- El autor presentó su conferencia Los Mundos de la Imaginación en la 51 Feria de Libro: “Expandir las posibilidades creativas, de eso se trata”
- “En las redes sociales se prestaban ciertas formas de escrituras para pasar del medio impreso al medio digital, la minificción era una de ellas. Para mí fue muy grato tratar de experimentar con ese medio y ver qué se podía hacer, de ahí salió El viajero del tiempo, texto meramente de minificción y que es una recopilación de tweets de este personaje”
El 28 de septiembre se inauguró en el Foro Trece la 51 Feria del Libro Aguascalientes con el tema Spatium III: Foro de Literatura Fantástica y Ciencia Ficción como parte de unos de los proyectos más ambiciosos del sector cultural en el estado. En la verbena participan 380 autores, divulgadores, promotores, ponentes de la ciencia, entre otros, además de llevarse a cabo talleres, conferencias, conciertos, etc.
Dentro del programa se tienen contemplados escritores de trayectoria y trabajos notables en la literatura, academia y otros estratos. Alberto Chimal es uno de ellos. El reconocido autor de minificciones, micronovelas, o relatos que como él apunta, en sí no podrían definirse bajo un esquema de tipo de escritura, impartió una conferencia en el salón Amparo Dávila sobre Los Mundos de la Imaginación el lunes 30 de septiembre.
Adrián Flores (AF): ¿Qué tiene de relevancia eventos como lo son los de la Feria del Libro?
Alberto Chimal (AC): Las ferias del libro siempre tienen un valor escondido, pues no solamente concentran un montón de libros en un sólo lugar y permiten a la gente el acceso a eventos culturales; sino que, en mi opinión, el principal valor es que son espacios donde te puedes encontrar novedades, textos de interés, más allá de lo que estás buscando, más allá de tu zona de confort o tu burbuja informativa, o como se le quiera llamar.
Estamos muy acostumbrados a movernos únicamente en ciertos sectores de los medios, ciertos sectores de la publicación, ¿no? Incluso aquellas personas que no están interesadas en la lectura les sucede los mismo; solamente ven aquellos medios que de alguna manera confirman o reflejan sus propias opiniones. Aquellos canales de comunicación que muestran lo que ya se sabe que les gusta, los medios sociales de nuestra época están hechos para eso: para tratar de mantener nuestra atención ofreciéndonos siempre más de lo que ya conocemos.
Igual sucede cuando uno compra libros en línea, uno elige un título y te sugieren otros parecidos, pero nunca te sugieren nada que vaya más allá de aquello que ya saben de ti. En cambio, en una feria, como en otros espacios, es posible que te encuentres lo que no estabas buscando y eso puede ser muy valioso; de alguna manera amplía tus posibilidades, tus expectativas.
AF: El lunes ofreciste una conferencia, precisamente en la Feria del Libro, referente a los mundos de la imaginación ¿a qué te refieres con esto?
AC: Bien, son aquellas regiones, países, ciudades inventadas o, más o menos inventadas, que aparecen en la literatura y el texto que escribí se pregunta por qué nos interesa leer o ver imágenes acerca de eso, de lugares que “no existen”. La conferencia gira alrededor de Alicia en el País de las Maravillas, aquella novela de Lewis Carroll; hablo un poco acerca de los lugares reales en donde se dio el lugar imaginario y llega tentativamente a la conclusión de que esos lugares imaginarios de alguna manera representan, no territorios auténticos, pero sí ideas de los seres humanos, aspiraciones, deseos o miedos. De cierta manera también nos podemos encontrar a nosotros, quiero decir, porque vemos ahí reflejadas nuestras propias emociones y nuestras experiencias de la vida, aunque no sean directamente una representación literal de algo que se encuentra en el mundo.
AF: Sabemos que Pedro Páramo está situado en Comala, asimismo, sabemos que no está situado en una realidad como la que es ésta, ¿sería una clase de lugar imaginario?
AC: De hecho, en la conferencia menciono Comala, entre otros lugares que parecen estar como en el mundo, pero que a fin de cuentas no están. Por ejemplo, existe una ciudad llamada Comala que está en Colima, pero esa no es la de Rulfo, ¿no? Ese lugar es más bien un espacio que finge estar en el mapa pero que acaba siendo un espacio mágico, porque hablan los muertos y pasan todas estas cosas raras. De igual manera, en Los detectives Salvajes de Bolaño, hay una ciudad que se llama Santa Teresa que se supone que es una copia o imitación de Ciudad Juárez, pero no es Ciudad Juárez; es un escenario, digamos, que se parece pero que no es igual. Algo como si se metiera clandestinamente al mapa, y eso también ocurre en muchas otras ocasiones, ahí es donde se empieza a volver interesante el asunto de encontrarse con este tipo de lugares en la literatura, porque, de hecho, hay una gran cantidad de historias y narraciones en las cuales pasa esto: como que el mundo deja entrar estos lugares o estos entornos de lo maravilloso o extraordinario.
En la novela Aura, de Carlos Fuentes, que es de corte fantástico, todo se desarrolla en la Ciudad de México en una casa que tiene dirección, calle y número, pero que no existe; entonces, ese efecto de ilusionismo puede volverse más complejo, y eso también sucede con Juan Rulfo.
AF: Otro tema que me gustaría tocar, y que es característico de tu trabajo, es la minificción ¿de dónde viene tu afán por desarrollar textos de esa índole?
AC: Entre los primeros libros que leí, por causalidad, digamos, los que me encontraba en casa de mi mamá, había algunos libros con minificciones, por ejemplo, Confabulario de Juan José Arreola. A mí me llamaba la intención de niño, cuando no había tenido ningún acceso previo a enseñanza formal de literatura, porque de alguna manera se contraponían con los textos más largos, con las novelas o cuentos convencionales.
De pronto podías leer un cuento extenso y como una especie de puntuación o pausa, podías leer una minificción, ese efecto fue de los primeros que reconocí en la infancia. Desde entonces tuve conciencia de que la minificción existía. Comencé alternando textos cortos y largos, luego sí dediqué trabajos enteros a la minificción. El primero que toma deliberadamente esta forma es un libro que se llama Gente del mundo, que actualmente está publicado por Era y que es una colección de descripciones de pueblos o de culturas de un mundo inventado, un poco como un texto antropológico “los del pueblo tal hacen tal cosa y tal cosa”, pero de pueblos que no existen.
AF: Gente del mundo retoma un poco la idea de los mundos imaginarios ¿cierto?
AC: Ajá, es un tema que también me interesa mucho. De pronto descubrí que en las redes sociales se prestaban ciertas formas de escrituras para pasar del medio impreso al medio digital, la minificción era una de ellas. Para mí fue muy grato tratar de experimentar con ese medio y ver qué se podía hacer, de ahí salió El viajero del tiempo, texto meramente de minificción y que es una recopilación de tuits de este personaje. De ahí también salió otro libro que anda circulando por ahí, se llama Historia siniestra; contiene lo que yo llamaría dos micronovelas. Es decir, dos narraciones como un poquito más extensas, pero que están formadas de pequeños capítulos o entregas, que muchos son tuits. Me ha gustado experimentar con el medio.
AF: Para finalizar ¿alguna idea que quisieras agregar para los lectores o hasta latentes escritores?
AC: Creo que vale la pena tratar de usar la tecnología disponible y tratar de ver qué más se puede hacer con ella. Algunos de mis textos yo no sé si son exactamente minificciones siempre, porque no necesariamente están relatando una historia. Pero creo que tampoco importa mucho como se llamen, eso es también algo interesante cuando surge una nueva tecnología: aparecen posibilidades de escritura, de comunicación, pues que no sólo adaptan lo que ya teníamos antes, sino que, de pronto serían impensables sin la misma novedad. Eso me gusta, pues, explorar a ver qué pasa. Expandir las posibilidades creativas, de eso se trata.