cargo de su familia o aportan y cuidan a los hermanos menores, las madres que se hacen cargo de los hijos, los padres que trabajan para sacar adelante a su familia.
Parecía que no era una historia para niños por la misma complejidad de los personajes y de la narración, sin embargo los pequeños se dejaron llevar por lo impresionante de los personajes y mientras ellos cantaban, los nenes iban preguntándole a sus padres qué querían decir con tal movimiento o con alguna expresión, todos se quedaron hasta el final cuando por tradición se pasó la gorra para que los presentes hicieran una cooperación y todos pusieron de su bolsa para apoyar en algo a los artistas que visitaron Aguascalientes capital y diferentes municipios.
Para las comunidades donde ellos hacen su trabajo en Perú es ya muy común no sólo la irrupción de la cotidianeidad con el teatro callejero, sino también el tamaño de los muñecones que fueron ideados por ellos, sin embargo aquí en Aguascalientes no es tan frecuente, así que fue doble espectáculo para los asistentes.