Daniel Barenboim, embajador de la paz a través de la música / El banquete de los pordioseros - LJA Aguascalientes
24/11/2024

Generalmente solemos reconocer y festejar la vida y la obra de los grandes protagonistas del arte y la cultura una vez que han fallecido, generalmente es en su aniversario luctuoso cuando lo recordamos y aprovechamos la ocasión para señalar sus virtudes y bondades, yo creo que cualquier persona que se muere, salvo excepciones muy concretas, se convierten en verdaderos santos, nadie habla mal de los que han muerto, insisto, salvo muy específicas excepciones, de cualquier manera considero necesario reconocer en vida el trabajo de quienes siguen enriqueciendo la vida de la humanidad, tal es el caso del pianista, director de orquesta, frecuentemente es contratado como conferencista y recientemente embajador de la paz.

Lo interesante de Barenboim, más allá de sus incuestionables facultades como músico, específicamente como pianista y después tomando la batuta como director de orquesta, es que ha utilizado la música, no sólo como un instrumento de paz, lo que ya de por sí es plausible y digno de reconocimiento, sino que la ha utilizado como una herramienta de solución para el conflicto más antiguo de la humanidad, creo yo, la casi eterna confrontación árabe-israelí.

El maestro Barenboim entiende las cosas muy bien, sin duda. Entiende que el arte, más allá del disfrute estético y del inmenso placer que nos produce una audición musical, debe ser utilizado como una forma de crear conciencia y consecuentemente de solucionar problemas, intentar darle solución a un problema sin ser conscientes de él resultaría un esfuerzo estéril, yo me pregunto, ¿por qué no buscar soluciones desde la trinchera del arte y no solamente desde las oficinas de los funcionarios? Está claro que los esfuerzos diplomáticos no han sido suficientes, entonces debemos voltear hacia la poderosa voz de la creación y la ejecución de las artes, ahí, sin duda, está la respuesta. 

Ésa ha sido la vida profesional del gran Barenboim, desde sus prodigiosas ejecuciones de las 32 sonatas para piano de Beethoven y el más exigente y demandante repertorio para el piano concertante, hasta su impecable trabajo como director de orquesta dirigiendo algunas de las más importantes orquestas del mundo, entre ellas, la Orquesta de la Ópera Estatal de Berlín, la Staatskapelle de Berlín, director musical de la Orquesta Sinfónica de Chicago y más tarde al frente de la Orquesta de París, también dirigió la Orquesta del la Scala de Milán y su destacado trabajo al frente de la Orquesta Este-Oeste, una orquesta integrada por jóvenes árabes y judíos con sede en la ciudad de Sevilla, lo cual resulta comprensible si consideramos la importante herencia cultural árabe en esta ciudad del sur de España. Daniel Barenboim ha sido uno de los críticos más resueltos sobre la ocupación israelí en Palestina, y es que él, a pesar de su diversa nacionalidad, siente el compromiso de no permanecer indiferente ante un problema que atañe a toda la humanidad, no podemos darnos el lujo de pretender que no vemos lo que ha sucedido durante muchos años en estos territorios ocupados. Desde la trinchera del arte, específicamente de la música, Daniel Barenboim hace su trabajo de mostrar una postura crítica, postura por cierto incorruptible al estar amparada por el incuestionable poder transformador de la música.

Barenboim es un músico nacido en Buenos Aires, Argentina, sus padres son judíos argentinos y él tiene la ciudadanía israelí, palestina y española, pero sin renunciar a la argentina, y reside en la ciudad de Berlín a la que tanto le ha dado musicalmente hablando y de la que tanto ha recibido en el mismo aspecto, ante esta situación, imposible que el maestro permanezca indiferente. 

Lo interesante del trabajo de Daniel Barenboim es que toda su postura crítica respecto a ese añejo conflicto judío-palestino lo encauza a través de la música, eso es lo que realmente necesitamos, embajadores de la paz cuya propuesta se fundamente sólidamente en las artes, en este caso concreto la música, ésa es la única forma, diseñar y dirigir una orquesta como la que él tuvo en Sevilla con jóvenes árabes y judíos, esto representa un compromiso mucho mayor al simple hecho de tocar bien y tratar dignamente las obras que interpretan, de alguna manera es decirle al mundo que sí se puede y que la solución, más que en tratados y firmas, más que en negociaciones ventajosas, mucho menos, más que buscar la solución en las guerras, ésta está en el arte como la única forma de reivindicación y dignificación del ser humano. Una de las más importantes evidencias de esta actitud conciliadora entre culturas, razas o creencias diferentes fue cuando al frente de la Orquesta Filarmónica de Israel interpretó música de Richard Wagner, los integrantes de la orquesta evitaban tocar la música de este compositor alemán por el gusto que la Alemania nazi manifestaba por su obra dando origen a una especie de boicot no oficial. Esto es algo serio, el maestro Zubin Mehta intentó en dos ocasiones que la Filarmónica de Israel tocara el repertorio wagneriano pero sin conseguirlo, de hecho, en el último intento en 1981 hubo tremenda trifulca en la audiencia llegando incluso a los puños.

Hoy recordamos a Daniel Barenboim, hoy celebra su cumpleaños 77, uno de los músicos más comprometidos con una causa, en este caso el conflicto palestino israelí y uno de los más grandes músicos de nuestros tiempos, tanto en la ejecución virtuosa del piano como en la dirección orquesta. ¡Larga vida, maestro! 


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