La lactancia materna es la forma ideal de aportar a los niños pequeños los nutrientes que necesitan para un crecimiento y desarrollo saludables. Prácticamente todas las mujeres pueden amamantar, siempre que dispongan de buena información y del apoyo de su familia y del sistema de atención de salud.
La OMS recomienda la lactancia materna exclusiva durante seis meses, la introducción de alimentos apropiados para la edad y seguros a partir de entonces, y el mantenimiento de la lactancia materna hasta los 2 años o más.
Científicos han descubierto que la lactancia materna define el tamaño del cerebro del bebé y esto es en todos los mamíferos. Aunque existe un sinfín de variables que influyen en la inteligencia de los niños una de ellas es la composición de la leche materna, ya que contiene grandes cantidades de ácidos grasos de cadena larga Ácido Docosahexaenoico (DHA) esenciales para el desarrollo cerebral.
La Liga Internacional de La Leche promueve el fortalecimiento del apego entre madre e hijo, dado que la lactancia materna demanda cercanía y contacto de piel con piel, ésta actividad por ser tan placentera y estimulante desarrolla las estructuras del sistema nervioso central. El tronco cerebral; el segundo cerebro, (sistema límbico) o sistema de las emociones y más adelante modulará la corteza cerebral o “tercer cerebro” (donde se realizan las funciones ejecutivas) por medio de los afectos que son el motivador principal para los aprendizajes.
La capacidad de amar y la capacidad de pensar del ser humano, se desarrollan y estructuran en íntima relación, son inseparables y equivalentes en importancia. Las sinapsis permiten la comunicación entre neuronas empleando neurotransmisores. Las neuronas se organizan mediante sinapsis estableciendo las vías nerviosas específicas. Las moléculas y células de la leche humana llegan al tejido cerebral y pueden influir en el crecimiento del mismo y en los mayores logros del desarrollo cognitivo.
La Ley General de Salud, en su artículo 64, contempla acciones en favor de la lactancia; en su fracción II Bis (adicionada en junio del 2012 y reformada en mayo del 2016) se ordena la existencia de, al menos, un banco de leche materna en cada entidad federativa. En México, existen 34 bancos de leche materna ubicados en la CDMX y los estados de Baja California, Chiapas, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Oaxaca, Quintana Roo, México, Puebla, Veracruz, Sonora, Nuevo León y Zacatecas.
De acuerdo con cifras del Unicef, en México apenas 30.8% de los niños es amamantado, por lo que el país ocupa el último lugar en lactancia materna en América. En el ámbito mundial esta cifra se eleva al 41%, si bien hay países donde la lactancia materna exclusiva está más difundida. Entre los de América Latina y el Caribe, la tasa en Perú es del 64.2%, en Bolivia del 58.3%, Guatemala del 53.2% y en Brasil del 38.2%. (Cfr. El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, según datos nacionales, FAO, 2019).
Por entidad federativa, Tlaxcala, Yucatán y Puebla son los que reportan los porcentajes más altos de lactancia materna; en contraste, Aguascalientes, Coahuila de Zaragoza y Durango tienen los más bajos. En cuanto a duración tenemos que: Chihuahua, Coahuila de Zaragoza, Aguascalientes (6.9 meses), Nuevo León (6.7) y Baja California (6.6) son las entidades con la duración promedio más baja
En la Región Centro Bajío Occidente, se tiene clara conciencia de que la leche materna es la mejor alimentación para neonatos y lactantes. Guanajuato tiene una presencia de 20 lactarios hospitalarios, los cuales forman parte de la red estatal del banco de leche humana, una de las redes más robustas del país.
La Ensanut detectó que en Aguascalientes el porcentaje de los niños(as) de cero a seis meses, que tuvieron lactancia materna exclusiva el día anterior, fue del 1%. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 2) la contemplan como una herramienta para poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y mejorar la nutrición.
Aunque tradicionalmente se considera que la lactancia materna está en el dominio de la madre, cuando los padres, las parejas, las familias y la sociedad la apoyan, las tasas de lactancia materna aumentan. La lactancia materna es trabajo en equipo. Capacitar a mujeres y hombres como padres en igualdad también permite facilitar la lactancia materna.
Investigadoras del Conacyt han detectado que, las principales barreras encontradas contra la lactancia materna fueron:
1) Individuales: falta de confianza y capacidad para nutrir a su bebé, enfermedad de la madre, malestares y requerimientos (p. ej., nutricionales y de tiempo) asociados con la LM y el trabajo fuera del hogar;
2) Interpersonales: recomendaciones inadecuadas sobre cuidado, destete, prácticas de ablactación y remedios de malestares por familiares, pareja y proveedores de salud;
3) Institucionales: consejería inadecuada e inefectiva en los servicios de salud;
4) Comunitarias: de norma social, por ejemplo, aceptación de la fórmula antes de los 6 meses y como reflejo de solvencia económica, y
5) De políticas: falta de apoyo del sistema de salud, incumplimiento del código de comercialización de sucedáneos de leche materna, mercadotecnia no regulada de bebidas azucaradas dirigida a niños y políticas laborales que no favorecen la lactancia.
Los hallazgos descritos permiten el diseño de intervenciones efectivas que se adapten a las necesidades y el contexto de las poblaciones vulnerables. Los investigadores sugieren intervenir en los diferentes sistemas, de modo tal que el conjunto de esfuerzos permita remover o minimizar las barreras asociadas con la LM identificadas en distintos niveles.
Especialistas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) afirman que la leche materna, además de ser la primera vacuna que protege al recién nacido de diversas enfermedades, también favorece de manera importante su desarrollo sicomotor, coeficiente intelectual y autoestima.