Terrorismo racial / Memoria de espejos rotos - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Podrías sentir algo que abraza tu interior,

y que no te deja vivir.

Como agujas que alguien introdujo hasta el fondo en tu carne.

Podrías sentir algo así,

y sentirías bien….

Cosas bien hechas. Nacho Vegas

 

Que una persona dispare contra un grupo social definido (por su origen geográfico, su condición racial, su pertenencia étnica, su género, su actividad económica o su clase social) con intención de darles muerte, a plena luz del día, en un sitio público y concurrido, es algo atroz. Que lo haya hecho en pleno uso de sus facultades mentales, con una motivación clara y definida, con acceso a armamento letal propio de la guerra, con una base ideológica difundida y replicada en medios electrónicos de acceso público, con la certeza de que “hace lo correcto”, y con el respaldo discursivo de su presidente; más que algo atroz, es terrorista, al nivel del holocausto, del Daesh, o de cualquier régimen asesino y totalitario. 

En EEUU esto ha convertido al “Sueño Americano” en la pesadilla americana. Esto obedece a una decadencia multifactorial: 


*La venta de armas -tal y como está permitida, prácticamente sin restricción-, el fomento de los discursos de odio; propagados no sólo desde los grupos de presión y los poderes fácticos, sino desde el mismo poder formal.

*La expansión en la juventud norteamericana del fenómeno “Libertariano Incel”; hombres blancos, adolescentes mentales, misóginos y homófobos de anti izquierda, de clase media, con acceso a información y terribles sesgos ideológicos, convertidos en Troll de redes sociales.

*La pululación de entornos violentos; con depauperización económica que agrava la delincuencia común y la frustración en los núcleos familiares, con agresiones domésticas, con medios masivos morbosos y contenidos deplorables, con fuertes cargas de masculinidad tóxica y distintos problemas psico-emocionales.

*La pésima política migratoria de carácter punitivo y persecutorio; con razzias, detenciones masivas, migrantes enjaulados, separación violenta de familias, y demás muestras de fascismo.

*Y -en general- un ambiente polarizado entre “nosotros” y “ellos”, que ha permeado a gran parte de la sociedad, haciendo ver a la pluralidad y la diversidad como grandes amenazas a la unidad nacional, a la economía, a la “pureza racial”, y a la cultura identitaria de un pueblo que –básicamente- nació de la migración diversa e invasiva.

Ante este escenario, terrorista a todas luces, son diversos grupos sociales vulnerables los que están bajo constante amenaza: personas migrantes de Centro y Sudamérica, de oriente medio; personas racializadas como afrodescendientes, arábigas, o latinoamericanas; personas homosexuales o transgénero; mujeres, y -sobre todo- mujeres pobres; sólo por mencionar a los más expuestos. En este grupo de grupos estamos los mexicanos, las mexicanas; nuestros connacionales migrantes, quienes -en su mayoría- han tenido que abandonar a sus familias, a sus pueblos, para escapar de la pobreza, la marginación y la violencia; y llegan allá a enfrentar infiernos peores.

Luego del tiroteo en El Paso, Texas, en el que un imbécil disparó (deliberadamente y en estado de lucidez) con la intención de matar mexicanos (o a las personas que -en su estúpido juicio- parecieran “mexicanos”), la respuesta del Estado mexicano ha sido oportuna, pero blanda, sobre todo porque la tragedia enmarca perfectamente en la categoría de Atentado Terrorista, perpetrado por un grupo doméstico de EEUU, que no obedece a las definiciones de liderazgo ni operación tradicional, pero que sus actos están dolorosamente palpables. 

En la hipótesis inversa, si en alguna entidad de México (digamos, una playa en pleno Spring Break, o cualquier punto turístico con afluencia de migrantes norteamericanos) un mexicano (o un grupo de mexicanos, al mismo tiempo, o en ocasiones separadas) disparara a matar contra los migrantes de Norteamérica, la respuesta de un gorila como Donald Trump sería de una violencia escalada, de consecuencias económicas, aduanales, y hasta bélicas. En ese sentido, lo mínimo que el Estado mexicano debería hacer, sería declarar una alerta migratoria para evitar que nuestros connacionales viajaran a EEUU por su situación de violencia racial; sin embargo, una declaratoria así no es posible, porque ese mismo Estado mexicano ha sido incapaz de proveer a sus habitantes pobres las condiciones necesarias para que éstos no tengan que abandonar el país ante la propia violencia, la marginación, y la pobreza.

Si el Estado mexicano no puede proteger, y otorgar las condiciones mínimas de una vida digna, a sus pobladores dentro del territorio nacional, menos lo puede hacer en suelo extranjero. Y menos aún en un país racista, misógino, homófobo, proto nazi, y con libre acceso a armamento letal. Con un panorama así, siempre pierden los mismos: los históricamente vulnerados, los marginados, los “otros”, los que -incluso aquí mismo- nos negamos a ver y a tratar con dignidad.

[email protected] | @_alan_santacruz | /alan.santacruz.9


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