Minutos antes de comenzar a escribir este texto, recibí noticia de lo ocurrido el sábado en El Paso, Texas. Se trata de una ciudad donde tengo familia y a la que he ido cientos de veces. Además, es una ciudad considerada como una de las más seguras de EE. UU., donde hay una población hispana de cerca del 80%. Ahí, en el Cielo Vista Mall, escenario de varios recuerdos de mi infancia, un joven de 21 años entró con una ametralladora y comenzó a dispararle a los presentes. Inició en el estacionamiento y posteriormente entró a un Walmart, donde asesinó a tanta gente que muchos testigos creyeron que había varios atacantes. Finalmente, el sujeto fue aprehendido por la policía, a quienes les dijo que había publicado un manifiesto en internet donde detallaba sus motivos.
En la página de foros “8Chan”, donde los usuarios son anónimos, publicó un documento en el que decía haberse inspirado en la masacre antimusulmana de hace unos meses en Christchurch, Nueva Zelanda, para llevar a cabo este ataque. La razón para llevar a cabo este acto de violencia terrorista fue lo que él llama la “invasión hispánica de Texas” y el “daño” que los inmigrantes hacen a los blancos en EE. UU. por quitarles sus empleos. Por otro lado, el manifiesto culpa a las corporaciones y a los partidos políticos por permitir este “gran reemplazo” en miras a su propio beneficio. Además, de forma bizarra, señala que la destrucción del medio ambiente y la migración son dos caras de la misma moneda.
Esta clase de radicales son comunes en las profundidades del internet. Se alimentan de lo que se condensa del discurso político en los foros anónimos de 4chan y 8chan. Hacen memes racistas y discuten con otros cibernautas a altas horas de la noche sobre la grandeza cultural de occidente y de cómo odian a los liberales. El texto del asesino de El Paso dice que sostenía estos puntos de vista desde antes del lanzamiento de la campaña de Trump. Es un punto en el que vale la pena detenerse.
Después de 3 años de narrativas de vilificación, tenemos un ataque terrorista antilatino. Después de cientos de discursos donde los migrantes son el chivo expiatorio en forma de “invasión”, luego miles de minutos de video en los que la migración es enmarcada como un “asunto de seguridad nacional” por qué supuestamente quienes cruzan la frontera “traen drogas, crimen, son violadores”, lo que sucedió es que una persona que simplemente llevó la lógica a sus últimas consecuencias.
Un joven entró a un centro comercial con una ametralladora con la idea de que estaba salvando a su pueblo. Decidió que lo patriótico era entrar a un mall a asesinar a inocentes de todas las edades porque eran “invasores, “enemigos”, “amenazas”. Decir que este acto no está vinculado con las palabras del presidente de los Estados Unidos es inútil: que el atacante se desligara de la retórica del presidente muestra el rol de Trump en empoderarlo. Además, esta persona tiene 21, lo que nos deja una cronología en la que Trump ha estado presente en la política durante prácticamente toda su vida adulta.
¿Qué dicen los racistas cuando se les cuestiona sobre sus políticas crueles y discursos de odio? Que no se trata de la raza, sino de la cultura. Sin embargo, esto es un truco para engañar a los inocentes. Es una trampa para poder decir “I love hispanics” como lo hace Trump cada Cinco de Mayo. La realidad es que cuando la gente habla de cultura europea, es una forma velada de hablar de raza. Los que conocen el código entienden el mensaje; los que no, se enfrascan en largas discusiones sobre lo que es la cultura y el derecho de autodeterminación de los pueblos. La negativa del presidente de condenar abiertamente el suprematismo blanco en otras ocasiones ha empoderado a los solitarios ciber-radicales entre los blancos estadounidenses a tomar las armas y dar su vida por lo que creen que es la gran tragedia de nuestros tiempos: lo que llaman el “genocidio blanco”: la idea de que los caucásicos están lentamente siendo reemplazado por latinos y musulmanes como parte de una conspiración internacional.
Está idea es ridícula por el solo hecho de que la migración no está organizada desde arriba con un plan maestro que busque destruir la familia americana. Es una distorsión que surge de una realidad donde la concentración de la riqueza y la corrupción en los niveles más altos del gobierno generan impactos negativos en la sociedad, incluyendo entre los blancos pobres. No es casualidad que el psicópata que asesinó a 20 inocentes el sábado escribiera en su manifiesto que los políticos que están a favor de las corporaciones están a favor de la migración. Sin embargo, siempre es más fácil culpar al otro, al de fuera, al diferente, antes que pensar cómo la gente poderosa de nuestro propio grupo es quien está abusando de los pobres de todos los colores.
Desde Tijuana, la única ciudad fronteriza que tiene un vínculo con Estados Unidos parecido al de Juárez, escribo con el corazón roto, los ojos mojados y las manos temblorosas. Aquí en San Diego ya tuvimos dos atentados supremacistas en lo que va del año: uno contra una mezquita musulmana en Escondido y otro contra una sinagoga judía en Poway. La persona que realizó ambos atentados fue un joven de 19 años, inspirado también por un cuento antiinmigrante que plasmó en un manifiesto con temas cercanos a los de este caso.
Recuerdo, en busca de sosiego, las palabras que Abdala, el Imam de la mezquita de Escondido, me dijo cuando le pregunté si tenía un mensaje para los mexicanos: “That which has befallen you could never have missed you, that which has missed you, could never have befallen you”. Ese Walmart estaba lleno de elpasinos y juarenses inocentes. Este texto está dedicado a ellos, las víctimas del primer acto de terrorismo antilatino por parte de un supremacista blanco en la era de Trump.