El poder es toda posibilidad, en absoluto, para imponer su voluntad en una relación social, incluso contra la resistencia de los demás.
Max Weber.
Ciertamente las normas y metodologías científicas refieren que el ser humano no puede probar causalidad, no obstante, eso no significa que no pueda plasmar por medio de la psicología o la filosofía el comportamiento que tiene la sociedad en torno a las épocas y las distintas circunstancias que van caracterizando a la línea del tiempo.
Max Weber fue un sociólogo con una visión perspicaz, aguda e interesante, en cuanto al estudio de las sociedades se refiere. Del mismo modo fue acreedor a severas críticas, por ejemplo las de Runciman; quien ponía en tela de juicio las conjeturas de Weber, por no estar alineadas al positivismo. Bajo ciertos preámbulos resulta tentador e inútil especular acerca de cuál habría sido la influencia de un tratado sistemático sobre la metodología que empleaba.
El comportamiento del ser humano en muchas de las ocasiones carece de lógica, es el único ser en la tierra que corta árboles, hace cuadernos y en ellos escribe “hay que salvar a los árboles y a los bosques”, irónicamente las sociedades construyen deidades y que en la digresión del tiempo terminan condenando, juega con una doble moral que está sujeta a la conveniencia y ciertas ínfulas existenciales que socaban al progreso.
Hay matices y clises sobre los tipos de asimilaciones que tienen los historiadores, los antropólogos, los filósofos y los sociólogos. El escritor argentino Jorge Luis Borges refutaría que en esencia es la misma asimilación, la única diferencia que se extiende es la prosa y el contexto de las palabras en el tiempo.
La ciencia social está contagiada de juicios de valor, de tal modo que el comportamiento humano es una constante interrogante para la realidad, sin dejar de expresar una verdad que alguno de los puntos cardinales refiere.
Ningún sociólogo debe pensar en sí mismo muy bien, incluso a una edad más avanzada, para hacer decenas de miles de cálculos totalmente triviales en su cabeza y en ocasiones durante meses a la vez.
Max Weber.
Algo característico de estos tiempos es el papel que ha tomado la mujer, es menester entender y aceptar que la equidad es un concepto del mismo peso que la libertad, la igualdad y la fraternidad. La mujer está tomando las riendas del ámbito político, social y económico. Es una verdad y una realidad completamente palpable. Es de reconocer que tienen la voluntad y la disposición de levantar la voz y exigir justicia.
Del mismo modo existe una resistencia retrógrada de ciertos grupos conservadores, que es más que claro que no alcanzan a entender cómo la sociedad ha evolucionado, y que por mucho tiempo por dogmas sociales implantados, a la mujer se le tenía en un papel disminuido, su talento en muchas de las ocasiones era aprisionado por los cuatro muros de un hogar, y su palabra no tenía el impacto necesario para ejercer equilibrios.
También durante mucho tiempo han sido violentadas, manipuladas y presionadas por medio de la fuerza y persuasiones machistas. La sociedad cambia de manera acelerada, y en un ejercicio ecléctico, se debe procurar el cambio positivo, expresado de otro modo, el progreso.
Evidentemente y haciendo un análisis de lo que se está hablando al respecto, lo que impera es un desconocimiento en general. En México aún no tenemos una cultura de equidad, misma que lleva a la incomprensión y esta última al rechazo. Aunque también hay que reconocer que los enfoques sobre el tema son demasiados, y la viralización de contenidos y acciones que no suman para nada a la discusión y a la causa, son desbordantes. Muchas mujeres han asumido este nuevo papel y eso ayuda en gran medida a un despertar de conciencia sobre cómo es nuestra nueva sociedad.
Para eso es fundamental y de vital importancia, el respeto y la tolerancia, ante líneas de resistencia que parece que carecen de sentido común, pero se agrandan en jerarquías del pasado que no coadyuvaban a la equidad.
“Una mujer debe ser dos cosas: quien ella quiera y lo que ella quiera”.
En muchas de las ocasiones las sociedades desconocen su altura, hasta que se ponen de pie. La sociedad de México debe de avanzar con sus hombres y con sus mujeres, en esa medida tendremos más libertad, más igualdad, más fraternidad y por supuesto, más equidad.
In silentio mei verba.