Hace unos días vi en internet una información que me llamó la atención, el Papa Francisco daba algunas instrucciones a los coros parroquiales respecto a no ser protagonistas durante su participación en la celebración eucarística, y este comentario, considerando, por un lado lo apasionado que soy de la música sacra y por otro lo especial que soy, si quieres mejor decimos que soy sangrón, finalmente el calificativo “especial” no es otra cosa que un truco semántico con la intención de suavizar lo que realmente pretendo decir, así que dejémoslo en sangrón en cuanto a aceptar algunos lenguajes musicales que se llevan a los templos.
Recuerdo que hace ya algunos años el compositor mexicano Mario Lavista, que por cierto estuvo en nuestra ciudad en el pasado verano durante la XV edición del Encuentro Internacional de Música de Cámara, abogaba para que la música sacra regresara a los templos, ése es su lugar por naturaleza, esto no quiere decir que se desterrara de los teatros y salas de concierto, siempre resultará grato escuchar un concierto con la Missa Solemnis de Beethoven, con el Magnificat y las dos Pasiones de Bach, el Réquiem de Verdi, el Te Deum de Bruckner, el Gloria de Puccini o de Vivaldi o cualquiera de estas obras, en un teatro o en una sala de conciertos resulta extraordinario una audición de cualquiera de estas joyitas del repertorio sacro, pero con intenciones diferentes, mientras que en el teatro o la sala de conciertos se busca el aprecio estético por la obra de arte, contemplación de la belleza a la que incluso están llamados los ateos o creyentes de otras denominaciones cristianas, por el contrario, en los templos se busca el recogimiento espiritual que nos predisponga a un encuentro personal y directo con Dios, esta música está diseñada para ello, ese es el fin para el que fue creada.
A ver, considerando que el acervo cultural de la Iglesia Católica, específicamente en lo que a música se refiere, es abundante y prácticamente inagotable, siendo que hay tanta riqueza en la música sagrada, ¿qué pingos hacemos adaptando canciones populares a la liturgia? No, definitivamente no hay una razón inteligente para permitir que esto suceda, la verdad a mí como melómano, pero más concretamente como católico practicante, me da mucho coraje que algunos sacerdotes, muchos quizás, permitan que sus coros parroquiales, por cierto, la mayoría de ellos coros de guitarras que tampoco se debería permitir porque la regla dice que el órgano debe ser el instrumento base de la liturgia, toquen canciones populares en las celebraciones, hay de todo, de verdad, desde grandes estandartes del rock como Blowin in the wind de Bob Dylan, buenas baladas en inglés como I Started the joke de los Bee Gees o Philosopher de Yellowstone and voice, hasta canciones de Diego Verdaguer, o el colmo, canciones infumables de Juan Gabriel adaptadas como un canto Mariano, por favor, ya no hay moral ni temor de Dios como decía mi mamá (q.e.p.d.). Simplemente esto es inaceptable, no se puede permitir. Seguramente algún sacerdote que en su parroquia permita semejantes atrocidades, o algún director de un coro parroquial que canten esto me dirá que se hace con el fin de buscar la participación de la asamblea, pero no, aun así es inaceptable, quizás sea lo más fácil, pero no es lo más recomendable, lo correcto sería dar una formación musical a los coros parroquiales, darles un entrenamiento académico y proporcionar a la asamblea las letras de los cantos buscando su participación, me pregunto, y les pregunto a los que permiten estas prácticas, ¿qué es mejor, bajar la liturgia al nivel de los coros y de la asamblea o elevar a los coros y a la asamblea al nivel de la liturgia? La respuesta, mi amigo, está flotando en el viento.
Por otro lado, respecto al protagonismo que hay que evitar y del que nos habla el Papa Francisco, mira, voy a platicarte algo. En la misa de Navidad del año 2016 a la que acudimos mi esposa y yo, pasé un muy mal rato, tanto que preferí salirme del templo, obvio, no te diré en qué templo fue porque tampoco se trata de ventilar a nadie. El asunto es que estábamos en Misa y a la hora de la homilía, seguramente por instrucciones del sacerdote oficiante, apagaron todas las luces del recinto, todo quedó en penumbras excepto el celebrante, quien con un una tenue luz leyó su mensaje de Navidad, un grupo musical, de esos con guitarra, batería y bajo acompañó su mensaje con discreción, o sea, música de fondo para darle más intensidad al texto, es decir, cuidando más las formas que el contenido. Cuando presentí a juzgar por la voz del padre que el texto estaba por terminar, le dije a mi esposa al oído: “nada más falta que le aplaudan” y sí, al terminar, la asamblea estalló en un sonoro aplauso, sólo faltaron los entusiastas bravos, entonces sí, de verdad, no pude más y preferí salirme del templo, le dije a mi esposa “te espero afuera”, finalmente yo ya había ido a misa.
Hasta donde yo entiendo, Cristo es el centro de la celebración, para Él es toda la atención, pero lo peor, aquí no fue un coro que se quisiera lucir, no, aquí fue el ministro de Cristo, el sacerdote oficiante, inevitablemente pensé en un culto cristiano no católico en donde sí suceden estas cosas, son sus formas, no las critico, las respeto, pero definitivamente no es el proceder de la Celebración Eucarística, en fin, éste es mi punto de vista.