América Latina, en disputa / Taktika - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Washington, D.C., Unión Americana. 11 de noviembre de 2019. Con un comunicado escueto y parcial, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, saluda “la renuncia del presidente boliviano Evo Morales”. Para el neoyorquino, esto es “un momento significativo para la democracia en el Hemisferio Occidental… pues envía una fuerte señal a los gobiernos ilegítimos en Venezuela y Nicaragua que la democracia y la voluntad del pueblo siempre prevalecerán”.

Por su parte, el exmandatario de Ecuador, Rafael Correa, concede una entrevista a la cadena rusa RT, en donde afirma: “Por supuesto que es un golpe de Estado… si Evo Morales no renuncia, habría habido un baño de sangre porque no había orden público”. Luego agrega: “La Organización de Estados Americanos es inútil porque es un instrumento de dominio estadounidense”.

Las escenas arriba descritas sirven como prólogo al presente artículo el cual pretende hacer un recuento histórico y analizar la situación actual en diversos países latinoamericanos porque, como no se veía desde los días álgidos de la Guerra Fría, fuerzas internas y externas se disputan América Latina.

A principios de la década de 1950, factores endógenos y exógenos provocaron que América Latina fuese disputada. Entre los primeros encontramos: la rivalidad entre la izquierda y la derecha, y la textura de la política, economía y sociedad de cada país latinoamericano. Entre los segundos influyeron: “La discordia diplomática, provocada por las políticas de Washington durante la Guerra Fría temprana; el fermento ideológico ocasionado por la descolonización y la emergencia del Tercer Mundo; y la competencia entre los estadounidenses y los soviéticos por la supremacía en el sur global”1.

En el periodo precoz de la Guerra Fría, Juan Jacobo Arbenz Guzmán arribó, en 1951, al poder bajo la consigna de nacionalizar los intereses de la compañía frutícola, United Fruit Company. Para los Estados Unidos, esto era una herejía porque afectaba los intereses de un representante del Big Business. Además, el clero conservador y la oligarquía local apoyaron a Washington. Por ello, la Agencia Central de Inteligencia, la CIA, armó un ejército mercenario en Guatemala. En junio de 1954, los estadounidenses inician el golpe de Estado y Arbenz, para evitar ser ejecutado, se refugia en la embajada de México.  

El siguiente punto de choque ocurrió en Cuba, en donde los hermanos Castro Ruz, Fidel y Raúl, ayudados por Ernesto Che Guevara derrocaron, en enero de 1959, a Fulgencio Batista. El programa político de los revolucionarios cubanos estaba basado en: el nacionalismo, el internacionalismo y la justicia social. Esto era un anatema para los Estados Unidos, quienes decidieron, en abril de 1961, deponer a Fidel Castro. Sin embargo, el intento fue derrotado en Bahía de Cochinos, “la primera derrota del imperialismo en América Latina y a escala mundial” (Ernesto Guevara de la Serna dixit).

Fue precisamente Cuba en donde el mundo estuvo al borde del Armagedón en el verano de 1962, pues la decisión soviética de colocar misiles nucleares de alcance medio en Cuba provocó una dura respuesta por parte de la administración de John F. Kennedy. Afortunadamente, cabezas más serenas prevalecieron en Moscú y Washington y se evitó la hecatombe nuclear.

En octubre de 1970, Salvador Allende Gossens asumió la presidencia de Chile. Esto enfureció al presidente Richard Nixon quien ordenó al director de la CIA, Richard Helms, “hacer gritar a la economía chilena”. Para los estadounidenses, el programa económico de Allende -nacionalizar la industria minera, acelerar la reforma agraria, congelar los precios de las mercancías, y aumentar los salarios de los trabajadores- tenía un tufo marxista-leninista.

Por ello, la CIA comenzó a cultivar a militares inconformes, al alto clero católico y a empresarios prominentes. El 11 de septiembre de 1973, los militares golpistas, encabezados por Augusto Pinochet Ugarte, depusieron a Allende, quien se suicidó con un fusil AK-47, regalo de Fidel Castro Ruz. A continuación, miles de librepensadores e izquierdistas son paralizados a punta de bayoneta y remitidos al Estadio Chile, en donde son mortificados y ejecutados. Ejemplo de ello es el cantautor Víctor Jara. 


Sin embargo, en un hecho que ennoblece a la diplomacia mexicana, cientos de chilenos -entre ellos la viuda de Allende, Hortensia Bussi, y sus hijas Beatriz, Carmen Paz e Isabel- encontraron refugio en la embajada de México, en donde el excelso Gonzalo Martínez Corbalá, armado sólo con el derecho internacional, hace frente a la manada pinochetista.

El golpe de Estado en Chile se replicó a lo largo y ancho de América del Sur, pues, para evitar que políticos izquierdistas arribaran al poder, los Estados Unidos apoyaron acciones similares en: Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay, y Uruguay.

El siguiente punto de choque ocurrió en Nicaragua, en donde los sandinistas derrocaron al dictador Anastasio Somoza. El líder sandinista, Daniel Ortega, logró el apoyo de Cuba y la Unión Soviética. Esto motivó que los estadounidenses financiaran a los “contras” -antiguos somocistas- quienes llevaron una guerra de guerrillas. Asimismo, en El Salvador las fuerzas especiales estadounidenses “neutralizaron, con una modesta inversión en dinero y mano de obra, un agresiva campaña cubana y soviética”2

La caída del Muro de Berlín, la desaparición de la Unión Soviética y la llegada de gobernantes afines a los Estados Unidos permitieron implementar el llamado “Consenso de Washington”. Es decir, una serie de políticas públicas que patrocinaban: la reducción del Estado, el apoyo al libre comercio, la estabilidad macroeconómica y la reducción del Estado. 

La postración de la izquierda latinoamericana terminó en 1999, cuando el “niño pobre de Sabaneta”, Hugo Rafael Chávez Frías arribó al poder en Venezuela. Chávez aplicó una política nacionalista en materia de agricultura y recursos energéticos. Asimismo, el líder venezolano utilizó la bonanza petrolera para apoyar a políticos afines en la región: en Argentina, Néstor Kirchner, y su esposa, Cristina Fernández; en Bolivia, Evo Morales; en Brasil, Lula da Silva; y en Ecuador, Rafael Correa. Esto significó que, con resultados variados, la izquierda latinoamericana gobernó durante la mayor parte de las dos primeras décadas del siglo XXI.

El escribano concluye: dos bandos se disputan el control de América Latina: la izquierda dividida en dos partes, la social democracia y los castro-chavistas, apoyada, en algunos casos, por China y Rusia contra la derecha, golpista y neofascista, la cual se apoya en “instituciones estatales ligadas a las milicias, el racismo y el odio contra las minorías”3 y cuyo principal valedor es la Unión Americana, encabezada por Donald Trump.

Aide-Mémoire. México tiene una larga tradición como refugio a los humillados y derrotados del orbe: el asilo concedido al revolucionario ruso León Trotsky; y la titánica labor de Gilberto Bosques, el “Schindler mexicano”, quien salvó a miles de republicanos españoles y judíos de las fauces de la Alemania nazi son ejemplos preclaros.

 

1.- Brands, Hal. Latin America’s Cold War. Cambridge: Harvard University Press, 2010, p. 3.

2.- Kaplan, Robert D. Imperial Grunts: The American Military on the Ground. New York, Random House, 2005, p. 45.

3.- Released Lula in for greatest fight of his life. https://bit.ly/2piHMk8 

 


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