Una de las peores herencias de la dictadura a la sociedad española es el franquismo, muy vivo aún en 2019. Esto, porque en días pasados los restos del sanguinario dictador fueron exhumados de su faraónico mausoleo en el Valle de los Caídos, en el madrileño San Lorenzo del Escorial, después de muchos meses de jaloneos políticos y legales entre el gobierno en funciones de Pedro Sánchez y diversos grupos de interés (los que en México podríamos “llamar poderes fácticos”). Muy positivo resulta que se ponga punto final a una anomalía democrática en el Estado español que no tenía parangón ni en Europa occidental ni en el resto del mundo, pues mantener ese esperpento vigente era como si Hitler o Mussolini o Stalin hubiesen tenido un mausoleo abierto o una capilla ardiente en cualquier plaza pública de Alemania, Italia o Rusia; o como si en México rindiéramos tributo público, por ejemplo, en el Monumento a la Revolución Mexicana, al sanguinario general traidor Victoriano Huerta. No tan positivo o negativo en cambio, que el gobierno en funciones del señor Sánchez Castejón busque un rédito electoral con esa aparatosa medida ante su incapacidad de formar gobierno después de las pasadas elecciones generales, dada la repetición electoral del próximo 10 de noviembre.
Decíamos en una anterior entrega de la Yerbamala (“Nos faltan 43 y muchx más”, La Jornada Aguascalientes, 29 de septiembre de 2019), a propósito de la desaparición forzada de personas como un crimen de lesa humanidad, mismo que no prescribe, que se calcula que todavía yacen en las cunetas, fosas comunes y descampados de toda España, más de cien mil cuerpos sin identificar (entre ellos los restos del poeta Federico García Lorca, por ejemplo), fatídica herencia de una feroz dictadura en ese país entre 1939 y 1975; y sin duda una tragedia estremecedora y bien retratada en el gran documental El silencio de otros (2018) de Almudena Carracedo. Y recordábamos al respecto que decía el cínico genocida argentino Videla, que los desaparecidos (de la dictadura instaurada en ese país entre 1976 y 1983) “no estaban ni vivos ni muertos”, sino que: “simplemente, no estaban”. Para no ir más lejos, en ese mismo Valle de los Caídos aún yacen los cadáveres de unos 33 mil republicanos que construyeron en un cruel régimen de trabajos forzados y exterminio, el citado mausoleo de Franco por el solo delito de haber defendido a La República después del alzamiento militar de 1936.
De cualquier manera, la exhumación es un acto saludable, aunque llegue 44 años después de la sepultura del dictador, con honores de Estado y 40 años después del primer gobierno elegido por sufragio universal, pues no hay duda de que la permanencia del cadáver del dictador en ese espacio era un agravio permanente para los miles de descendientes de españolxs cuyos familiares y amigxs fueron asesinados durante y después de la guerra, durante la larga noche de la dictadura que le siguió. Pero esta simbólica reparación, que es sin duda histórica, no basta para saldar las muchas cuentas ciudadanas del Estado español, que acumula pendientes por doquier, ya no digamos derivadas del remoto pasado espurio del régimen actual, incluidos cuantiosos expolios a numerosas familias republicanas y el robo documentado de infantes durante la dictadura; sino de la llamada “transición” de 1978, que se nos ha querido vender por décadas como ejemplar y modélica.
Porque la reciente y extravagante exhumación del dictador nos ha mostrado claramente, a través de las airadas protestas de grupos de extrema derecha, que las pulsiones autoritarias y fascistas en la sociedad española sobreviven al dictador y gozan de cabal salud. De modo que a las Españas les queda aún un largo camino para alcanzar la mínima normalidad democrática de su propio entorno europeo, donde para empezar los símbolos y expresiones fascistas están prohibidas. Así, el régimen actual hace aguas en temas tan importantes como la seguridad social y los demás derechos sociales, la forma del estado y de gobierno, el tránsito de las autonomías hacia un verdadero estado federal, la separación de poderes, la independencia judicial o el tema catalán.
En esto, la construcción de la memoria histórica y de la reparación a las víctimas deberá de jugar un papel fundamental para alcanzar la paz y la justicia, donde el estado español necesita sin duda una Comisión de la Verdad y la aplicación cabal de la Ley de Memoria Histórica, gobierne quien gobierne.
P.S. Evo ganó, Piñera va a caer y Macri perdió. Bien dicen que el sur también existe, porque Bolivia es el único país de Iberoamérica con la economía que crece a tasas sostenidas desde hace varios años. Además el país andino es gobernado por un carismático líder indígena Aymara, y no por un rapaz tecnócrata de Harvard. En Chile, enorme ejemplo de ciudadanía nos dan los miles y miles de manifestantes pacíficos (más de un millón de personas en Santiago de Chile) ante la brutal represión desatada por el gobierno, que nos hace recordar el ambiente previo al golpe de estado de otro sanguinario traidor, como Franco. Las derechas se desfondan allá donde gobiernan y después de Argentina y Chile, vendrá Brasil.
@efpasillas