11
Hay que cerrar los ojos de los muertos
porque vieron la muerte y nuestros ojos
no resisten esa visión.
Al contemplarnos
en esos ojos que nos ven sin mirarnos
vemos al fondo nuestra propia muerte.
Las ruinas de México (Elegía del retorno), José Emilio Pacheco
A Sandra y Andrea.
Casa Munuera
La fachada cuenta con nueve balcones. Además de cuatro entradas pequeñas que franquean a la más grande. La central está adornada con un frontón blanco de yeso. Se halla en pleno centro de Puebla.
En una de las columnas grises paralelas que dan forma a la entrada -entre estas dos se encuentra una puerta color café deslavada- está una placa azul con letras blancas:
CASA MUNUERA
Escuela Preparatoria
Gral. Lázaro Cárdenas
Data del Siglo XVIII
Calle 4 Oriente 414
La pared es de ladrillo rojo segmentada en hexágonos, la adornan azulejos triangulares esparcidos por toda la fachada, juntos forman los bordes de estrellas de 6 puntas. El rojo, el gris y el blanco son los colores predominantes, también destaca el azul. A medio metro del piso se forma una franja de mosaicos que va de extremo a extremo.
El inmueble pasó de dueño en dueño hasta 1997. En su nacimiento no contaba con los 3 pisos actuales, fue hasta 1778 que al adquirirla el capitán Esteban Munuera le dio su aspecto actual.
Al lado este colinda con el Museo Casa del Alfeñique, una de las construcciones más emblemáticas de Puebla por su arquitectura y por la leyenda que guarda: la construyó un herrero para regalarla a su amada, quien le puso de condición para efectuar su boda que le regalara una casa de caramelo, de ahí su fachada con elementos ornamentales blancos que remiten al alfeñique. En la esquina del lado este se halla El Parián, mercado de artesanías con particularidades propias: su nacimiento -además del carácter turístico que actualmente posee- respondió a la reubicación del mercado indígena que se colocaba algunos días a la semana en el zócalo de la ciudad; fenómeno similar al ocurrido en el Mercado La Victoria (actualmente plaza Victoria), que fuera un importante mercado hasta 1986. Construido en 1856, su estructura metálica da un atisbo del proyecto porfirista de modernizar y embellecer la ciudad.
En 1997 la Casa Munuera fue donada por el gobierno del estado a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Así, para principios de los 2000, se designó como sede de la Preparatoria Lázaro Cárdenas del Río, cuya matrícula en ambos turnos supera los 800 alumnos, más el personal docente, administrativo y de limpieza.
La tarde del temblor
Andrea, bibliotecaria de la preparatoria, está de pie frente al edificio en el que ha laborado durante dos años, el último junto a su compañera Sandra, quien la está esperando en otra calle. Andrea le pidió que no se acercara, no quiere exponerla -con dos meses de embarazo- al terror de recordar el caos del día anterior. Murieron tres personas: una estudiante, un ex alumno y una trabajadora intendente; una docente resultó lesionada. Siente un poco de nervios por el recuerdo de lo sucedido la tarde anterior, han pasado poco más de 24 horas.
“Regresé por mis cosas. Fue una sensación de nervios”. Cuando entró, la abandonó todo sentimiento. Fue hasta que salió que el recuerdo laceró su interior y se expresaba en su piel erizada. “Extraño el lugar. Algo así te cambia la vida. Una ya estaba encariñada con las personas con las que labora, sobre todo con los chicos, y de repente, de un día para otro ya no los ves. Estas cosas te separan de todo eso”, me narra con la mirada firme, a tres meses del incidente. No arrastra las palabras como lo hizo al contarme la peor parte de la tragedia.
Sandra, a quien entrevisté días después, cuenta que su compañera no la dejó entrar cuando volvieron por sus cosas. “Hasta la fecha no he pasado por esa calle. No puedo. He estado cerca, en la 2 Oriente, en la calle de la prepa Zapata. No he querido pasar por ahí porque siento que aún es difícil. Andrea me dijo: sabes qué, no entres, yo saco tus cosas. No podía decirle que no.”
Sandra estaba sola, su compañera había salido a la cafetería, que está en el segundo patio. Allí la atrapó el sismo. “Era la única clienta ahí. Escuché que algo tronaba, quizá el piso, y luego llegó el movimiento. Me salí al pasillo y me puse bajo un arco de cemento. Las señoras de la cafetería tenían una crisis nerviosa, los chicos gritaban. Las puertas se movían como si fueran de hule. Era horrible. Pese a todo, en el patio en el que estaba no sucedió nada. A los pocos segundos del terremoto me dirigí al patio principal, a mi lugar de trabajo. Entonces vi que se desplomó un copete y 4 personas fueron golpeadas por los escombros. Cuando me percaté de los impactos que tuvo el temblor, empecé a buscar a Sandra.”
Creí que el mareo era producto de mi embarazo. Luego vi que no, que estaba temblando, cuando apenas si me podía mover. Fui hacía la zona de seguridad. Ahí me percaté de la dimensión de lo que podía llegar a ocurrir. Lo primero que hice fue buscar a mi compañera. Todos se buscaban entre sí y empezaban a juntarse, pero seguía temblando. Empezó a tronar todo, cuando la gente comenzó a salir se cayó una estructura superior. Al ver que caían piedras los que estábamos ahí nos recorrimos hacía atrás, a un pasillo con arco de piedra, que es el que conecta al segundo patio. Recuerdo que agarré a una alumna que estaba en shock, porque ella sí presenció todo: vio cómo se cayó el copete sobre los compañeros… no se podía mover. Me dije: no puedo salvar a más de uno, así que la agarré de los brazos y la hice caminar. Su cuerpo, aunque duro, estaba inerte, se dejó manipular todo el tiempo sin poner fuerza. El recorrido que dimos fue largo: de donde estábamos nosotros. a mano izquierda de la entrada principal, nos pasamos al lado derecho, que es donde está la biblioteca. Paola, la niña que falleció, estaba tirada boca abajo; una maestra quedó lesionada de su pierna, vi a Brandon [exalumno y exintegrante de un grupo de rock de la prepa.] que estaba boca arriba con el escombro en el cuerpo. La niña a la que yo llevaba de los brazos trató de agacharse para ayudarlo. Le dije que no podíamos hacer ya nada. Le vi los ojos abiertos. Me acuerdo de su expresión y sé que ya no era de vida.
Continuó diciéndole a la niña que avanzara. Ella por fin habló: con la voz rasposa y pronunciando las palabras con mucho esfuerzo le dijo que tenían que ayudarlos; pero Sandra -consciente de las limitaciones- la agarró con más fuerza y la sacó del edificio. Por fin estaban en la calle.
El pretil que mató a los estudiantes y lesionó a la profesora, cayó muy cerca de la entrada. Muchos alumnos tuvieron que pasar a su lado para salir; otros evacuaron por la salida de emergencia -que es una de las puertas que rodea a la principal- una vez que terminó el sismo.
Mary, la intendente, no estaba entre esos cuerpos. Hasta la fecha, tanto Andrea como Sandra se preguntan dónde estaba. Recuerdan su actitud colaborativa y creen que murió ayudando a algunos alumnos.
En todo ese tiempo Sandra aún no veía a su compañera. Entre el impacto de ver los cuerpos tirados y la salida presurosa, el nerviosismo avanzaba. “Al principio sólo dimensionaba el pequeño mundo de mi prepa, que era un caos, pero en la calle era lo mismo: los coches con las intermitentes activadas, el museo del Alfeñique con partes de su fachada en el suelo. El sol sobre nosotros sin que lo sintiéramos pero dándole más brillo a las cosas. Esos minutos se repitieron mucho en mi cabeza. Buscaba a mi compañera, ¿Dónde estás, dónde estás?, me repetía, ¡Dónde estás, te quiero ver!. Ella hacía lo mismo”.
Una vez afuera, trasladaron a los alumnos a la explanada del Teatro Principal, en la calle 8 Oriente, quienes, con todo el personal, se aglomeraron ahí. La idea era tratar de hacer un conteo rápido. Los jefes de grupo pronunciaban nombres conforme su memoria los enlistaba y ellos decían otros nombres, de modo que revisaran que nadie faltaba.
Andrea recuerda:
Sales de tu círculo para entrar a otro más grande, que es toda la ciudad: helicópteros recorriendo la zona, gente corriendo por las calles, algunas personas con ataques de nervios, la cúpula de la iglesia de San Francisco caída, niños llorando… niños con polvo en la cara y llorando. Fue algo como de película. Andrea y yo nos cruzamos varias veces. Cuando ella no me vio en la explanada regresó a la prepa a buscarme, yo rodeé las calles buscándola y hasta que las dos regresamos a la explanada nos encontramos. Me duele que se fuera Mary. Era apreciada por los chicos. También la niña de segundo. A Brandon muchos lo ubicaban bien. Yo creo que regresar a como estábamos en esa prepa será muy difícil. Siento que esto nos marcó profundamente. Siempre vas a ser parte de ellos y ellos parte de ti. Porque en ese momento nos vimos las caras y sabíamos que compartíamos la misma tristeza. Quisiera ver otra vez a la niña que saqué. Nos separamos en la calle, cuando vio a su amiga se abrazaron llorando. No sé si se acuerde de mí, estaba en shock. La mejor cura es el tiempo. Al centro de la ciudad lo evito completamente, no quiero ir por esa zona. Y con eso me he podido ayudar un poco. También con ver otras caras y estar activa, no puedo no hacer nada porque comienzo a divagar. Solamente así.
Ese día tuvimos un curso de inducción, regresamos a la escuela como a las 9:30. A la compañera de intendencia yo la trataba todos los días, estaba en mi turno. Todas las mañanas, al llegar a la escuela, era saludarla. Sé que se llamaba Mary… doña Mary. Ahorita no se siente el cambio de su ausencia, pero cuando regresemos… Ese día, cuando volvimos del curso le dio un abrazo a Sandy por su embarazo. Le dijo que se cuidara mucho; pareciera que se había despedido. Pienso que con la muerte todos tenemos nuestro momento. Y esto espero tomarlo así. Cuando nos toca, nos toca.
Reubicación
La 6 Norte esquina con 4 Oriente fue una de las calles más lastimadas del centro. Además de las del Museo Casa del Alfeñique y de la Casa Munuera, las grietas de otras fachadas alarman por lo profundas o largas. Quien pase frente a la antigua preparatoria Lázaro Cárdenas del Río encontrará una malla cercándola a 3 metros de la fachada. Los autos no circulan por esa calle.
La BUAP, luego del martes 19 suspendió clases hasta el 2 de octubre. En ese periodo se determinó que los alumnos serían provisionalmente reubicados en las instalaciones del Complejo Cultural Universitario hasta que se definiera si los daños al edificio eran reparables o no. Durante diciembre anunciaron que la preparatoria tendría nueva sede al iniciar el siguiente ciclo escolar. El 28 de agosto inauguraron la adaptación a la nueva sede ubicada en Jade C 34 Poniente 3901 Col. Villa Posadas.
Andrea y Sandra también fueron reubicadas a diferentes bibliotecas entre octubre y agosto. Sandra estuvo en la Biblioteca Central en CU y Andrea en la biblioteca de la preparatoria Alfonso Calderón Moreno hasta diciembre. En enero las volvieron a reubicar, y luego otra vez. Sandra tuvo a su bebé y por la licencia materna se olvidó del entorno laboral 3 meses. Cuando regresó y supo que su prepa ya tenía nueva biblioteca, pidió ser asignada ahí. La primera persona a la que vio fue a Andrea.
Para agosto, quienes en septiembre de 2017 cursaban tercero ya se encontraban en las escuelas de nivel superior. Dos generaciones vivieron un temblor, una reubicación temporal y el cambio de sede definitivo, mientras que una nueva generación escuchará los ecos de esos tres eventos, y el recuerdo colectivo de sus compañeros fallecidos.