Destituido. Antes de continuar nuestra serie, permítame recordar que ayer se cumplieron cuarenta y cuatro años del discurso que pronuncié el día 5 de Diciembre de 1975 -a pesar de la negativa inicial por no estar incluido en el programa- en defensa de la autonomía de la Universidad Autónoma de Aguascalientes durante el mitin político disfrazado de actividad académica organizado por la rectoría en el primer patio del entonces llamado edificio central de la UAA -antiguo Instituto de Ciencias ubicado frente al lado norte del Parián- donde se recibió al candidato del Partido Revolucionario Institucional en el inicio de su campaña por la Presidencia de la República, a pesar de la oposición de estudiantes y profesores por tratarse de un acto violatorio de la autonomía, de acuerdo con el artículo número 1 del Estatuto de la Ley Orgánica de la propia Universidad del 25 de octubre de 1974.
La respuesta de la rectoría consistió en destituirme de todas mis cátedras, hecho cavernario vigente hasta la fecha -aparte de expulsiones de estudiantes y medidas represivas de diversa índole contra los justos reclamos de la comunidad universitaria- que manchó de manera indeleble la historia de la Universidad igualmente hasta la fecha, más lo que venga. Hecho el recordatorio, continuamos con nuestro tema.
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Las reformas universitarias. El Diccionario de la Lengua Española nos dice que las palabras reforma y revolución tienen significados parecidos en cuanto que ambas pretenden cambios; la diferencia radica en la forma o procedimiento, pues mientras que la
Revolución persigue un “Cambio profundo, generalmente violento en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional”, la Reforma sólo busca “…innovación o mejora…”.
Contrarreforma. Aunque por lógica es claro el significado de este otro término, conviene tener presente su definición: “Movimiento religioso, intelectual y político destinado a combatir la Reforma.”
Ya vimos que después de la transformación de la escuela imperial romana en escuelas monacales y catedralicias, su etapa de gestación se caracterizó por haber alcanzado avances lentos y diversos pero progresivos hasta liberarse de la estrechez de su matriz al nacer como Universidad casi un milenio después, en el año 1218.
A pesar de ello, la Iglesia continuó imponiéndole en mayor o menor grado el sistema escolástico -si bien adaptado a las nuevas circunstancias- durante seis siglos más hasta que Napoleón Bonaparte, al derrotar al Sacro Imperio Romano Germánico en 1806, impuso la primera reforma universitaria de carácter abiertamente laico.
Las circunstancias medievales fueron totalmente trastocadas a partir de los grandes descubrimientos geográficos del siglo XV y XVI, lo que propició no sólo la aparición de los imperios modernos sino también un despertar al conocimiento por la utilización del razonamiento, lo que permitió a los europeos llegar a la conclusión de que el mundo no era plano como lo enseñaba la Iglesia sino esférico, haciéndoles perder el temor a las verdades absolutas y atreviéndose no solo a escudriñar las leyes naturales sino también a formular las humanas (como la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano) sin temor a la condenación eterna.
La razón -cualidad humana- en la que se funda el método mediante el cual se adquieren nuevos conocimientos difundidos por el formidable invento de la imprenta de tipos móviles a partir del siglo XV, se impuso sobre la fe -cualidad divina- que predica una sola e inmutable verdad plasmada en un único libro: la Biblia (nombre que significa en griego precisamente eso: el libro).
Este cambio radical detonó la revolución industrial franca en el siglo XVII; la revolución agraria y la revolución científica, así como las primeras revoluciones burguesas (la estadounidense y la francesa) del siglo XVIII que se dieron como consecuencia, todo lo cual anunciaba la aparición del capitalismo.
La Universidad y la ciencia. En el siglo XIX, ya sin los impedimentos de la Iglesia, los filósofos y científicos empezaron a ingresar a las universidades y el conocimiento se desarrolló a tal grado que surgió la necesidad de clasificarlo; es entonces que la metodología participa en la organización de las ciencias particulares que se desprenden de la Filosofía para dar lugar a las ciencias físicas, matemáticas, biológicas, sociales (en especial la economía, la política, la sociología, etc.).
Definición de Universidad. Entonces apareció la inquietud por buscar una definición del término Universidad, indispensable para tener una base de la cual partir para su perfeccionamiento. De entonces a la fecha han surgido muchas, entre las cuales me identifico más con la descripción del ítalo-argentino Mondolfo.2 Por lo pronto solo veremos algunos elementos esenciales tomados de una interpretación presentada por mí en una mesa redonda realizada en mi Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM:
1.- Comunidad de estudiantes y profesores. Esta es la base fundamental de la Universidad, derivada de su nombre latino: “Universitas Magistrorum et Scholarium”. Por una parte, esto significa -y quiero resaltarlo de manera puntual- que no puede haber Universidad si falta uno de estos dos elementos y también es indispensable precisar que no se requiere ninguno otro; por la otra, exige que la comunidad de estudiantes y profesores se comporte como tal, es decir, en estrecha comunicación, apoyo y solidaridad al unísono, aunque existan discrepancias entre sí; es decir, debe estar férreamente unida dentro de la diversidad de personas que la integran; a este propósito recordemos aquella frase que pronunció el rector de la UNAM Javier Barros Sierra, al iniciar la histórica marcha de 1968 en defensa de su autonomía: “¡Viva la discrepancia, porque es el espíritu de la Universidad!”
2.- Fines: Consagrarse a la búsqueda de la verdad mediante la unidad orgánica del saber; a la transmisión gratuita del conocimiento; a la forja de seres humanos integrales con elevada consciencia crítica y ciudadana, profesionales, maestros e investigadores con espíritu de servicio para las labores de extensión a la población; y a recopilar la memoria de la cultura para contribuir a su actualización y perfeccionamiento.
3.- Medios: Para cumplir cabalmente con sus fines, la Universidad debe contar con:
3.1.- Autogobierno integrado paritariamente por sus estudiantes y profesores.
3.2.- Recursos financieros suficientes y oportunos aportados por el Estado de los impuestos cubiertos por la ciudadanía.
3.3.- Absoluta libertad de cátedra e investigación para seleccionar sus temas y ejecutar sus tareas. En esa labor se considerarán por igual todas las corrientes de pensamiento pero no se recomendará ninguna porque esa elección corresponde única y exclusivamente al sujeto de la enseñanza, mediante el libre albedrío de su consciencia crítica.
4.- Autonomía. Finalmente, para cumplir adecuadamente con todas sus responsabilidades, la Universidad debe contar con un requisito básico: plena Autonomía; sin ella no puede existir la Universidad.
Autonomía significa que la Universidad debe establecer las medidas necesarias para asegurarse de no ser objeto de intromisiones de ninguna índole, pero particularmente por parte del poder político, del poder religioso y del poder económico. (Cabe aclarar que el artículo 6 del Estatuto de la UAA vigente, menciona a los poderes político y religioso pero no al económico, que es el que constituye mayor riesgo en su caso).
Como puede inferirse fácilmente, la autonomía es el punto clave para contar con una Universidad equilibrada e independiente capaz de cumplir adecuadamente con sus funciones. Por consiguiente, la autonomía es el sueño más preciado de toda universidad que aspire a serlo en plenitud. Su aplicación, sin embargo, ha sido desigual porque en unos casos se avanza en unos puntos más que en otros dependiendo de las circunstancias particulares de cada país.
Retomemos ahora la ilación histórica que interrumpimos cuando habíamos llegado a la primera reforma universitaria realizada por Napoleón en 1806. que, por una parte, al imprimirle el sello liberal le permitió empezar a contar con los intelectuales a los que la Iglesia cerraba el acceso; eso la enriqueció de una manera muy notable en el sentido de que amplió su ámbito académico en el terreno científico, para el que obtuvo más recursos; hasta aquí, la reforma fue altamente positiva; sin embargo, al considerarse dueño de ella, el Estado no le otorgó la libertad necesaria para autogobernarse; así fue como pasó del servicio a la Iglesia al servicio del Estado, impidiéndole alcanzar la total autonomía.
Segunda reforma universitaria. El siguiente caso se dio tan solo cuatro años después de la francesa, con la famosa Reforma universitaria alemana -también pública y laica pero inscrita en el idealismo filosófico nacional- realizada en 1810 por el filólogo Guillermo de Humboldt -el hermano de Alexander- cuya tendencia muy particular hacia la unidad de la enseñanza y la investigación llevó al país a los más altos niveles del desarrollo científico; es de lo más interesante y dejó una huella profunda en muchas instituciones de enseñanza superior del mundo.
Sobre todo, si se considera su principal virtud que consistió en la seguridad que le otorgó el Estado de contar con la dotación suficiente y oportuna de los recursos para su adecuado funcionamiento, incluyendo la garantía de la gratuidad de la enseñanza que se conserva hasta la fecha.
Y no sólo esto, sino que el Estado le otorgó autonomía para autogobernarse con total libertad. Puede decirse que la universidad alemana fue la primera verdaderamente autónoma de la historia superando así, en todos sentidos, a la reforma francesa. Lo lamentable fue que involucionó considerablemente con la derrota que sufrió su país en las dos grandes guerras del siglo XX.
Continuamos el viernes próximo.
Por la unidad en la diversidad
Aguascalientes, México, América Latina
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1 Profesor de la Universidad Autónoma de Aguascalientes expulsado de todas sus cátedras por pronunciar un discurso en defensa de su autonomía.
2 Universidad, pasado y presente. Rodolfo Mondolfo. Cuaderno 154 de la Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1966.